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78-7. meneo dulce de las cantimploras: Cov.: voz cantimplora: «es una garrafa de cobre con el cuello muy largo para enfriar en ella el agua o el vino, metiéndola o enterrándola en la nieve, o meneándola dentro de un cubo con la dicha nieve»; Pell. comenta: con el calor del sol (al que el autor se dirige) se excita la sed en el estío, que obliga a menear las cantimploras. Ormsby lo traduce: «sweet stimulator of the watercoolers». Siguen algunos ejemp. sacados de Lope:


   Con que estés gorda tan presto
que encubras, por lo estofado,
las cantimploras del suelo.


-El premio del bien hablar, II, 17.                



   Los criados, señor, beben
en ausencia de la sed
de sus amos: di que suenen
las divinas cantimploras.


-Santiago el verde, I, 21.                


D. FER.  Paréceme que siento chapines.

JUL.  Ese ruido y el de las cantimploras dicen que es el mejor.


-Dorotea, I, 5.                


Vid. también la Carta de D. Diego de Astudillo: «Cuando conociendo por brújula el céfiro de la tarde, sosiega la cantimplora, y el galán vuelve a vestirse de negro». -Publ. en las Obras de Cerv. (Rivadeneyra), II, pág. 285.

D.ª María de Zayas: «acompañado todo con el licor del santo remedio de los pobres (que a fuerza de brazos estaba vertiendo hielo, siendo ello mismo fuego) que, por eso, llamaba un aficionado a las cantimploras remedio contra el fuego». -El castigo de la miseria. (N. del E.)

 

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78-12. con cuya ayuda el hombre engendra al hombre: En su tratado sobre la Física, II, 2, Aristóteles dice: «al hombre engendra el hombre, y el sol»; los eruditos consideran el pasaje vicioso y falto de claridad. Cons. Aristot. The Physics, Wicksteed and Cornford, Londres, 1929, I, pág. 126. (N. del E.)

 

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79-6. El texto: los. (N. del E.)

 

594

79-26. El texto: epitafioo. (N. del E.)

 

595

80-27. El texto: esto. (N. del E.)

 

596

82-1. la sentencia pasada: es equivocación porque viene más adelante. Tonson (1738) lo enmienda con: que pasó después; quizá tuviera el manuscrito: «si la sentencia, passada [despues], de la bolsa del ganadero»; en tal caso el cajista habría omitido el después, atraído por el de siguiente. (N. del E.)

 

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85-3. El cuento del báculo con las monedas de oro es de antiguo abolengo: vid. Migne, Patrologia graeca, tomo 103: Photii... opera omnia, págs. 574-5 (38); Rohde, Der griech. Roman., op. cit., 596 y nota 3; Dunlop, Hist. of Prose Fiction, op. cit., I, 11; Legenda aurea, Jac. a Voragine, cuya versión se halla en el libro de los Enxemplos (núm. 165); M. Gaster en Monatsschrift fuer Gesch. u. Wissenschaft des Judenthums, 1880, pág. 316; Hans Sachs, Das Gold im Stabe des Cydias, quien tomó su argumento de la obra Joannis Stobei... scharfsinnige Sprüche: traducción de G. Froelich, Basilea, 1551; Bolte en Anmerkungen zu d. Kinder u. Hausmaerchen der Brueder Grimm, IV, 1930, págs. 323 y 389. (N. del E.)

 

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85-29. El texto: se ha; en cuanto a: salía deste lugar, de vender: la frase es elíptica: salía deste lugar con el propósito de vender; tal como está en el texto de tiene la fuerza de para. (N. del E.)

 

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86-17. Algs. coment. omiten este y; Hartzenbusch, en su prim. ed. lee: miraua por las huérfanas menesterosas y doncellas honestas, se salió, etcét.; en su seg. ed.: contenta se salió, seguido por Fitzmaurice-Kelly (1898) y Benjumea (1883). (N. del E.)

 

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87-24. déxola: algs. edit.: dejóla. (N. del E.)