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430

Sobre la cuestión, cf. J. M. Gómez-Tabanera, «El hombre y el toro a la luz de la arqueología y el mito», Com. presentada al XV Congreso Nacional de Arqueología, Valencia 24-27 de febrero, 1999 y no publicada en las Actas. De la misma existe una edición del autor: Oviedo, 1999. Cf., de J. M. Gómez-Tabanera, «Orígenes y determinantes de las fiestas taurinas en España», en: El folklore español, pp. 269-295, J. M. Gómez-Tabanera (ed.), Madrid, Instituto Español de Antropología Aplicada, 1968. El tema fue ya tratado en 1962 por A. Álvarez de Miranda, Ritos y juegos del toro, Madrid, Biblioteca Nueva, 19982. (N. del A.)



 

431

Conde de las Navas, El espectáculo más nacional, Madrid, Rivadeneyra, 1899. (N. del A.)



 

432

Aunque los primeros Borbones mantuvieron cierta ambigüedad ante las corridas de toros, prohibiéndolas en algunas ocasiones, será bajo Carlos III cuando se promulga la Pragmática Sanción (9 de noviembre de 1785) estableciendo la Prohibición General de Fiestas de Toros de Muerte, que será seguida por otras leyes en los años siguientes. Cf. al respecto V. Sánchez Ramos, «Prohibiciones de Fiestas de Toros en el Reino de Granada», en: Demófilo, 25 (1998). La indecisión de Menéndez Pelayo ante los toros se manifiesta en escritos varios. No ocurrirá igual con M. de Unamuno, autor de unos conocidos versos en los que remonta la lidia nada menos que a la cueva de Altamira, antro en que, burla burlando, entrevé en las corridas un origen prehistórico, aunque años después se pronuncie claramente contra ellas, a raíz de la muerte del torero Joselito. (N. del A.)



 

433

Cf. al respecto las Partidas, compuestas entre 1256-1265, donde se legisla contra todos aquellos que actúan en público por dinero, ya sean juglares, actores o músicos y «matatoros», aunque no caían en infamia los que actuaran por gusto o para demostrar valor y fuerza (Cf. Partidas, ed. de la R. A. H., Madrid 1807, t. 3, partida 7, título 6, ley 4). (N. del A.)



 

434

Sobre los tiempos iniciales de una lidia profesionalizada, cf. los capítulos que dedican al tema F. Narbona y E. de la Vega, La Maestranza y Sevilla (1670-1992), Madrid, Espasa-Calpe, 1992. (N. del A.)



 

435

Sobre el origen de las plazas de toros cf. el capítulo que dedica al tema, F. B. Pedraza en Iniciación a la Fiesta de los Toros, Madrid, Rialp 1998. Más técnico es F. López Izquierdo, Plazas Mayores y de Toros, Madrid, Egartorre, 1992. (N. del A.)



 

436

Levantada entre 1754 y 1771 por La Maestranza de Caballería, es un poco anterior a la de Ronda. En ambas plazas se tiende a configurar un coso circular (aunque en la Maestranza de Sevilla sea alargado) evitando ángulos en que las reses pudieran aquerenciarse. (N. del A.)



 

437

Para esta cuestión cf. supra n. 430. (N. del A.)



 

438

Se trata de un folleto apenas citado, que hace más de medio siglo pude consultar en la hoy dispersa biblioteca taurina que reunió el fallecido conde de Colombí. (N. del A.)



 

439

Este escrito, que debe su celebridad al ser uno de los primeros que tratan del tema de los orígenes de las corridas, ha sido reeditado varias veces. Puede consultarse, junto con otras obras de este autor, en la Biblioteca de Autores Españoles t. 2. Moratín, que fundó la tertulia literaria de la «Fonda de San Sebastián» en la que se hablaba de toros, comedias, poesías y mujeres, es autor de bellos versos taurinos. Así «Fiesta de Toros en Madrid» y «Oda a Pedro Romero, torero insigne». (N. del A.)