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251

Ibid., p. 1137.

 

252

Ibid., p. 1143.

 

253

Ruiz Ramón, F., Historia del teatro español (Desde sus orígenes hasta 1900), Madrid, Cátedra, 1983. p. 339.

 

254

Se estrenó el 12 de enero de 1854 en el Teatro Lope de Vega, de Madrid; volvió a representarse en el Teatro de la Cruz al mes siguiente y se repuso en el citado teatro en noviembre del mismo año. Fue escenificada asimismo el 29 de febrero de 1855 en el Teatro de Valencia; en enero de 1857 en el Teatro del Príncipe; en la primavera de 1861 en el Novedades; en el Teatro Martín en 1874; y el día 7 de febrero de 1894 en el Teatro Martín de nuevo. Éstas son las noticias que tengo recogidas hasta el momento.

 

255

En un ejemplar manuscrito de la obra, perteneciente a la colección del pintor Manuel Castellano y que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, con la signatura Mss. 14.700, puede leerse aún otro título que aparece tachado: Dignidad en la deshonra.

 

256

Cfr. N. Álvarez Solar-Quintes, «Noticias sobre el teatro en Oviedo en la segunda mitad del siglo XIX», en Boletín de Estudios Asturianos, 52 (1984), pp. 10-17.

 

257

J. Rubio Jiménez, «El Teatro en el siglo XIX (II) (1845-1900)», en J. Mª Díez Borque (coord.), Historia del teatro en España, Madrid, Taurus, 1998, t. 2, pp. 673-674, lo incluye entre los autores «progresistas y demócratas» de la época, movidos por una «vocación populista.»

 

258

El Museo Universal, 25 de octubre de 1863.

 

259

En esta relación con el universo transcendente reside la importancia inicial de la figura y su capacidad de convertirse en «mito». Véase a este respecto J. Rousset, Le mythe de Don Juan, Paris, Armand Colin, 1978.

 

260

Una comparación entre estos dos pasajes revela la transformación del protagonista, que comienza el poema enfrentándose a un hombre, para terminar enfrentándose a Dios. Lo que en la obra barroca se valorizaba como degradación por medio del pecado, en la obra romántica se privilegia como punto culminante de la antes declarada «grandeza» (v. 138) de don Félix de Montemar, que ya se presenta como «Grandiosa, satánica figura» (v. 1245). Véase al propósito mi estudio «El cambio de valorización del satanismo en la cosmovisión romántica: El estudiante de Salamanca de Espronceda», en Salina, 10 (1996), pp. 116-126.