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137-6. Mas jo, que te estrego, burra de mi suegro: vid. Juan de Luna: Diálogos familiares, 1619, pág. 458: «Xo, que te estriego, que largas le nacieron a v. m.» y lo traduce: «Ho, que je t'estrille, o qu'elles vous sont venues longues». También Celestina, I, edic. Cej., pág. 92; Cov., voz estregar; el dicho de Cerv. se encuentra en Avellaneda, cap. XXXV. (N. del E.)

 

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137-8. señoritos: R. M. y otros, señoricos; ninguno de los ej. que he examinado tiene señoricos, aunque sí, algunos una t rota, semejando una c. (N. del E.)

 

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137-10. dexenmos hazer el nueso: de - mos trata Hanssen, párr. 170; de nuesso por nuestro, Morel-Fatio, Romania, XXXIII, 272. (N. del E.)

 

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138-26. alcotan: R. M. deja acotan, como se lee en el orig. por ser pronunciación de Sancho. Cerv. no da a Sancho, en casos semejantes, una locución distinta de los demás. (N. del E.)

 

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138-30. haze correr la hacanea como una zebra: «fuyendo va el rey Marsin, caballero en una zebra», dice el romance de dicho rey; vid. Men. y Pel., Antol., IX, 246; cons. A. Castro R. F. E., XV, 173, sobre zebro. (N. del E.)

 

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139-32. mas: los edit. modernos leen mal. (N. del E.)

 

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140-25. El texto: ninugna. (N. del E.)

 

188

143-9. Pedro Vallés registra el refrán: «quien me vido y me ve agora, ¿quál es el coraçon que no llora?» (N. del E.)

 

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146-7. Angulo el Malo: comp. Nov. ejemp., III, 239-4. (N. del E.)

 

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146-10. Las Cortes de la Muerte: quizás sea el auto aludido el publicado por Men. y Pel. en Obras de Lope de Vega, III, 1893, pág. 592; cons. sus Estudios sobre el teatro de L. de V., I, 127; es de interés el artículo del Prof. Crawford: The Devil as a dramatic figure in the Span. relig. drama before L. d. V., en Romanic Rev., N. Y., 1910, 302 y ss., y 374 y ss. Parece también posible que Cerv. se inspirase para este episodio burlesco de la carreta guiada por un diablo en Amadis de Gaula, II, cap. XII: «Conociendo los caballeros que en la carreta venían, e a Leonoreta e a sus doncellas con ellos, hubo gran duelo de los ver... E cabalgando luego [Beltenebrós] en su caballo, demandó a Enil que le diese las armas; mas él le dijo: -¿Para qué las quereis? Dejad primero pasar estos diablos que aquí vienen. -Dadmelas, -dijo Beltenebrós-, que antes que pasen quiero tentar la misericordia de Dios, si le placerá que por mí sea quitada tan gran fuerza que entre sus enemigos hacen...» Vid. también, Florence Whyte, The Dance of Death in Spain and Catalonia, Baltimore, 1931, p. 145. (N. del E.)