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131

«En ella la novela trata de que los personajes y los medios que describe expresen conceptos morales sobre la sociedad, ya ofreciendo la crítica de sus instituciones, ya abogando por las doctrinas reformadoras. En este caso, el autor pretende ejercer una influencia sobre el espíritu del lector y hacer algo por la reconstrucción de la sociedad». Cfr. R. Picard, El romanticismo social, ed. cit., p. 159.

 

132

Cfr. Los Misterios, t. 3, «Epílogo», pp. 315-316. Villergas se queja de que en sus días «hasta en el confesionario y en el púlpito» se prohíbe la lectura, so pena de ser «excomulgado», de El Judío Errante y de Nuestra Señora de París; y de cómo la autoridad civil, a instancias de la eclesiástica, impidió que el diccionario filosófico de Voltaire circulara públicamente.

 

133

Cfr., Poesía española del siglo XIX, J. Urrutia (ed.), Madrid, 1995, p. 42.

 

134

R. Marrast, José de Espronceda y su tiempo, ob. cit, pp. 429-543.

 

135

R. Marrast, ob. cit., p. 440: «Con El reo de muerte y El verdugo [Espronceda emprende resueltamente el camino del romanticismo social». En páginas siguientes (469), Marrast, al establecer las «líneas maestras de las dos tendencias de la literatura española en 1836», dice: «Una de ellas es la del romanticismo tradicional o «nacional-romanticismo» volcado en la resurrección del pasado. [...]. La otra tendencia es la del romanticismo social -en el más amplio sentido- representado por Larra y Espronceda, que examinan la realidad que les rodea para explicar, y si es preciso denunciar, algunos aspectos de la misma desde una perspectiva progresista y abierta...».

 

136

Véase J. Talens, El texto plural. Sobre el fragmentarismo romántico: una lectura simbólica de Espronceda, Valencia, 1975, pp. 13-14. Cfr. J. Urrutia, ob. cit., p. 29.

 

137

Historia de la crítica literaria en España, Madrid, 1989.

 

138

Cambridge, 1992.

 

139

La historia de su imprenta en Madrid (años cincuenta) queda por escribir.

 

140

He podido ver el año 1833 en la Hemeroteca Municipal de Valencia (sign. 174/2) y el año 1834 en la Biblioteca Universitaria de la misma ciudad. El volumen correspondiente al tercer año de existencia de El Turia, 1835, no me ha sido accesible todavía.