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ArribaAbajoBosque

B

Mientras el campamento dormía, un gigante blanco, aunque de tez bronceada, con un simple trapo pasado entre las piernas por todo vestido, estuvo espiando sin cesar, unas veces subido a las ramas de los árboles enormes que extendían su follaje sobre tiendas y chozas, otras deslizándose furtivamente como una sombra entre las mismas tiendas, al lado incluso de los mismos centinelas que montaban la guardia. No pudo ver nada; en cambio, oyó muchas cosas... Luego, poco antes de amanecer el misterioso espía se desvaneció entre la espesura del bosque vecino...


E. R. Burroughs, Tarzán y el hombre león.                


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Bastante bien hemos superado la primera prueba y nos encontramos con fuerza para adentrarnos en la B de BOSQUE.

La propuesta que ahora te presentamos se nos ocurrió un día leyendo un libro que encierra mil ideas interesantes para quienes quieran convertir las clases de Lengua y Literatura en puro gozo. El baúl volador se llama el libro; y su autora, Esperanza Ortega. En algunas de sus páginas, y a partir de la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, sugiere ideas muy interesantes para trabajar la poesía en el aula, que nosotros hemos tomado como punto de partida para la actividad que ahora te contamos, aunque con rumbo distinto.

Como seguramente conocerás, Bradbury cuenta en su novela la existencia de un mundo futuro en el que los seres humanos están obligados a ser felices. El Estado es el encargado de velar para que así sea. Con este fin, los libros han sido prohibidos. En opinión de sus mandatarios, la lectura obliga a pensar, y el pensamiento conduce inevitablemente a la infelicidad y la locura. Este Estado, siempre atento y vigilante, considera que los libros de imaginación son especialmente peligrosos: llenan el alma de los hombres y mujeres de insatisfacción y sufrimiento; y sólo producen seres marginales, gente inadaptada y desagradecida, incapaz de aceptar el mundo feliz que con tanto esfuerzo se ha construido para ellos.

Una extraña brigada de bomberos es la encargada -paradójicamente- de quemar los libros; y quienes son encontrados con algún ejemplar en las manos son encerrados. Pero pronto se organiza un movimiento de resistencia al régimen dictatorial. Sus miembros se   —20→   mueven clandestinamente, «son miles, que van por los caminos, las vías férreas abandonadas, vagabundos por el exterior, bibliotecas por el interior». Cada uno de ellos tiene encomendado aprender de memoria una obra literaria -que recitan constantemente- con el fin de protegerla del fuego y rescatarla del olvido.

Pero, te estarás preguntando, ¿y el bosque? ¿Qué pinta un bosque en todo esto? No seas impaciente.

Allá lejos, en el bosque que se encuentra al otro lado del río, desde donde la ciudad aparece sólo como un débil resplandor, allí habitan los libros que hablan. Aquí dejamos a Bradbury, y nos adentramos en nuestro bosque. Suena el viento y las ramas de los árboles empiezan a silbarnos al oído todas las historias que los hombres imaginaron. Historias tristes, que nos llenan de melancolía; historias divertidas y disparatadas, que alegran los corazones heridos; historias tiernas de final feliz, que endulzan las penas. Todas las historias que el viento olvidó enredadas entre las ramas.

Porque, al fin, has llegado, viajero, al Bosque de los Libros que Hablan.

Y serán, en esta ocasión, los niños los encargados de salvar un libro. Pero no vamos a pedirles a estas alturas que memoricen todo un libro. Bastará con que les propongas que aprendan un pequeño fragmento.

La actividad viene como anillo al dedo para clausurar una semana dedicada al libro; y los pasos a dar pueden ser los siguientes. En primer lugar, los niños deben seleccionar el fragmento de su libro favorito, aquel que ellos se llevarían al Bosque de los Libros que Hablan para salvarlo del fuego. Un monólogo o una descripción pueden ser textos ideales para lo que nos proponemos. Si más de un niño elige el mismo libro, intentaremos un acuerdo entre ellos para que busquen una parte dialogada y participen conjuntamente.

Pasarán, a continuación, a copiarlo e ilustrarlo con cariño; y a memorizarlo, aprendiendo a recitarlo con las   —21→   pausas, la entonación y el ritmo que exija el texto. Ellos mismos se pueden encargar también de buscar una música de fondo que transmita sentimientos y emociones que estén en consonancia con el fragmento literario. Todo este trabajo habrá que ir preparándolo en los días anteriores a la Semana del Libro.

Llegará por fin la jornada de clausura y la velada literaria en la que los niños habrán de recitar sus fragmentos. Es importante que el escenario reúna unas condiciones mínimas. Para ello, podemos preparar un decorado adecuado. El profesor de Educación Artística puede echar una mano y transformar el lugar en un bosque fantástico. La proyección de unas diapositivas adecuadas puede mejorar el clima e introducir a los oyentes en la historia que se cuenta. Si, como ocurre en muchos casos, el salón de actos es al mismo tiempo el lugar en que se montan las exposiciones de trabajos escolares y de libros infantiles, puedes ambientarlo como si fuera un bosque y clavar los textos en los troncos de los árboles (escritos en folios, simulando viejos pergaminos, añaden una nota de fantasía que el espectador agradece).

