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V. Inscripciones árabes de Xela

Francisco Codera


Eduardo Saavedra


El señor Director accidental de nuestra Academia se sirvió encargarnos que informáramos acerca de unos calcos de inscripciones árabes, remitidos por nuestro celoso viajero en África Sr. D. Saturnino Ximénez, quien las había copiado en las ruinas de la antigua Xela, cerca de Rabat.

Estudiadas las inscripciones de los calcos, resultó que estaban publicadas, aunque no con el texto árabe, y que no tenían interés especial para España; y como ofreciera bastantes dificultades la lectura de algunas palabras, si bien de poca importancia, por no afectar á lo sustancial de las inscripciones, hemos tardado en redactar este corto informe.

Fué Xela lugar favorito al famoso califa almohade Almanzor, y allí levantó una magnífica mezquita, que hizo lugar de enterramiento para los príncipes de su familia, y que después tuvo el mismo destino en tiempo de los benimerines. Dentro de la mezquita había en tiempo de León Africano treinta sepulcros, de los cuales las ruinas del soberbio edificio no dejaron ver más que tres á nuestro difunto académico honorario M. Tissot en 1874523, y de estos mismos sepulcros son las dos inscripciones copiadas y remitidas por nuestro intrépido compatriota.

Por singular coincidencia las dos piedras salvadas aún de la general destrucción pertenecen á dos ilustres esposos, el sultán Abulhasán, y una esposa suya, cuyo nombre no consta en la piedra, pero que M. Tissot denomina Xafia. Fué esta señora la madre de Abu Inán, décimo rey de la dinastía de los benimerines, que se apoderó del trono en rebelión contra su padre y antecesor. Sirve la lápida para rectificar la fecha del fallecimiento del desposeído monarca, ocurrido en 27 de rebia primero del año 752

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(24 de Mayo de 1351), mientras el autor del imagen524 lo coloca en el último día del mismo mes, y Aben Jaldún y Azzarcaxí le suponen muerto el día 23 del mes siguiente. La sultana le había precedido en cerca de dos años.

Las inscripciones están contenidas en dos grandes prismas triangulares de mármol, de 1m,82 de longitud y 0m,13 de latitud en cada lado la una, y 1m,80 de longitud y 0m,09 de latitud la otra, también en cada lado.

Ambas inscripciones constan de cuatro líneas de lectura, de las cuales dos están en una cara del prisma y dos en otra.

El carácter de la letra, como se comprenderá, es relativamente moderno y muy cursivo, de modo que ofrecería dificultades su lectura, aun estando en buena conservación, si bien por la época á que pertenecen se da la circunstancia de que se pusieran muchos de los puntos diacríticos en ambas y bastantes vocales en la segunda.

La primera, que es la mayor y más interesante, contiene adornos floreados entre las letras, y dice:

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(2) Por imagen



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Este es el sepulcro de nuestro señor, el sultán, califa, imán, príncipe de los muslimes y protector de la religión, que combatió en la senda del señor de los mundos, Abulhasán, hijo de nuestro señor, el sultán, califa, imán, príncipe de los muslimes y protector de la religión, que combatió en la senda del señor de los mundos, Abu Çaid, hijo de nuestro señor, el sultán, califa, imán, príncipe de los muslimes, y protector de la religión, que combatió en el camino del señor de los mundos, Abu Yuçuf Yakub ben Abdelhak, santifique Dios su espíritu é ilumine su sepulcro: Murió (Dios le haya perdonado, y contentado) ¿en el monte Hintata? en la noche del martes á 27 del mes rebia primero el bendito del año 752 (24 de Mayo de 1351): fué enterrado en la alquibla de la aljama de Almanzor en Marruecos, guárdela Dios con su memoria, y fué trasladado desde allí al descanso del sepulcro bendito y santo de Xela. Recíbalo Dios en su complacencia y colóquele en su paraíso. Bendiga Dios á nuestro señor Mahoma y á su familia y concédales la paz.



La traducción de esta lápida es conforme en todo lo sustancial con la que hizo M. Tissot, y confirma la relación de Aben Jaldún y Azzarcaxí525, según la cual Abulhasán fué enterrado en Marruecos y trasladado después á Xela, al sepulcro de su familia, cuando su hijo Abu Inán hizo un viaje á Fez.

La segunda inscripción, de lectura más difícil, por abundar en ella los giros poéticos, dice así, salvo error:

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Alabanza á Dios. Este es el sepulcro de nuestra señora, la noble, pura, devota, santa, madre del sultán, califa é imán, á quien engrandecen sus bellas cualidades y sus dignas acciones, distinguido por el decoro de la palabra y trazo de la construcción (escritura?), nuestro señor el amir de los creyentes, Almotauáquel ala rabbilalamin (el que confía en el Señor del universo) Abu Inán, hijo del amir de los muslimes, Abulhasán, descendiente de los califas, imanes, grandes, eminentes. Colóquela Dios en lo amplio del paraíso y recíbala con indulgencia y perdón. Falleció en la noche de la desdicha, cuarta del mes de recheb el único del año 750, y fué enterrada después de la oración del viernes, 25 del mes antedicho, en el santuario de nuestro señor el califa Almanzor. Aquel que fijó la hora de la comparecencia, la ocultó de los Ojos del Oriente y del Occidente (el sultán su hijo), afirme Dios sus mandatos; exalte sus méritos y honores; perpetúe sus hazañas generosas y sus prendas; sea su amigo y protector y reuna en él los bienes temporales y eternos completos.



La fecha del fallecimiento corresponde al 18 de Setiembre de 1349, habiendo sido enterrada veintiún días después de su muerte.

En esta inscripción hay varias palabras que no podemos leer con seguridad, como sucedió también á M. Tissot á la vista del original, por cuyo motivo dejó varios claros en la traducción, claros que hemos procurado llenar, algunas veces por conjeturas;

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pues si algunas palabras, después de un examen muy detenido, parecen seguras, en cambio hay otras de difícil inteligencia, lo que no es de extrañar, atendido el estilo de la leyenda. Hay en ella alguna falta gramatical casi indudable, como sucede con la palabra imagen por imagen por imagen y quizá alguna otra en la distribución de vocales, que no figuran en el texto: en las palabras cuyo sentido no resulta completamente satisfactorio es muy posible, y aun bastante probable, que no hayamos acertado con la verdadera lectura.

Madrid 1.º de Junio de 1888.

Francisco Codera. Eduardo Saavedra.









 

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