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Se trata de Mademoiselle de Pons, Relation d'un voyage fait à Madrid en 1789 et 1790, J. M. Moreiro (ed.), 1994, pág. 142. (N. del A.)



 

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Bajo tal expresión, se recogen aquellas «fiestas de toros» de carácter popular y gratuitas que van siendo estudiadas, cada vez más, por los folkloristas, diferenciándolas de las corridas institucionalizadas que exigen el pago de una entrada. Precisamente, serán estas corridas de pueblo, donde los etnólogos contemporáneos buceen los presuntos orígenes rituales de las fiestas de toros. (N. del A.)



 

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Sobre el particular cf. P. Romero de Solís, «Carne de toro, carne divina: un banquete sacrificial en Siles de Segura (Jaén)», en: Anuario Etnológico de Andalucía 1988-90 (1991). Asimismo, P. Romero Solís (Ed.) Sacrificio y tauromaquia en España y América, Sevilla, Universidad de Sevilla-Real Maestranza de Caballería, 1995; M. Delgado Ruiz, De la muerte de un Dios. La fiesta de los toros en el Universo simbólico de la cultura popular, Barcelona, Península, 1986. (N. del A.)



 

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Para muestra basta un botón: muchos de los artículos incluidos en Demófilo, Revista de Cultura tradicional de Andalucía, Sevilla, Fundación Machado. El n.º 25 (1998), contiene una serie de aportaciones significativas. Todo ello, con independencia de todo un sinfín de escritos que, desde hace un siglo, configuran una particular literatura costumbrista. (N. del A.)



 

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Sobre las mismas se ha suscitado particular bibliografía, ya desde antiguo, al alcance de cualquier interesado. El mismo J. Sánchez Neira, en El toreo. Gran diccionario taurómaco, Madrid, Imp. de Miguel Guijarro 1879 (2 vols.), recogió ya, 46 biografías de mujeres toreras. Si ello fue hace poco más de un siglo, la lista habrá de incrementarse ad nauseam hasta 1908, en nuestro siglo, año en que, Juan de la Cierva, entonces Ministro de la Gobernación, prohibió la actuación femenil en los ruedos, aunque, «las señoritas toreras», volvieran a significarse durante la II República, incluso hoy. (N. del A.)



 

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La fuente más lógica para su conocimiento y relación, es la monumental obra de J. M. de Cossío, Los Toros. Tratado-técnico histórico, Madrid, Espasa Calpe, 1943-1988 (11 vols.). No obstante, y a título personal, podemos recordar aquí G. de Bedoya, Historia del toreo y las principales ganaderías de España, Madrid, 1850; F. Sicilia de Arenzana, Las corridas de toros su origen y sus progresos; Gómez Quintana, Apuntes históricos acerca de la fiesta de los toros en España, Córdoba, Ed. R. Molina, 1897; J. Pérez Guzmán, Origen e historia de la fiesta de toros (s. a.); Conde de las Navas, El espectáculo más nacional, Madrid, 1899, ya citado; P. Millán, Los toros en Madrid, Madrid. Imp. Juan de Palacios, 1890. Sólo se citan autores del siglo XIX. (N. del A.)



 

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Me refiero a un arqueo de urgencia que pude hacer el pasado año en la Biblioteca Nacional de Madrid. Como cabe observar, la obra de L. Carmena y Millán, Bibliografía la tauromaquia, Madrid, 1883, y su «addenda», Tauromaquia. Apuntes bibliográficos, Madrid, Imp. Ducazcal, 1888, han quedado totalmente desfasadas. (N. del A.)



 

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Aún limitándonos al siglo XIX y en el terreno de las artes figurativas, cabe registrar infinidad de creaciones (litografías, grabados, óleos, esculturas, etc.). Entre las mismas, cabe destacar, aparte de las famosas litografías de la Lidia, los óleos expresionistas de Eugenio de Lucas; las realizaciones pre-impresionistas de Fortuny; pero también pintores extranjeros como E. Manet. La novela Carmen de P. Merimée (1845), inspiraría asimismo una celebérrima ópera homónima de G. Bizet estrenada en París en 1875 y en la que se corea la conocidísima marcha El Toreador. A su vez piezas musicales memorables, son también Pan y toros (1864) de L. A. Barbieri (1823-1894), con el mismo título que el famoso panfleto ya recordado. Composiciones menores, aunque perdurables, son pasodobles aún continuamente interpretados como La gracia de Dios (1889), de Ramón Roig y La Giralda (1889) de E. López Juarranz. (N. del A.)



 

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Fue en relación con un luctuoso festejo taurino que pudo contemplar Lope de Vega y en el que perdió la vida uno de sus protectores. El dolor del poeta se expreso en una célebre elegía recogida por Cossío en Los toros en la poesía española, y que Joaquín de Entrambasaguas descubrió que era de El Fénix de los ingenios. (N. del A.)



 

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Reeditada en 1979 con algunas variantes por Alianza Editorial, Madrid, según la edición parisina de Gallimard, 1954. (N. del A.)