Los recitadores también pueden colaborar llevando al escenario un objeto alusivo al libro con el fin de conseguir una mejor ambientación. Como habrá muchos objetos y muy diversos, un proyector se encargará de destacar en el momento adecuado el correspondiente a cada intervención. Si además consigues convencer a los chavales para que se disfracen en consonancia con el texto, habréis puesto la guinda.

Conseguido el ambiente del que hablamos, imagínate al más trasto de tus alumnos, al pelirrojo de tus desgracias, ése que no consigues quitártelo de la cabeza ni en sueños; imagínatelo, digo, disfrazado de pirata, con un catalejo en la mano, recitando:

El rumor del agua estaba lleno de misterio y lo que brillaba allá a lo lejos eran los lomos de los delfines que acompañaban al barco pirata. Las   —22→   velas blancas chasqueaban con el viento. En lo alto del mástil ondeaba la bandera negra con la calavera y los huesos cruzados. La jarcia gemía y chirriaba, el timón crujía en cada viraje. Hombres intrépidos trabajaban en las vergas, gritando y riendo en competencia con las gaviotas. ¡Y qué azul era el cielo! En lo alto de la cofa estaba el Capitán Terror con su catalejo, vigilando la llegada de barcos extraños. Gritaba sus órdenes con voz clara. Todos los hombres estaban dispuestos para la lucha.


De gozada, vamos. Se os cae el teatro.

Pero si la calidad de los recitadores no supera un nivel mínimo, la velada puede resultar un tanto monótona. Para evitarlo, podéis hacer que algunos niños representen el papel de autores de los respectivos textos y se presenten brevemente a sí mismos y al libro que han escrito. El acto resultará más ameno aún si entre todos inventáis una sencilla historia que sirva de nexo entre los diferentes textos. Fahrenheit 451 puede servir como base de la misma, aunque es necesario que la adaptéis al nivel del grupo de niños. Para los más pequeños, no resultará complicado imaginar una historia en la que ellos mismos sean los protagonistas, y cuya arriesgada misión consista en salvar sus cuentos preferidos de la amenaza de desaparición que sobre ellos ha lanzado una malvada bruja.

Pero si, a esas alturas del curso, tu capacidad imaginativa anda ya un poco tocada del ala, recurre a algún cuento que conozcas. M.ª Luz Uribe -nos acordamos de ti- y Noëlle Granger tienen publicado un libro -Nomo Nemi Portero del Gran Bosque Verde- que te puede servir; y Joles Sennell un libro poético -El bosque encantado-, un canto a la narración oral.

Y, ya sabes, puesto que estamos en la B, puedes acudir a otros autores en busca de auxilio. ¿Por qué no Brunhoff, Jean; Barrie, James Matthew; Baquedano, Lucía; o Balzola, Asun? Seguro que Bravo-Villasante, Carmen, interesada como siempre por cuanto acontece en torno a   —23→   los libros, se encontrará al otro lado de la página esbozando para ti una sonrisa cómplice.

Como todo te ha ido de perlas, y por si acaso eres un perfeccionista y aún dispones de tiempo y ganas, sólo nos queda sugerirte una actividad complementaria.

Bella

Los niños pueden confeccionar un cuadernillo que, además del fragmento seleccionado -ilustrado como merece-, incluya un breve resumen de la obra de donde ha sido extraído y los datos biográficos más destacados del autor, así como sus libros más conocidos. Este trabajo puede pasar a formar parte de la exposición montada con ocasión de la Semana del Libro.



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ArribaAbajoCastalia

C

... Cuando yo uso una palabra -insistió Zanco Panco con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.

-La cuestión -insistió Alicia- es saber si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

-La cuestión -zanjó Zanco Panco- es saber quién es el que manda..., eso es todo.

Alicia se quedó demasiado desconcertada con todo esto para decir nada; de forma que tras un minuto Zanco Panco empezó a hablar de nuevo:

-Algunas palabras tienen su genio..., particularmente los verbos..., son los más creídos..., con los adjetivos se puede hacer lo que se quiera, pero no con los verbos... [26] Sin embargo, ¡yo me las arreglo para tenérselas tiesas a todos ellos! ¡Impenetrabilidad! Eso es lo que siempre digo.

[...] -Parece usted muy ducho en esto de explicar lo que quieren decir las palabras, señor mío -dijo Alicia- así que ¿querría ser tan amable de explicarme el significado del poema titulado «Galimatazo»? [...]

... Alicia recitó la primera estrofa:


Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas mulgiflaba.


L. Carroll, Alicia a través del espejo.                


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Como el viento corría ella, aquella tarde de otoño; las hojas secas revoloteaban a su paso, pero el perseguidor era más rápido y todo era inútil. Estaba a punto de desfallecer, cuando ante sus ojos apareció una fuente de oscuras aguas, Castalia se zambulló en ella, desapareciendo ante la obsesiva mirada de Apolo. La fuente recibió desde entonces el nombre de la ninfa CASTALIA. A partir de ese momento todos los peregrinos que se acercan al Parnaso y beben de ella reciben el don de la inspiración poética.

