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«Como el romanticismo serio, también el cómico -y en oposición a la objetividad clasicista-, tiene por regente a la subjetividad», en Sämtliche Werke, historisch-kritische Ausgabe, hrsg. von Eduard Berend, 11 Bd., Weimer, 1935, t. 1, p. 119. Sobre la famosa frase comenta Wolfdietrich Rasch («Die Poetik Jean Pauls», en H. Steffen (ed.), Die deutsche Romantik Poetik Formen und Motive, Göttingen, 1989, pp. 98-111.): «Der Sinn dieses Satzes ist, denke ich, jetzt durchsichtig. Die endliche Welt wird nicht mehr unmittelbar als sinnvoll, harmonisch und gotterfüllt erfahren, sondern als dürftig, unzulänglich, disharmonisch. Nur das menschliche Ich erhebt die Forderung, dass die Wirklichkeit «einen göttlichen Sinn haben muss», wie es in dem entscheidenden Satz heisst, den ich zitierte, und nur von dieser Forderung aus lässt sich die Wirklichkeit 'eritziffern'». Este «poetischen Nihilismus» de Jean Paul y su invitación a lo grotesco nació obviamente de la teoría de la ironía romántica de Schlegel; cfr. G. Hoffmeister, ob. cit, p. 133.

 

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Como posible causa de estos difíciles y tentativos inicios narrativos la crítica ve, entre otras, a la dura tarea de la Emancipación, en pleno apogeo por aquellos lejanos principios del pasado siglo, una ardua tarea que requería de los intelectuales un esfuerzo en la creación de una nueva realidad y una nueva ideología que le diera sentido. No nos vamos a detener aquí a discutir esta cuestión.

 

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Cfr. Genteel Barbarism. Experiments in analysis of Nineteenth-century Spanish-American novels, University of Nebraska Press, 1981.

 

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Soledad (1847) de B. Mitre, Esther (1851) de M. Cané, Julia (1861) de L. B. Cisneros, Clemencia (1869) de Altamirano, Angélica (1871) de L. C. Ortiz, María (1878) de Valderrama, Carmen (1882) de P. Costera, Sofía (1891) del cubano Martín Morúa Delgado, Ángelina (1895) de R. Delgado...

 

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Para este estudio se han consultado las siguientes ediciones de la obra: Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés, en La Siempreviva, La Habana, 1839, pp. 75-87 y 242-254; Cecilia Valdés o La Loma del Ángel. Novela cubana, 1, La Habana, Imprenta Literaria, 1839; Cecilia Valdés o La Loma del Ángel. Novela de costumbres cubanas, New York, Imprenta del Espejo, 1882, que son las que muestran la evolución que se analizará a continuación. Asimismo, se han tenido en cuenta las ediciones críticas modernas realizadas por I. A. Schulman (Caracas, Ayacucho, 1981) y por J. Lamore (Madrid, Cátedra, 1992). En cuanto a la bibliografía secundaria, las referencias se han reducido a la mínima expresión para no sobrepasar el marco de una comunicación.

 

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Que tendría quizás como precedentes a Bug-Jargal (1826) de Víctor Hugo y El esclavo o Memorias de Archy Moore (1836) de Richard Hildreth, aunque debe señalarse que este pretendido subgénero abolicionista cubano precedería, a su vez, a la publicación de la popular novela La Cabaña del Tío Tom de Harriet Beecher Stowe.

 

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Inspirada en la vida del poeta mulato cubano Plácido, que curiosamente también aparece en la novela de Villaverde. Cfr. P. Deschamps Chapeaux, «Autenticidad de algunos negros y mulatos de Cecilia Valdés», La Gaceta de Cuba, 81 (feb.-mar., 1970).

 

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Tal y como él mismo reconoce al afirmar que «fuera de Cuba, reformé mi género de vida: troqué mis gustos literarios por más altos pensamientos; pasé del mundo de las ilusiones al mundo de las realidades (1850; ed. Schulman, p. 472).

 

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Advierte, no obstante, que «durante la mayor parte de esa época durmió, por supuesto, el manuscrito de la novela, [...] no progresó más allá de una media docena de capítulos, trazados a ratos perdidos, cuando el recuerdo de la patria empapada en [...] sangre [...] demandaba la fiel pintura de su existencia bajo el triple punto de vista físico, moral y social» (ed. Schulman, p. 5).

 

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Ed. Schulman, p. 6.