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ArribaAbajo Sobre Octavio Paz

Octavio Paz, Hombres en su siglo y otros ensayos, Barcelona, Seix Barral, 1984.


Edward J. Mullen


University of Missouri-Columbia

Octavio Paz es sin duda una de las voces más sobresalientes de la literatura hispánica actual y la reciente publicación de su Hombres en su siglo comprueba esta aseveración. A pesar de su justa fama como poeta no se debe echar al olvido la importancia de su obra ensayística que comprende los siguientes títulos: El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957; 1971), Puertas al campo (1966; 1972), Corriente alterna (1967), Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (1967), Marcel Duchamp o el castillo de la pureza (1968) y su reedición ampliada Apariencia desnuda (1973), Conjunciones y disyunciones (1969), Posdata (1970), El signo y el garabato (1973), Los hijos del limo (1974), El ogro filantrópico (1979), In/mediaciones (1979), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), Tiempo nublado (1983) y Sombras de obras (1983).

En la vasta obra de Paz, ambas, poesía y prosa, se complementan, reflejan e iluminan mutuamente; forman parte de un todo orgánico y atestiguan un pensamiento integral y sistemático. De la crítica literaria con que inició su carrera de escritor desde las páginas de la revista mexicana Taller, fue extendiéndose a la poesía y al ensayo formal. A la manera de muchos de los mayores pensadores del mundo, Octavio Paz ha extendido su poesía en penetrantes obras en prosa que abarcan las perennes preocupaciones del hombre y que se enriquecen con nuevas ideas y perspectivas: literatura, filosofía, antropología y política. La preocupación dominante en sus ensayos es la de comprender e iluminar el destino del hombre y su cultura.

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Ahora, desde la perspectiva de la madurez, Paz ha reunido en esta colección catorce ensayos anteriormente inéditos sobre una amplia variedad de tópicos que van desde México y los poetas de la Guerra Civil española hasta una breve nota que conmemora el quinto año de la publicación de la revista Vuelta. El presente volumen reúne los siguientes trabajos de Paz: «La tradición liberal», «Dostoievski: el diablo y el ideólogo», «Inicuas simetrías», «México y los poetas del exilio español», «Televisión: cultura y diversidad», «El pacto verbal», «José Ortega y Gasset: el cómo y el para qué», «Memento: Jean-Paul Sartre», «Las contaminaciones de la contingencia», «Cristianismo y revolución: José Revueltas», «Kostas Papaioannou (1925-1981)», «Ignacio Chávez, fundador», «Constelaciones: Breton y Miró» y «Quinta Vuelta». Estos no son ensayos, en el cabal sentido de la palabra, sino más bien varias clases de discurso (entrevistas, conferencias, reseñas de libros, reminiscencias) en los que la pluma de Paz campea libremente sobre un número ilimitado de tópicos. A pesar de que no es un libro orgánico (y se debe reconocer que aun El laberinto de la soledad no es sino una colección de ensayos) ofrece a los estudiantes y lectores de Paz acceso a materias que de otro modo no estarían a su alcance.

Si existe alguna cualidad distintiva en este libro, es el aire de lúcida melancolía con el que Paz recuerda las figuras que sabe han conformado en sumo grado nuestras percepciones de la cultura occidental contemporánea: José Ortega y Gasset, Jean-Paul Sartre, José Revueltas, Ignacio Chávez, André Breton, Joan Miró, etc. Las reflexiones de Paz acerca de estos hombres, aunque enmarcadas por memorias biográficas, a menudo se convierten en discusiones incisivas de temas sobre los que ya ha escrito en otras ocasiones: la conciencia de la soledad, la existencia desgarrada y desolada, el amor como lo más fundamental, las correspondencias y la continuidad entre el pasado y el presente, la supremacía mística de la poesía, la noción de la otredad, la persistencia del pasado de México en su realidad presente, los efectos deshumanizates de la tecnología moderna y una persuasiva desconfianza del totalitarismo. Por tanto, diseminadas a través de estos ensayos, se encuentran repetidas alusiones a las fórmulas intelectuales, morales y estéticas hechas previamente por Paz, pero replanteadas aquí con frescura y nuevo vigor.

«Las contaminaciones de la contingencia» (pp. 127-140) cristaliza en forma brillante la actitud fundamental de razonada moderación que se advierte en la mayoría de los artículos contenidos en este libro. Aquí Paz, tomando una postura algo distinta de la de sus primeros años, desafía eficazmente algunos de los excesos de la crítica moderna así como de las insinceras justificaciones retóricas dadas por algunos de los intelectuales latinoamericanos en cuanto a la violencia reciente en Centro América. Paz se enfrenta con el problema de la crítica moderna con una mezcla de ironía y buen humor al desafiar a los practicantes de la critica neo-académica que han escamoteado el placer del texto:

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Me parece que los defectos de la crítica moderna no son únicamente de orden literario sino intelectuales y morales. El crítico literario contemporáneo se apoya, para juzgar a una obra, en las llamadas ciencias sociales y humanas; desde ellas imparte sus juicios seguro de que sabe más sobre la obra que el autor mismo. La sociología le otorga un saber omnisciente; el psicoanálisis y la lingüística hacen de cada profesor un mixto de Aristóteles y Merlín. A Gracq le escandaliza que los críticos vean al poeta y al novelista como «un producto, una secreción del lenguaje». Tiene razón pero es más grave condenar a un artista o a un pensador porque no cree o no piensa como nosotros. La infección literaria es menos virulenta y nociva que la infección ideológica. La primera consiste en una inversión de la perspectiva tradicional: no ve al autor como al creador de un lenguaje sino al lenguaje como al creador de un autor; la segunda juzga a los autores no por lo que dicen sino por las consecuencias de su decir: ¿es favorable a adverso a los intereses de mi partido? (pp. 128-129).



En el mismo ensayo, Paz se plantea de nuevo, pero detrás de otra máscara (léase: la sangrienta guerra de guerrillas en El Salvador) el problema ético de los fines y los medios, el cual él considera con razón como el tema central de nuestro siglo:

Los intelectuales que se llaman así mismos de izquierda -una denominación que ha dejado de tener un sentido preciso- son insensibles a estos argumentos. En cuanto un hecho desmiente sus esquemas simplistas, mueven la cabeza, sonríen y acusan de «empirismo» a sus opositores, ciegos «ante la complejidad del tejido social e incapaces de pensar los fenómenos sociales como totalidades». Verborrea y suficiencia. Es como si un tejedor, por amor a la geometría de su diseño, se empeñase en no ver los agujeros de su tejido. Las teorías sirven para explicar los hechos, no para escamotearlos. Tampoco para sustituirlos por entelequias ideológicas. Cuando los hechos desmienten a las teoría, hay que abandonarla o modificarla. Esto es lo que no han hecho esos intelectuales. (p. 132).



La importancia de este libro es clara, no sólo porque ha resuelto el problema obvio del lector de Paz de hallar en forma accesible los textos íntegros, sino porque reunidos ahora todos ellos en un solo volumen, éste nos incita a sumirlos otra vez en la obra del gran pensador con la sorpresa y la avidez de un descubrimiento recién hecho.