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Se trata de Barcelona à la mano, Compuesto por Don Joseph Algava Marques y Bellon, natural de la ciudad de Alcaras en Castilla la Nueva y residente en esta capital, Barcelona, 1778. En esta obra, además de dar el autor la lista de calles, gremios y conventos e iglesias, saca el cómputo de sus habitantes, que ascienden a 98447.

 

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«La platería es excelente; sus obras de vidrio son émulas de las de Valencia; sus obras de acero, y especialmente la cuchillería y todos los instrumentos de cirugía, toda especie de armas, las obras de laton, las fabricas de indianas, colchas, etc. son los objetos en que estriva la riqueza de los vecinos de esta Ciudad, que concurren al consumo universal de España e Indias, y aun á varios Reynos extranjeros [...]. En Barcelona, como en todo el principado, se mira con bochorno al que no trabaja: la inacción está caracterizada de vicio por la opinión y esta ultima adjudica la estimación con entusiasmo á toda persona laboriosa», Encyclopedia metódica, op. cit., p. 260 a, b.

 

723

«Juventud triunfante. Autobiografías. Alejandro Sawa», en Alma Española, 3 de enero de 1904, pp. 10-11. Este texto fue reproducido luego en Iluminaciones en la sombra, Madrid, Biblioteca Renacimiento, 1910; puede leerse en la excelente edición anotada por Iris M. Zavala, Madrid, Ed. Alhambra, 1977.

 

724

Rafael Cansinos-Assens, «Alejandro Sawa, el gran bohemio», Índice, XV, n.º 149 (mayo, 1961), pp. 22-23. El texto vuelve a aparecer en el primer volumen de sus memorias, La novela de un literato, I, Madrid, Alianza Editorial, 1982, p. 71. Este mismo escritor sitúa así a Sawa en el panorama literario: «Simbolistas, parnasianos y decadentes les han enviado (de París), con Alejandro Sawa, un nuncio extraordinario. Lo que Ganivet ha sido para la generación del 98, lo ha sido A. S. para los jóvenes del 900. Ya no se piensa en Taine ni en Montaigne, sino en Verlaine y Mallarmé» (Las Escuelas Literarias, Madrid, 1916, p. 274, cit. por J. Cejador y Frauca, Historia de la lengua y la literatura castellana, t. IX, Madrid, Gredos, 1973, p. 433). Martínez Ruiz, en su Charivari, opina: «Sawa quiere ser aquí una especie de Moréas» (Azorín, Obras completas, I, Madrid, Aguilar, 1975, p. 147). El destierro que menciona parece ser, con seguridad, una pura invención del bohemio. Allen Phillips, en su fundamental estudio Alejandro Sawa, mito y realidad, Madrid, Eds. Turner, 1976, p. 65, afirma: «Yo creo que fue a París sencillamente por tratarse de París y para realizar el sueño de tantos adolescentes, y no por un delito de imprenta como se ha dicho alguna vez».

 

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A. Sawa colaboró con nueve artículos en Alma Española, siendo el primero «Canalejas y la Academia», publicado el 20 de diciembre de 1903; el último apareció en el último número de la revista, el 30 de abril de 1904: se titulaba «Jornada histórica». Cinco de ellos se encuentran recogidos en el apéndice de la ed. de Iluminaciones preparada por Iris M. Zavala, cit.

 

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La Carnaza fue publicada en 1884. Datos sobre Romero Quiñones encontramos en Juan Ignacio Ferreras, Catálogo de novelas y novelistas españoles del siglo XIX, Madrid, Cátedra, 1979: lo califica de autor «rigurosamente olvidado» pero de copiosa producción; además de novelas publicó libros de sociología y sobre temas diversos; opina que sus novelas «pueden ponerse en relación estrecha con López Bago». El loburmano [sic]. Novela sociológica original fue publicada en Madrid en 1894.

 

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López Bago fue procesado por tres de sus novelas: La Prostituta, La Pálida y El Cura, y según confesión propia, sus libros se vendían abundantemente. Era mayor que Sawa, pues nació en 1855 -el autor de Iluminaciones vio la primera luz en Sevilla en 1862- y, según Federico Carlos Sainz de Robles, estudió Medicina en Madrid (Ensayo de un Diccionario de Literatura, t. II, Madrid, Aguilar, 19643, art. «López Bago»). Luis López Jiménez, en su libro El naturalismo y España, Madrid, Alhambra, 1977, lo califica de «extravagante y anticlerical médico», autor de novelas «de un Naturalismo degradado» (p. 24). Es muy posible que al regreso de Sawa, en 1896, López Bago haya marchado ya a América (J. I. Ferreras fecha este viaje hacia 1890 mientras que Cejador lo retrasa hasta hacia 1900, op. cit., p. 235), y allí publica El separatista, La Habana, s. f., pero parece ser de 1895, y Carne importada, Buenos Aires, s. f. Pío Baroja, que dice oyó hablar con escándalo de López Bago en Pamplona, en los juveniles años, cuando habitaba en esa ciudad con su familia, nos informa que lo vio en 1915 ó 1916 «en la redacción del periódico España» (Obras Completas, VII, Familia, infancia y juventud, Madrid, Biblioteca Nueva, 1949, p. 567). Murió en Alicante, en octubre de 1931.

 

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El Cura (Caso de incesto). Novela médico-social, Madrid, Juan Muñoz y Compañía, Editores, s. f. El Apéndice de López Bago, titulado «Vosotros y yo», ocupa las pp. 259-292, y el de Alejandro Sawa las pp. 295-309.

 

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Todas las novelas que aquí comentamos aparecieron en Madrid, Juan Muñoz y Compañía, Editores, y no llevan fecha de publicación. En los apéndices, Eduardo López Bago suele publicar traducciones, hechas por él mismo, de textos teóricos de Zola: serían, pues, las primeras que aparecen en España, ya que preceden en algunos años a las citadas por W. T. Pattison. Aclara el novelista la finalidad que persigue con ello: «Conviene mucho que las opiniones de monsieur Zola se conozcan en España, y se discutan aquí donde tanto se discute el naturalismo, y sin embargo no se discute, como se ha discutido en Francia, seriamente» (Apéndice a La Pálida, p. 278).

 

730

Op. cit., p. 262. Las otras dos novelas de la trilogía anticlerical también vieron la luz en la editorial mencionada, sin hacer constar la fecha de publicación: El Confesonario. Satiriasis. Segunda parte de El Cura, y La Monja. Tercera parte de El Cura.