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ArribaAbajoIII. El arco de San Pedro en Talavera de la Reina

Fidel Fita


Designado por el Sr. Presidente de la Comisión de antigüedades para emitir informe acerca de dos comunicaciones de la alcaldía de Talavera de la Reina, enviadas en consulta á esta Real Academia, por la Dirección general de Instruccion pública, el que suscribe se cree desde luego obligado á proponer con toda brevedad, pero con claridad y exactitud, los antecedentes de la cuestión, que no es de corta entidad, sino tanto más grave cuanto que sobre ella han recaído varios y encontrados dictámenes de muy respetables corporaciones.

En sesión del 21 de Octubre de 1881, el ayuntamiento de Talavera de la Reina acordó el apéo y derribo del famoso Arco de San Pedro, con cuyo nombre suele designarse la puerta septentrional del primer y más antiguo recinto amurallado de aquella ciudad. Motivos para este acuerdo sacó del estado ruinoso del monumento, de la higiene y conveniencia públicas, y finalmente de no reconocer en el arco ningun mérito artístico. Los únicos   —30→   objetos, que debían obtener indulto y trasladarse á seguro, una vez practicado el derribo, eran tres en concepto y estima del ayuntamiento: «Una imagen en piedra de la Virgen bajo un dosel de estilo gótico; una inscripción en piedra en que está la dedicatoria de dicito arco: Á GNEIO POMPEYO HIJO DEL GRAN POMPEYO, de la que solo una parte se descubre; y el Blasón del Gran Cardenal.»

Contra este acuerdo reclamó, á 19 de Noviembre del mismo año, la Comisión provincial de monumentos históricos y artísticos de Toledo. Negó que el arco, ni cuanto á su antigua y sólida construcción se refiere, amenazasen ruina; concedió que debía derribarse un corredor ó pasadizo de madera, sobrepuesto al arco, que modernamente se hizo para dar paso al dependiente que rige el reloj de la plaza pública. Así que, insistiendo en la antigüedad del monumento, demostrada á su parecer por la inscripción sobredicha, y haciendo hincapié en lo acaecido al derrocarse la puerta de Mérida, la Comisión no vaciló en deducir que lo del estado ruinoso y la necesidad de ensanche de que se habla en la comunicación del alcalde eran meros pretextos alegados para realizar la demolición.

Atendiendo á esta reclamación, y de conformidad con el primer dictamen de la Real Academia de San Fernando procedió la Real orden del 6 de Marzo de 1882, que dejaba en suspenso la ejecución del proyecto municipal; y procedió asimismo nuevo dictamen aprobado por dicha Real Academia cuya conclusión viene á ser «que ningun interés histórico, mérito arquitectónico, ni arqueológico, suficiente aconseja la conservación de la parte inferior de la fábrica, única que no presenta caracteres de ruina, y que en atención á los motivos perentorios de salubridad y conveniencias públicas, expuestos por el ayuntamiento de Talavera de la Reina, debe autorizársele para llevar á cabo la demolición que tiene solicitada, conservándose al verificarla la imagen de Nuestra Señora y el doselete que la cubre para depositarlos en el local que se crea más conveniente». En su consecuencia el ayuntamiento de Talavera el dia 15 de Diciembre de 1883, elevó al gobierno civil de la provincia de Toledo traslado autétitico de este segundo dictamen de la Real Academia, y en él apoyó nueva instancia,   —31→   considerando que la inhibición ó suspensión impuesta de Real orden debía dejarse ya sin efecto.

Una y otra comunicación de la alcaldía han venido ahora á nuestra Academia para que, en la parte histórica y arqueológica que nos pertenece, digamos si en realidad algo obsta al proyecto; y en caso negativo, qué objetos hay que salvar de la destrucción.