Beberemos agua de la fuente de Castalia para recibir la inspiración y convertirnos así en los creadores de Las aventuras de Citerea y de los amores de Cupido; llevaremos al cíclope en busca de su presa, a Circe en pos de su venganza o dirigiremos a Cibeles en su carro, tirado por leones, a lo largo y ancho de la tierra.

Con la escritura construiremos sólidos puentes hacia la lectura y Castalia nos servirá de gran ayuda. Crear, imaginar, inventar, comunicar y disfrutar son algunas de las conquistas que obtendremos escribiendo. Guiados por la inspiración y por la sed, a continuación os contamos algunas maneras de acercaros a la fuente de la ninfa.

Una pared se encuentra vacía y sola, la tapamos con papel y anotamos en ella un mensaje, después dejamos el rotulador para que los chavales puedan seguir escribiendo cuando sientan la necesidad de comunicar algo. Estos Mensajes de Pared los recogemos posteriormente en un cuaderno; no hace falta publicarlos, ya han estado expuestos a la lectura de todos durante cierto tiempo.

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La historia interminable, además de proporcionarnos instantes intensos, da nombre a otra posibilidad. En un momento dado ofrecemos a un muchacho el inicio de una historia; él la continuará y luego todos los demás miembros de la clase, cada uno seguirá donde lo ha dejado el anterior. Esta historia puede ser recogida en el periódico mural, para deleite de autores y de lectores de otros cursos.

Las Mil y Un Historias se basa en una estructura escrita previamente, igual para todos, pero inacabada. Este medio texto tiene cuatro o cinco partes bien diferenciadas y limitadas por una línea de puntos. Después de que los escritores completen la historia, se cortan los folios por la línea de puntos, pero sin llegar hasta el final, así la hoja queda como si tuviera flecos. Se juntan todas y luego se encuadernan con tapas duras y un espectacular título. De esta forma podremos leer muchas, muchas historias diferentes. Esta idea ha sido utilizada recientemente por Kveta Pacovská en su libro Teatro de Medianoche (Montena, 1993) y por Norman Messenger en Sesenta mil personajes (Acanto, 1993), pero ambos lo han hecho con ilustraciones, no con textos.

En Tiempos de Maricastaña... consiste en proponer a los escribas un comienzo concreto, que bien puede tener su origen en un libro determinado o en un cuento. Ellos continuarán la historia hasta concluirla como su imaginación les vaya dictando. Estas narraciones pueden tener una sección dentro de la revista escolar y darse a conocer mediante sus páginas.

Juntos pero no Revueltos pretende causar el desconcierto de los niños y motivar su imaginación mezclando en un mismo ámbito a unos personajes antagónicos y sorprendentes. Cenicienta y Tarzán harían una pareja cuando menos rara y curiosa, y de ahí saldrían muchas interpretaciones distintas. Estas historias llenarán un espacio de la Radio Escolar, para regocijo de la audiencia.

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... Y Colorín Colorete trata de empezar la casa por el tejado, es decir por donde se termina. La propuesta que les hacemos a los chavales, en esta ocasión, es la de un final determinado. Ellos tendrán que crear una historia que llegue al desenlace que nosotros les ofrecemos. Para ver la diversidad creativa de los autores les podemos dar a todos el mismo final, y así comprobaremos cómo todos los caminos llevan a Roma.

Cepillo

El Azar es un medio idóneo para sugerir ideas y para hacer que lo inverosímil adquiera visos de realidad a través de la escritura. Juntar en un mismo papel objetos contradictorios, con personajes extraños, dará sin lugar a   —30→   dudas invenciones muy interesantes y divertidas. El humor es un generador incombustible de imaginaciones y por ende de palabras.

Algunas de estas posibilidades y otras muchas han surgido del inagotable manantial de Rodari, que con su Gramática de la fantasía ayudó y ayudará a beber a muchos niños de la fuente de Castalia.

Durante miles de años los libros creativos -poéticos, narrativos o filosóficos- no se escribían para ser leídos en la intimidad y en soledad. En la Antigüedad Clásica era costumbre que el escritor reuniese a un grupo de amigos para leer la nueva obra. La lectura era concebida como una tertulia en la que se recitaba, declamaba o leía; en ella se establecía una comunicación plena entre el autor y sus futuros lectores.

Esta costumbre clásica nos servirá de guía para crear un foro de comunicación dentro del aula: La Tribuna. Este lugar físico y algo preeminente, servirá para contar, leer, improvisar, narrar... Los textos inventados con las sugerencias anteriores tendrán en la Tribuna un medio de difusión excelente; pero no sólo estos sino otros temas de variada índole y procedencia encontrarán aquí su ágora.

Inventar imaginando y luego comunicarlo a los demás son dos realidades inseparables e imprescindibles, si queremos que la fantasía inunde de palabras el aire y las hadas cuiden nuestros destinos.



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