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651

El frac azul, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Manini Hnos., 1864, 231. Todas las citas corresponden a esta edición. (N. del A.)

 

652

También Pérez Escrich defiende en algún momento la calidad y la pureza del teatro español, que todavía tiene decoro y decencia; en España el público no admite la farsa grotesca ni tampoco el melodrama; y el teatro nacional aún no se ha prostituido (163) (N. del A.)

 

653

Cansinos-Asséns, Ob. cit., 100. (N. del A.)

 

654

Opina Ernesto Bark [Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, 1901] que son «las confesiones de un hijo de siglo» (65). (N. del A.)

 

655

Mencionemos al menos otro texto pertinente: «La conquista de Madrid», La cofradía de la pirueta, Madrid, Renacimiento, ¿1920?, 151-191, por Emilio Carrere. Esta novela corta es la historia tragicómica de los múltiples fracasos de Pedro Alonso de Argamasilla, joven soñador sin voluntad, que llega a Madrid para conseguir una posición social y así borrar su pasado provinciano. ¡Nuestro héroe sólo llega a conquistar los divanes del café y nada más! Después de ser robado por Isabel, doctora en las artes de barragana, se pone a escribir un melodrama y con otro fracaso a cuestas se convierte en polichinela desorientada. La novia de antaño, apetitoso pedazo de carne ya casada y mujer cínica, pasa a ser amante de Pedro Alonso, quien es testigo del drama del cornudo cuando el marido sorprende a los amantes. Asfixiado por la ciudad y cogido nuevamente en las mallas de la pobreza, la tragicomedia burlesca de su vida termina en la más completa desilusión y se vuelve al pueblo sin haber conquistado Madrid, «ciudad maga, la ciudad canalla que devora el cerebro, gasta el corazón y machaca los ideales» (191). (N. del A.)

 

656

Vicente Blasco Ibáñez, Obras completas, I, Madrid, Aguilar, 1964, 1365-1516. Sobre La horda; véase Carlos Blanco Aguinaga, Juventud del 98, Madrid, Siglo XXI, 207-212. (N. del A.)

 

657

Eugenio de Nora [La novela española contemporánea, Madrid, Gredos, 1958] coloca a Carrère en el capítulo «El agotamiento del realismo. Retorno a la novela costumbrista», diciendo que es «un escritor desdibujado e intercambiable, a pesar de su fecundidad y de la relativa inquietud que le hace abordar tipos y temas diversos. En lo esencial es siempre el mismo. Vacilando y recogiendo... elementos casi siempre envejecidos ya, del folletín, de la novela erótica, del costumbrismo neorromántico, o de la prosa y el espíritu arcaizantes y formalistas del modernismo en decadencia, pocas páginas novelescas suyas pueden leerse hoy con admiración o interés» (353). (N. del A.)

 

658

Un buen ejemplo de ese procedimiento típicamente modernista de embellecer con imágenes literarias el acto sexual es la historia «Una aventura de amor» incluida en Rosas de meretricio (Madrid, Sanz Calleja, s.a., 41-58). Tampoco falta aquí una fugaz alusión al Marqués de Sade.

En el mismo libro [«Las manos de Elvira», 193-197] se condena la bohemia como negro camino solitario, de pobreza y miseria, sin Musseta y Mimí. Murger, pues, ha envenenado y hechizado a nuestra juventud (197). Frecuentes son las páginas en las cuales Carrère critica la vida absurda de la bohemia, recalcando sobre todo sus aspectos más ruines. (N. del A.)

 

659

Emilio Carrère, El reino de la calderilla (Madrid, Ediciones Rivadeneyra, s.a.), 10-11. (N. del A.)

 

660

El mismo libro, cuya primera edición parece haber sido de 1912, trae otros tres relatos: «Bienaventurados los mansos», «La conquista de Madrid» y una leyenda «El espadín del caballero Guardia» (N. del A.)