Dos monumentos, arqueológico el uno y el otro histórico, encierra el arco de San Pedro, que han pasado inadvertidos á la observación del dictamen académico, sobre el que estriba la solicitud del ayuntamiento de Talavera. Estos monumentos son, en primer lugar un epígrafe romano, que mal leído é interpolado y peor expuesto ha dado margen á la necia pretensión de que hubiese edificado la puerta de San Pedro y las murallas de Talavera el hijo del gran Pompeyo; y en segundo lugar una gran pintura mural del siglo XVI ó del siguiente.

Cubre la pintura las enjutas del arco y se dilata hasta muy por encima del coronamiento. En la cúspide representa la custodia del Sacramento adorable, con varias figuras á los lados y en las gradas inferiores: ya alegóricas como la Fe; ya históricas como Santo Tomás de Aquino, el noble autor del Pange lingua; ya bíblicas en fin y muy adecuadas, de tamaño mayor que el natural, como David con su harpa y Moisés con el rótulo profético, tomado del Deuteronomio, XVIII 15. Todo el conjunto, aunque en parte caído y gastado por la humedad, no carece de arte y armónica simetría; como que es reflejo animado de aquel bello é imponente período del teatro español, popular cual otro ninguno, brillante y patético de acción, majestuoso y sublime de ingenio, que inmortalizó Calderón con sus autos sacramentales. La razón de haberse trazado y de permanecer aún ahora allí este monumento pictórico, fácilmente se trasluce ó se deja entender si observamos que las suntuosas celebridades del Corpus, que atraían á Talavera innumerable gentío, tuvieron su primer origen y centro principal en el templo de San Pedro, del que tomaron nombre así la puerta como el arco, que es además frontera á la plaza más concurrida.

Permitáseme recordar con esta ocasión dos pasajes de la Historia   —32→   de Talavera, inédita, que escribió á principios del siglo pasado el diligente investigador D. Francisco de Soto, canónigo de la insigne colegial de Santa María28:

«En el año 1540, dice, se fundó en esta iglesia (de San Pedro) la Cofadría29 de la Minerba; y el Papa Paulo III, que entonces tenía la silla de San Pedro, concedió á los Cofrades las indulgencias de Santa María de la Minerba de Roma. Y como esta cofadría se fundó é instituyó en esta Iglesia primero que en las otras parrochias, por esta causa, se celebra en ella antes que en las otras la fiesta de Corpus Christi con mucha solemnidad de misa y sermon y muy solemne procesion.

En el año de 1568 se instituyó esta Cofadría en todas las otras parrochias de esta Villa por orden y solicitud de un guardian del Convento de San Francisco, que se llamaba el Padre Frai Juan de Salmeron, gran siervo de Dios y excelente predicador. Y en todas las Iglesias hicieron grandes fiestas del Sacramento aquel año; pero las de la parrochia de Santa Leocadia fueron las más aventajadas, así en la magestad con que se celebraron los divinos oficios como en las grandes riquezas que ubo en los altares y calles por donde anduvo la procesión y en las invenciones de polbora y de animales hechos de yervas; y en los autos y danzas, y en dar premios á los que hiciesen sonetos y coplas en loor del SSmo Sacramento; y en ayer casas adonde se hizo mesa franca á todos los que quisieron gozar de esta liberalidad; y fueron muchos, por que concurrió grandísimo número de gente forastera á la fama de estas fiestas, de las quales se escrivió un libro que se pudiera mui bien imprimir y diera mucho gusto el leerle.»

El segundo monumento que actualnente da gran valor al arco de que tratamos, es una piedra cuadrangular enorme y epigráfica, del siglo Augustéo, que he descrito en nuestro BOLETÍN30. Ya lo vió y transcribió en las notas de su viaje por España durante el año 1524 y los dos siguientes el erudito veneciano Andrés   —35→   Naugerio. En el mismo sitio que hoy ocupa, y á mediados del siglo XVII lo vió también el P. Ajofrín, diciendo31 que «por la parte de adentro que mira á San Pedro, enfrente del rastrillo de la puerta interior como entramos á mano izquierda, está una piedra con letras grandes siete dedos; y que tiene esta inscripción:

