Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

31

A este respecto cabría destacar la ley IX sobre «Que los Indios que trabajaren en minas, huertas y otras haciendas tributen». (Felipe II. 1575, vol. II, fol. 209r), la X sobre «Que los Indios ocupados en estancias, obrajes y otros ejercicios tributen para el Rey» (Felipe II. 1593, vol. II, fol. 209r) o la XVI, en la que se ordena «Que los Indios paguen al Rey por servicio el requinto, el tostón y demás de sus tributos» (Felipe II. 1591, vol. II, fol. 210r).

 

32

Aspecto al que hace referencia asimismo Ricard cuando explica que la primera frase del manuscrito náhuatl «signifie simplement que la pièce se déroulait en présence de Santiago, que l'on voulait ainsi honorer» (1932, p. 68).

 

33

Esta afirmación ha sido rebatida por Fernando Horcasitas, para quien «con tres excepciones, no existe el menor vestigio del teatro misionero entre los indígenas modernos» (1974, p. 163). Sin embargo, el investigador mexicano cita precisamente «el ciclo de Santiagos, Moros y Cristianos y Pilatos» como la más importante de dichas excepciones, ya que este tipo de danzas y representaciones «siguen con gran popularidad y a veces todavía se representan en náhuatl» (pp. 163-164).

 

34

Su fallecimiento, retrasado por Margit Frenk hasta 1603 -véase Fernán González de Eslava, Villancicos, romances, ensaladas y otras canciones devotas (Libro Segundo de los Coloquios espirituales y sacramentales y Canciones divinas), edición crítica, introducción, notas y apéndices de Margit Frenk, México, El Colegio de México, 1989, pág. 19- ha sido adelantado hasta 1599 por Humberto Maldonado Macías («Testamento y muerte de Fernán González de Eslava», Literatura mexicana, II, núm. 7, 1991, pp. 175-194).

 

35

En 1588 se le ofrecieron mil doscientos pesos «de oro común» por una comedia para el Corpus. Véase el aún imprescindible estudio de Amado Alonso, «Biografía de Fernán González de Eslava», Revista de Filología Hispánica, año II, n.º 3, 1940, pp. 213-321 (256 y 264).

 

36

Para el 12 de diciembre de 1574, en el ámbito de los mismos festejos, estaba prevista una representación a cargo de los jesuitas, que habían llegado a México en 1572 y acababan de inaugurar sus estudios públicos (véase Rojas Garcidueñas, op. cit., p. 77). Suspendida esa función a causa de los sucesos acaecidos en los días precedentes, sus primeras actividades escénicas quizá se retrasaron hasta el 29 de junio (día de San Pedro y San Pablo) de 1575, día en que se representó una tragicomedia sobre las injurias inferidas por los herejes a la Iglesia romana y sobre las felonías aún recientes del sultán turco Selim II. Esas actividades habían de culminar el 2 y el 9 de noviembre de 1578 con la puesta en escena de la Tragedia intitulada Triunfo de los Santos, en que se representa la persecución de Diocleciano y la prosperidad que se siguió en el Imperio de Constantino, espectáculo que mostró mejor que ningún otro el interés por el aparato escénico, por el lujo de vestuarios y decorados que caracterizó al teatro renacentista. Desde luego, los jesuitas también fomentaron la escenificación de coloquios, que propendían a las contiendas o debates teológicos.

 

37

González de Eslava era plenamente consciente de los recursos que utilizaba y de su función, como prueba la «loa al virrey don Martín» del Coloquio VII:


Por estar tan estragadas
las voluntades hoy día,
damos las cosas sagradas
cubiertas con alegría,
como píldoras doradas.



(Coloquios espirituales y sacramentales, edición, prólogo y notas de José Rojas Garcidueñas, México, Porrúa, 2 vols., 1958, I, p. 208).

 

38

La hipótesis de que fuera oriundo de Navarra y de que naciera en tierras leonesas fue expuesta por Amado Alonso, artículo citado, pp. 266-273.

 

39

Véase Flores de varia poesía, prólogo, edición crítica e índices de Margarita Peña, México, Secretaría de Educación Pública, 1987, pp. 283-284 y 366-369. Cuatro sonetos laudatorios completan la producción poética de González de Eslava (véase Villancicos, romances y ensaladas, pp. 425-434).

 

40

El P. Pedro Sánchez, primer Provincial de la Compañía de Jesús, escribe a su superior Everardo Mercuriano: «Había que atender primero a los ministerios educativos de españoles y criollos, en cuanto ellos propician con sus donaciones estas fundaciones. Además de que deben encontrarse bien preparados para educar y gobernar a estos indios cuya formación les está encomendada, por lo cual deben estar también agradecidos los indios» (Cfr. Monumenta Mexicana, vol. 1, p. 514).