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1051

E. Bark, Prólogo a Los Vencidos, ed. cit., p. 4.

 

1052

L. Romero Tobar, Estudios sobre al novela española del XIX, ed. cit., p. 156.

 

1053

Publicado por W. Shoemaker, Los artículos de Galdós en «La Nación», Madrid, ínsula, 1972, pp. 505-508. Las citas corresponderán a esta edición.

 

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El nombre que recoge la historia literaria es Luciano Francisco (no Fernando) Comella, dramaturgo que vivió de 1751 a 1812. El melodramatismo efectista de su teatro le hizo muy popular y le acarreó las críticas de Leandro Fernández de Moratín. Ignoramos si se trata de un error o de una ironía galdosiana para señalar el poco interés que merecía el autor.

 

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Se trata de La más etérea diafanidad de los abismos extra-siderales, o sea los espejuelos de Don Mateo, el administrador de aduanas, título que recuerda, de forma caricatural, a los habituales en la literatura folletinesca de la época.

 

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El espíritu dijo ser un antiguo inquilino de la casa, asesinado y enterrado en el sótano. Al excavar en el suelo encontraron cabellos y huesos en los que se creyó reconocer fragmentos de un cráneo. El eco de las conversaciones con los muertos se extiende por todo el país. La exclusión de la familia Fox de la Iglesia Metodista no hace más que aumentar su fama. Las polémicas consiguientes llevan a la celebración, en 1852, del primer Congreso Espiritista en Cleveland. Es la instalación oficial del espiritismo moderno.

 

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En 1852, Roberts y Hayden, dos mediadores venidos de Estados Unidos, dieron una serie de sesiones en Londres que tuvieron un gran impacto público y científico (Faraday y Carpenter se interesaron por el fenómeno de las mesas y lo explicaron por la acción muscular, pero muchos eclesiásticos y seglares cultivados admitieron la explicación espiritista). Años más tarde (1864), los hermanos Davenport intentaron reeditar en Europa el éxito de las hermanas Fox en Estados Unidos. Uno de los mediadores europeos más conocidos fue el escocés Daniel Dunglas Home, que despertó la admiración en una decena de países, fue ampliamente elogiado por Allan Kardec (Y. Castellan, Le Spiritisme, París, P.U.F., 1974, pp. 31-33) y llegó a actuar en San Petersburgo para el Zar y en las Tullerías para Napoleón III.

 

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En Francia, país rápidamente atraído por la corriente espiritista, las publicaciones en tomo al tema fueron muy precoces: citaremos Des tables tournantes, publicado por Agenor de Gasparin (1854), Les tables tournantes, del prof. Thury de Ginebra (1855) y La realité des esprits del barón de Guldenstuble (1857). La facilidad de la mesa estribaba en que, una vez levantada algunos centímetros del suelo por el fluido de las manos, podía responder a las preguntas mediante un código preestablecido con el espíritu: por ejemplo, un golpe podía significar Sí; dos, No. Nuestro relato menciona esa elevación de la mesa con las vibraciones que la acompañan y presenta un fragmento del último diálogo con respuestas por Sí o por No. Esa comunicación mediante los golpes de la mesa recibe en el espiritismo un nombre específico: la tiptología.

 

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Lo gratuito de semejantes llamadas ofrece un magnífico argumento a los opuestos al espiritismo: «Estos médiums llaman a los espíritus que quieren, los cuales acuden inmediatamente. Lo arbitrario de esta hipótesis salta a la vista, puesto que no se puede suponer, con seriedad y verdadero fundamento, que las almas de los difuntos estén siempre a disposición de los espiritistas y de los médiums y acudan a su llamamiento para entretener a los curiosos con juegos ridículos, con oráculos mentirosos, con discursos y escritos muchas veces blasfemos, inmorales, impíos, opuestos a la razón y a la fe». (Diccionario Enciclopédico Espasa, Madrid, Espasa-Calpe 1964, s. v. «Espiritismo»).

 

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La misma serpiente del paraíso sería el primer ejemplo de un médium satánico. Por su parte, Moisés en el Deuteronomio (18: 10-12) ordena: «no haya en medio de ti quien haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, ni quien se dé a la adivinación, ni a la magia, ni a hechicerías y encantamientos, ni quien consulte a encantadores ni espíritus, ni pregunte a los muertos. Es abominación ante Yahvé cualquiera que esto hace» (Sagrada Biblia, Madrid, Editorial Católica, 1967, p. 197). En el Nuevo Testamento, las tentaciones de Jesús y las diversas curaciones de los poseídos apoyarían la consideración del espiritismo como realidad, pero de origen demoniaco, lo cual la hace aún más peligrosa para sus detractores católicos.