N. POMPEIO
CHRE

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EL ARCO DE SAN PEDRO EN TALAVERA DE LA REINA

  —33→  

La exactitud de la copia hecha por el P. Ajofrín, acaba de ser comprobada por nuestro doctísimo correspondiente D. Luis Jimenez de la Llave, el cual con la venia del dignísimo alcalde de Talavera ha practicado un hueco, que deja en descubierto la porción extrema del epígrafe, y permite medir en toda su extensión (1,69 m. de ancho por 0,69 m. de alto) la cara visible de la enorme piedra. Tal como está y mientras no se encuentran sus compañeras que completaban la inscripción, tanto puede atribuirse á un monumento funerario como á otro de distinto género; pero de ello no se sigue que el que ocupa haya sido su primer emplazamiento, y mucho menos que indique la edad de la construcción de la puerta, ni que se refiera al hijo del Gran Pompeyo. Probablemente en lo que falta se marcaba la tribu romana y la patria del personaje; y en su hallazgo están grandemente interesadas la Historia y Geografía romanas de Talavera.

La Real Academia de San Fernando ha expuesto y estimado en lo que vale el arco propiamente dicho; página monumental del arte de la época del Renacimiento, no menos apreciable para Talavera, que lo es para Madrid el templo de San Jerónimo. Mirado históricamente recuerda, generalmente hablando, el período señorial de los arzobispos toledanos sobre la villa, y singularmente la munificencia del célebre Cardenal de España D. Pedro Gonzalez de Mendoza dos años después de la conquista de Granada,   —36→   conforme lo atestigua la fiel inscripción cuyo calco os presento32.

imagen

No anduvo pues descaminado el egregio historiador talaverano D. Francisco de Soto, cuando escribió33:

«El noveno Señor de Talavera fué el Cardenal D. Pedro Gonzalez de Mendoza: este Cardenal hizo engrandar la Puerta que se llama de San Pedro, porque era mui baja; y tanvien mandó hazer diversos puentes en algunos arroyos que pasan cerca de esta Villa, que oy se conservan por ser de mui fuerte fábrica; y todas tienen sus armas.»



Conocida es y nombrada repetidas veces en los fastos de la historia de Talavera la puera de San Pedro. Mirando al Norte y teniendo enfrente la plaza de la Constitución, centro del comercio, da entrada al primer recinto amurallado de la ciudad, dentro del cual y casi contiguo á esta misma puerta se ve todavía el que fué templo parroquial de la advocación del Príncipe de los Apóstoles.

Qué tuvo bajo la dominación romana, visigoda y árabe, no nos lo dicen todavía las escrituras, que he podido haber á las manos; más una descubrí, y he sacado á luz en nuestro BOLETÍN34 por donde es fácil colegir cuán antigua hubo de ser para la puerta la denominación de San Pedro, al menos en boca del pueblo por razón de la iglesia parroquial adyacente.

El instrumento está fechado en Mayo del año 1204. Contiene la transacción ó avenencia de concordia que hicieron con la iglesia mayor de Santa María las demás parroquiales de Talavera. Pactaron   —37→   que al verificarse en lo sucesivo las letanías de costumbre ó rogativas procesionales que preceden á la fiesta de la Ascensión, reunido el clero de las parroquias en el templo de Santa María, saldrían de él en procesión y volverían á él habiendo pasado sucesivamente por los de San Pedro, Santiago el viejo y San Clemente35. Cita estas parroquias el instrumento como antiguas; por donde se echa de ver que la iglesia de San Pedro de Talavera, como su homónima de Madrid, debió de establecerse al propio tiempo de la reconquista y repoblación de la villa por Alfonso VI.

Otra demostración de la importancia histórica que conviene atribuir á esta puerta, resulta de la situación que viene ocupando en el perímetro de las que fueron murallas primitivas de Talavera, recinto indudablemente romano por su estribo y asiento, como ya lo vió y escribió Ar-Razí, historiador árabe del siglo IX.

