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761

Cfr. J. C. Sánchez, «La sociedad cubana del siglo XIX a través de Cecilia Valdés», Cuadernos Americanos, 1971.

 

762

Cfr. C. Leante, «Cecilia Valdés, espejo de la esclavitud», Casa de las Américas, XV, 89 (1975), pp. 19-25.

 

763

J. F. Montesinos, Pedro Antonio de Alarcón, Madrid, Castalia, 1977, p. 216.

 

764

RAE, Mss. 208 y 368, respectivamente.

 

765

Modernizo, como es usual, ortografía y puntuación; también resuelvo abreviaturas de los Mss. En ocasiones, sigo el uso de la época al utilizar el segundo nombre del escritor (Pastor) junto con el primer apellido (Díaz).

 

766

«La primera parte de la novela la publicó en Madrid en 1845» (Enrique Chao Espina, Pastor Díaz dentro del Romanticismo, Madrid, CSIC, 1949, p. 463). También lo afirma en la edición abreviada que hace de De Villahermosa a la China (Salamanca, Anaya, 1972, p. 20).

 

767

Citando a Chao Espina y añadiendo «No da más detalles. No se conoce ejemplar» (Reginald F. Brown, La novela española 1700-1850, Madrid, Ministerio de Educación Nacional, 1953, p. 139). Probablemente de acuerdo con esto, S. García Castañeda menciona De Villahermosa a la China entre las novelas originales españolas aparecidas en 1845 (Las ideas literarias en España entre 1840 y 1850, Berkeley-Los Ángeles-London, University of California Press, 1971, p. 128).

 

768

Flitter da la de 1844-45 sólo para la redacción de la primera parte, en su interesante libro Teoría y crítica del romanticismo español, Cambridge, University Press, 1995, p. 238. Entre otros aspectos, en lo que se refiere a Pastor Díaz, lo une a autores preocupados por la juventud y la sociedad, como Enrique Gil y Salas y Quiroga (pp. 234 y 239). Sin embargo, desde mi punto de vista, la distorsión de la cronología con respecto a la fecha de publicación de la obra cambia de modo importante esa relación.

 

769

J. L. Alborg (Historia de la Literatura Española, t. IV, El Romanticismo, Madrid, Gredos, 1980, pp. 404-405) señala las incoherencias existentes en tomo a las fechas de De Villahermosa a la China, a propósito de los datos que ofrece J. M. Castro y Calvo (Estudio preliminar, Nicomedes Pastor Díaz, Obras completas, Madrid, 1969-70, BAE, 228, 229 y 24 l), lo que quizá haya condicionado el duro juicio que hace sobre ella. He podido detectar todavía más errores y erratas en estudios de otros investigadores, pero me parece que se no merece la pena detallarlos. Sí aclarar definitivamente que, en lo relativo a las ediciones de época, el Diario de Barcelona, que en 1858 se había hecho eco de su publicación en Madrid, la reproduce en una edición que se hizo todavía en vida del autor: Folletín del Diario de Barcelona, 2ª serie, t. 2, Barcelona, Imprenta del Diario de Barcelona, 1862. Esta edición, que tengo a la vista, está recogida por Palau (A. Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano2, Barcelona, 1959); así como otra «en el presente siglo» (Madrid, Daniel Jorro s.a. 2 vols. 8º), que no cita Chao Espina.

 

770

Por ello, aunque Díaz no hubiera hecho una revisión total del texto, según las palabras de la Advertencia, sí estableció cambios; como se ve por el Epílogo, las variantes del folletín y las correcciones del manuscrito. En el Epílogo, se consigna la última vez que fue a Vivero (1844-45); en esa mezcla característica de discursos del narrador y del autor se lee: «Más de diez años después, y cuando ya habíamos consignado en las páginas que anteceden los pocos sucesos de nuestro relato [...]». Por otra parte, antes de la publicación de la obra completa en 1858, Pastor Díaz dio lecturas en tertulias -como la que tenía Patricio de la Escosura en los años 1845 y 1846 (cfr. A. Ferrer del Río, «Don Julián Romea y su época en el teatro», Revista de España, 3, (1868), pp. 608-627)-, o a personas concretas.