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II. Supuesto parto de una supuesta reina

Vicente de la Fuente


Al visitar en el verano de 1853 el archivo de Ledesma encontré un pergamino grande, como de dos cuartas y media de largo, que aun conserva cuatro sellos de cera pendientes de cordones. Con sorpresa ví que era una declaración de suposición de parto, que una titulada Reina Doña Juana, mujer del Rey D. Sancho, hacía en Valladolid en la Era 1340, ó sea el año 1302.

Son testigos D. Tello fijo de D. Alfonso fijo del Infante de Molina, e D. Garcia Fernandez de Villamayor, e D. Fray Juan obispo de Lugo, e D. Arias Perez Pardo Dean de la iglesia de Santiago, e Fernan Gomez de Toledo Camarero mayor del Rey; e otras varias personas notables.

Doña Juana declara «que D. Pedro, que ella e D. Sancho su marido decían que era su fijo, que non era su fijo de esta Doña Juana nin del otro D. Sancho su marido, e que ella por mala vida que le daba el dicho D. Sancho, e por miedo que la mataría ó que la desampararía, e casaríase con otra, hizo que mandaran catar un niño pequeño recién nacido, e que fallaron á este niño, e que dijo que lo pariera ella, e que lo fizo así creyente á D. Sancho su marido, e que lo ficieron batear, e que le pusieron por nombre D. Pedro.»

El infante fué heredado en Ledesma para que viviese decorosamente, y en el presbiterio de la iglesia mayor se ve su sepulcro con estatua yacente de mármol, y no despreciable ejecución129.

Pero, ¿quién era esta Reina Doña Juana y quién este Rey Don Sancho?

Atendida la fecha de 1302, parecía que no podía ser otro que

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D. Sancho el Bravo. La circunstancia de dar mala vida á su mujer, y demás que allí se dicen, retratan al que llamaron Bravo pronunciando mal la primera letra, que debía ser P, según algunos130.

La mujer única de D. Sancho el Bravo, y aun antes de ser Rey, era, como todos sabemos, Doña María de Molina, ó sea Doña María la Grande. Pero esta, cuyo nombre era Doña María Alfonso, hija legítima del Infante D. Alfonso de Molina, no se llamaba Juana. Tuvo sí un hijo que se llamó Pedro y nació en Valladolid, en 1290, pero no era primogénito, pues antes de este tenía ya una hija y tres hijos. No podía ser pues, Doña María la Grande quien cometiese aquella superchería, ni tampoco estaba en el carácter magnánimo de aquella tan virtuosa como discreta y varonil Señora.

Pero, ¿sería Doña Juana alguna de las mancebas ó amigas del Rey, que se atreviera á titularse Reina, prevaliéndose de las revueltas de Castilla en 1302, y del partido que sacaban los émulos de Doña María del casamiento, incestuoso y sin dispensa, que hizo con su primo D. Sancho? Esto parecía más probable; pero no sin tropiezo. Entre las amigas de D. Sancho el Bravo se cuenta á Doña María Alfonso de Ucero, cuyo hijo sacó de pila la misma Doña María de Molina. Se dice que tuvo también una hija, llamada Doña Teresa Sánchez, en una Señora de la Bureva, y un tal Alfonso Sánchez en otra amiga cuyo nombre se ignora.

¿Quién era pues, esa titulada Reina Doña Juana? La historia no habla absolutamente, que yo sepa, acerca de tal mujer, ni de tal amiga. Cuando Doña María de Molina puso sitio á Paredes se hallaban allí Doña María, mujer del Infante D. Juan que se titulaba Rey y Doña Juana madre del Infante. ¿Se apellidaría Reina esta Señora por titularse Rey su hijo el Infante D. Juan?131.

Aumenta las dudas el observar que, á pesar de sellos y firmas,

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al parecer auténticos, D. Fray Juan Fernández, obispo de Lugo, no lo era en 1302, y la fecha quizá sea de 1350 en vez de 1340132.

Mas en la crónica de Fernando IV aparece el pasaje siguiente en el cual se deja entrever el motivo que hubo para fingir que se había cometido esta superchería133.

«É el rey, estando en Valladolid, llególe mandado de cómo D. Sancho, su cormano, fijo del infante D. Pedro, era muerto134; é porque andava uno por su fijo de D. Sancho que non lo era, que él que fincava por eredero de las villas é de los lugares que D. Sancho avía, que son estos: Ledesma, Salvatierra, Miranda, Montemayor, Granadilla, Galisteo; é otrosí, porque el rey tenía que D. Alfonso fijo del infante D. Fernando, non le toviera el pleyto que avía puesto con él, acordó de le tomar á Alva é á Béjar é todos los otros lugares que le avía dados. É el rey salió de Valladolid, é fue á Alva; é çercóla, é púsole engeños, é tomóla; é fue luego á Ledesma, é falló y á Doña Juana, mujer que fue deste D. Sancho, é que tenía á aquel moço, é que desían á él que non era su fijo, nin de D. Sancho; é dixéronle á ella que si quería faser salva que tomase un fierro caliente que aquel moço era su fijo de D. Sancho, é que si non se quemase que el rey le dexaría la eredad al moço, é que le faría mucho bien, como era derecho; é ella respondió que quería tomar el fierro caliente que aquel moço era fijo de D. Sancho é suyo della, mas que le quería tomar en Valladolid ante la reyna Doña María su madre; é con todo esto las villas diéronse luego al rey, é el rey vínose luego para Valladolid, é esta Doña Juana con él; é desque y llegó digo la Doña Juana que non quería tomar el fierro, é vino á conosçer en público ante todos, estando y escrivanos públicos, que aquel moço non era su fijo, nin de D. Sancho; é por esta razón fincó el rey con estas villas.»



El Rey salió luego de Valladolid, adonde no debía volver; y

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llegado á Salamanca, despachó en esta ciudad (23 de Junio) la ejecutoria sobredicha.

El documento, archivado en Ledesma, es en la sustancia auténtico. Ilustra notablemente las Memorias del Rey D. Fernando IV y merece publicarse como aditamento á la Colección de las que ha publicado esta Real Academia.

El título de Reina, que se atribuye Doña Juana, no debe parecer extraño. Su marido, que un diploma del 17 de Marzo de 1312 firma nombrándose «D. Sancho fijo del infante D. Pedro,» se titula en otro más reciente, ó del 20 Abril del mismo año «Conde D. Sancho fijo del Rey, señor de Ledesma»135. Y, sin embargo, no consta, ó difícilmente se podría probar por otro instrumento, que el infante D. Pedro, hijo de Alfonso X, nacido en 1261 y muerto en 1283136 se llamase Rey. Sería ese título de puro honor, consentido á ciencia y paciencia del legítimo soberano.

Por otra parte, difícil parece que la crítica acepte como exenta de coacción la declaración de Doña Juana. Esta declaración fué probablemente resultado, de la política del Rey, ávido de arrogarse y devolver á la Corona los estados del infante D. Sancho. La viuda de este, Doña Juana, empezó por arrostrar la terrible prueba del hierro candente en abono de su inocencia; pero convenía al monarca, en cuyo poder estaba, el apoderarse de los estados del Conde, y provocar la declaración, poniendo á Doña Juana en el trance de perderlo todo, si sostenía la verdad, con lo prueba de un milagro, ó de conservar, si se infamaba, algún heredamiento en Ledesma para su hijo.

La desgraciada madre debió optar por lo segundo, y su hijo murió oscurecido en Ledesma, donde yace.

Vicente de la Fuente.



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