De este recinto tres puertas antiquísimas, y no más se conocen. Es la primera la occidental, ó de Mérida, recién demolida y no presentando ahora sino informe montón de desoladas ruinas. Junto á ella se erguía el templo parroquial de San Clemente, también derribado casi en totalidad y utilizado para cementerio. Seguíase la puerta meridional ó del Rio destruída un cuarto de siglo há; por ella entraban los que venían á Talavera desde la opuesta márgen, cruzando el Tajo anchuroso sobre el único y largo puente. Entre ella y la puerta septentrional, ó la de San Pedro, descollaba mirando al Oriente el regio alcázar. Semejante disposición se acomodaba al perímetro natural de toda la fortaleza, que á manera de trapecio, ó digámoslo así, de triángulo desmochacho en su vértice, tiene por base el río y por lados dos arroyos que en él desembocan. El puente dió nombre é importancia á la ciudad vetónica ó lusitana que hubo aquí; y con este nombre recordó ó una hazaña de César, ó que aquel dictador reedificó el puente, cortado quizá en los días de las guerras civiles.   —38→   Caesarobriga, tanto quiere decir como puente del César; apelación, que en las inscripciones y en los geógrafos de la época romana vino á oscurecer la denominación primitiva de esta ciudad, quizá muy semejante á la misma que hoy ostenta. Sirva de ejemplo cosa no lejana á nuestros días. Cuando se quiso borrar el nombre de Játiva y sustituirlo por el de San Felipe, el pueblo hizo San Felipe de Játiva; y hoy nadie conoce aquella población sino por el nombre más próximo al primitivo Saetabis. Ni de otro modo Samarobriva, que los galo-belgas Ambianenses llamaron así en razón del renombrado puente sobre el río Sambre, cedió el puesto á la denominación común de las gentes (Ambiani, Amiens) cuya capital fué; lo que me hace pensar si por ventura Talavera, ó imagen (Talabaira) cómo la llamaron los árabes, sería capital del distrito de los Taláboros, cuyo nombre, conforme lo acreditan las lápidas, podía muy bien convenir á sus pobladores antes de la dominación romana.

En resolución, tres monumentos históricos encierra este arco de San Pedro; y su propio mérito artístico añadido á la remota antigüedad de la puerta sobre la cual se alzó en el siglo XV, le hacen muy recomendable.

Sin embargo, si razones de extrema necesidad y de fuerza irresistible hicieran de todo punto necesaria su demolición, la Academia podría someter á la elevada consideración del Gobierno que, sin perjuicio del derecho que tuvieren las partes interesadas, adopte las precauciones y resoluciones siguientes:

l.ª El derribo se hará á presencia de un delegado de la Academia de la Historia y de otro de la Comisión de monumentos.

2.ª Estos cuidarán que no desaparezca ni la lápida romana que ostenta el nombre de un Pompeyo, ni cualquier otro sillar que pueda aparecer con inscripción arábiga ó bien hebrea, latina ó castellana.

3.ª La escultura que representa á la Santísima Virgen, el doselete que la cubre, el escudo de los Mendozas y la inscripción del gran Cardenal de España, apeados que sean, habrán de colocarse á costa del Ayuntamiento en lugar digno.

4.ª Antes de proceder al derribo se anunciará éste con la debida publicidad, por si alguna persona llevada de amor patrio y   —39→   de entusiasmo por las glorias de Talavera quisiera hacer por su cuenta la demolición y reconstruir luego el arco en otro lugar. Si esto pudiera ser, la persona que lo llevara á cabo adquiriría la propiedad de cuanto compone el dicho arco de San Pedro.

5.ª y última. Como no basta la fotografía para dar razón de las pinturas murales, convendría sacar de ellas un dibujo iluminado, que con el de toda la puerta se archive en el Ayuntamiento.

La Academia resolverá lo más acertado.

FIDEL FITA.

Madrid, 27 de Noviembre de 1885.