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671

La edición llamada definitiva (Barcelona, Mundial, 1929) lleva prólogo afectuoso de El Caballero Audaz (7-13). (N. del A.)

 

672

Hasta ahora no he podido localizar un ejemplar del libro titulado El pobre Abel de la Cruz (Madrid, Biblioteca Hispania, 1923), que trae además una lámina con el retrato del autor pintado por Julio Romero de Torres. (N. del A.)

 

673

En cuanto a los valores simbólicos de los personajes se lee en la novela: «...Cándida, era la Carne; Ramonet, el Ansia. Cándida, la Vida, Ramonet, el Deseo... Y la Vida y el Deseo, la Carne y el Ansia, se buscan eternamente, se encuentran siempre en cada esquina y se abrazan como amigos inseparables, pero no se comprenden nunca y regañan y se separan y vuelven a buscarse por todas partes, eternamente, eternamente... (184)». (N. del A.)

 

674

Para completar un estudio más destallado del que aquí se propone, habría que ver también sus frecuentes colaboraciones (a veces meros fragmentos de obras mayores) en las revistas populares de la época (La novela corta, La novela teatral, Los contemporáneos, La novela semanal), así como varias otras obras de teatro, género que solamente me concierne aquí de manera marginal. (N. del A.)

 

675

Se incluye en el texto una buena semblanza del pintor Lucas Armengol, bohemio sentimental y melancólico, cuya pintura impresionista se analiza con nimio detalle y evidente conocimiento de la historia del arte (233-236). (N. del A.)

 

676

Sobre la visión bronca y apicarada de la bohemia en Pedro Luis de Gálvez son acertadas las palabras de Cansinos-Asséns, Ob. cit., 107. (N. del A.)

 

677

Excelente e informativo es un viejo ensayo de Guillermo de Torre titulado «Evocación de un olvidado: Cansinos-Asséns», Las metamorfosis de Proteo (Buenos Aires, Losada, 1956), 116-126. (N. del A.)

 

678

Ibídem, 125-126. (N. del A.)

 

679

El amigo Irisarre, al exponer su actitud ante el arte, proclama su huelga: «...Me he desengañado de todas las bellas teorías sobre el carácter generoso del arte. Soy ahora un convencido de la virtud dignificadora del precio. Creo que un arte sin precio es un arte sin valor. El precio atempera, justifica y ennoblece... Soy un proletario individualista. Me reúno con artesanos... Y ahora, querido amigo, voy a acostarme, porque vivo bajo la dictadura del despertador. Haga usted también su huelga de poeta. Es mejor que la cura de aire» (100-101). (N. del A.)

 

680

En un trabajo escrito hace tiempo yo estudiaba el tema en varias novelas hispanoamericanas (Amistad funesta, De sobremesa, Ídolo rotos, Sangre patria, Resurrección y algunas más). Véase «El arte y el artista en algunas novelas modernistas», Temas del modernismo y otros estudios (Madrid, Gredos, 1974), 261-293. En el mismo volumen se incluye «El oro de Mallorca: breve comentario sobre la novela autobiográfica de Darío», 43-61. (N. del A.)