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11

«pero como ya en nuestro tiempo, mediante una revelación, los cuerpos de las Santas Justa y Rufina han sido trasladados por el noble príncipe Pedro Fernández al monasterio real cercano a Burgos, no quiero pronunciarme, pero que lo haga quien lo sepa»

(Historia de los hechos de España, p. 235).                


 

12

«Pero como algunos dicen que están en Avila, otros que en el monasterio de San Pedro de Alianza, otros que el cuerpo de San Vicente está en León, otros que el de Cristeta en Palencia, no me atrevo a dar nada por seguro»

(HHE, p. 235).                


 

13

«Pero, puesto que se sabe que Carlos fue contemporáneo del rey Casto, no acierto a descubrir qué ciudades, castillos o baluartes puedo conquistar en España»

(HHE, p. 172).                


 

14

«Así pues, como a causa de las diversas versiones de los escritores se duda a veces de la verdad de la historia, ha de esmerarse la sagacidad del lector para descubrir en los escritos verdaderos lo que debe aceptar»

(HHE, p. 164).                


 

15

«Así pues, para vos, ínclito don Fernando, rey de Castilla y Toledo, León y Galicia, Córdoba y [Lusitania] Murcia, descendiente de los primeros habitantes de las Españas, yo, Rodrigo, indigno sacerdote de la silla de Toledo, con torpe pluma y escasa sabiduría he recopilado para pregón de nuestro pueblo y gloria de vuestra majestad [...] según he podido recoger de los escritos antiguos y de la fiel narración» (HHE, p. 57). Véase también: «Quia igitur placuit uestre excellencie maiestatis mee requirere ignoraciam paruitatis ut si, qua de antiquitatibus Hispanie et de hiis etiam que ab antiquis uel modernis temporibus acciderunt mee memorie occurrissent, peticione uestre describere laborarem, et ut a quibus gentibus calamitates Hispania sit perpessa, et Hispanorum regum originem et eorum magnalia qui patrum glorias immitatione secuti sunt gloriosa, per scripture mee indaginem ad diligencie uestre noticiam perueniret, ego uero tanti domini, tam excelsi, non possum precibus contraire et uix possibile cogor ob reuerenciam atemptare» (DRH, prólogo, 53-63). «Por tanto, ya que la excelencia de vuestra majestad tuvo a bien a recurrir a la ignorancia de mi pobre persona para que me afanara en relatar, a petición vuestra, lo que viniese a mi memoria de las antigüedades de España y también de lo que acaeció en los tiempos antiguos y modernos, y para que a través de la investigación de mis escritos hiciera llegar a conocimiento de vuestra curiosidad los pueblos de los que España sufrió calamidades y el origen de los reyes hispanos y las hazañas de los que persiguieron las glorias de sus antepasados con gloriosa imitación, yo, ciertamente, me siento incapaz de negarme a los ruegos de tan y tal magnífico señor y, por respeto, me veo obligado a intentar lo que a duras penas es posible» (HHE, p. 56-57).

 

16

También en la General estoria. Primera parte: «Onde por todas estas cosas yo don Alfonso [...], después que oue fecho ayuntar muchos escriptos e muchas estorias de los fechos antiguos, escogí d'ellos los más uerdaderos e los meiores que ý sope, e fiz ende fazer este libro, e mandé ý poner todos los fechos sennalados tan bien de las estorias de la Biblia, como de las otros grandes cosas que acahesçieron por el mundo, desde que fue començado fasta'l nuestro tiempo». La agotada edición de Antonio G. SOLALINDE (Alfonso X, General Estoria. Primera Parte, Madrid, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1930) puede ahora suplirse con la de Pedro SÁNCHEZ-PRIETO BORJA: Alfonso X EL SABIO, General estoria. Primera parte, edición de 2 t., Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2001.

 

17

SOLALINDE, Antonio G., «Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras», Revista de Filología Española, 2 (1915), pp. 283-288; MENÉNDEZ PIDAL, Gonzalo, «Cómo trabajaron las escuelas alfonsíes», Nueva Revista de Filología Hispánica, 5:4 (1951), pp. 363-380.

 

18

Hay que destacar que en las traducciones se habla del rey y de sus colaboradores en tercera persona de acuerdo con la fórmula «don Alfonso mandó fazer a Fulano» (Lapidario, Libro de los iudizios de las estrellas, Libro de las cruzes, suscripciones de las traducciones revisadas por Alfonso de los libros de la ochaua esphera, dell alcora y de la açafeha). El Libro de las taulas alfonsíes debe incluirse dentro de este grupo con la salvedad que los dos autores Rabiçagy Yhuda hablan de sí mismos en primera persona («don Alfonso [...] mandónos rectificar [...] et nós obedescimos su mandado»). Sólo en los libros astrológicos que sabemos posteriores a 1275 se produce un cambio y Alfonso X pasa a prologarlos bajo una suscripción en primera persona: «Nós, don Alfonso mandamos fazer a Fulano» (es el caso del Libro del astrolabio redondo, Libro del astrolabio llano, Libro de la lamina universal, Libro de las armellas, Libro de las láminas de los VII planetas, Libro del quadrante, Libro del relogio de la piedra de la sombra, Libro del relogio del argent uiuo, Libro del relogio de la candela, Libro del palacio de las oras, Libro del ataçir; así como del Libro de los juegos, 1283).

 

19

La autoría se reclama en el Fuero real, el Espéculo, las Siete partidas, la Estoria de España y las Cantigas. Para todo ello, véase FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, Inés, «El taller de las Estorias» en Inés FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ (ed.), Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España, Valladolid, Universidad de Valladolid-Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2001, pp. 61-82, esp. pp. 61-64.

 

20

Véanse las excelentes síntesis de CATALÁN, Diego, «Alfonso X, historiador», La «Estoria de España» de Alfonso X. Creación y evolución, (Fuentes cronísticas de la Historia de España, V) Fundación Ramón Menéndez Pidal -Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1992, pp. 11-44, y MARTIN, Georges, «El modelo historiográfico alfonsí y sus antecedentes» en Georges MARTIN (ed.), La historiografía alfonsí y sus destinos (siglos XIII-XV), Casa de Velázquez, Madrid, 2000, pp. 9-40; también en FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, I., Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España, op. cit., pp. 37-59.