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Romance del rey don Pedro el Cruel


ArribaAbajo Doña María de Padilla,
no os me mostredes triste, no
que si me casé dos veces
hícelo por vuestro amor,
y por hacer menosprecio  5
a doña Blanca de Borbón.
Envió luego a Sidonia
que me labren un pendón,
será de color de sangre,
de lágrimas su labor;  10
tal pendón, doña María,
se hace por vuestro amor.
Fue a llamar a Alonso Ortiz,
que es un honrado varón,
para que fuese a Medina  15
a dar fin a la labor.
Respondiera Alonso Ortiz:
-Eso, señor, no haré yo,
que quien mata a su señora
es aleve a su señor.  20
El rey no le dijo nada,
en su cámara se entró
enviara dos maceros,
los cuales él escogió.
Estos fueron a la reina,  25
halláronla en oración.
La reina como los vido
casi muerta se calló,
mas después en sí tornada,
con esfuerzo les habló:  30
-Ya sé a qué venis, amigos,
que mi alma lo sintió;
y pues lo que está ordenado
no se puede excusar, no.
Di, Castilla, ¿qué te hice?  35
No por cierto, no traición.
¡Oh Francia mi dulce tierra!
¡Oh mi casa de Borbón!
Hoy cumplo dieciéis años
en los cuales muero yo;  40
el rey no me ha conocido,
con las vírgenes me voy.
Doña María de Padilla,
esto te perdono yo;
por quitarte de cuidado  45
lo hace el rey mi señor.
Los maceros le dan priesa,
ella pide confesión:
perdónalos a ellos,
y puesta en contemplación  50
danle golpes con las mazas:
así la triste murió.






Romance del prior de San Juan


ArribaAbajo Don Rodrigo de Padilla,
aquel que Dios perdonase,
tomara e rey por la mano
y apartólo en puridade
-Un castillo está en Consuegra  5
que en el mundo no le hay tale,
más para vos vale, el rey,
que para el prior de Sant Juane.
Convidédesle vos, el rey,
convidédesle a cenare,  10
la cena que vos le diésedes
sea como en Toro a don Juane,
que le cortéis la cabeza
sin ninguna piedade:
desque se la hayáis cortado,  15
en tenencia me lo dade.
Ellos en aquesto estando,
el prior llegado hae.
-Mantenga Dios a tu Alteza,
y a tu corona reale.  20
-Bien vengades vos, Prior,
digades me la verdade:
¿el castillo de Consuegra,
decidme, por quién estáe?
-El castillo con la villa  25
está todo a tu mandar.
-Pues convídoos, el Prior,
para conmigo a cenar.
-Pláceme, dijo el Prior,
de muy buena voluntad.  30
Deme licencia tu Alteza,
licencia me quiera dar,
mensajeros nuevos tengo,
irlos quiero aposentar.
-Vais con Dios, el buen Prior,  35
luego vos queráis tornar.
Vase para la cocina,
donde el cocinero está;
así hablaba con él
como si fuera su igual:  40
-Toma estos mis vestidos,
los tuyos me quieras dar;
ya después de medio día
salido se ha a pasear.
Vase a la caballeriza  45
donde el macho fue a estare.
-De tres ya me has escapado,
con esta cuatro serane,
y si de ésta me escapas,
de oro te haré herrare.  50
De presto le echó la silla,
y comienza de caminar.
Media noche era por filo,
los gallos querían cantar
cuando se entró por Toledo,  55
por Toledo, esa ciudad.
Antes que el gallo cantase
a Consuegra fue a llegar.
Halló las guardas velando,
y empiézales de le hablar:  60
-Digádesme, veladores,
digádesme la verdad,
¿el castillo de Consuegra,
cúyo es y a qué mandar?
-El castillo con la villa  65
es el prior de San Juan.
-Pues abridesme las puertas,
catalde aquí donde estáe.
La guarda desque lo vido
abriólas de par en par.  70
-Tomádesme ese macho,
de él me querades curare:
dejádesme a mí la vela,
porque yo quiero velare.
¡Velá, velá, veladores,  75
que rabia os quiera matare!
que quien a buen señor sirve,
ese galardón le dane.
Y estando él en aquesto
el buen rey llegado hae:  80
halló las guardas velando,
comiénzales de hablare:
-Digádesme, veladores,
que Dios os quiera guardare:
¿el castillo de Consuegra,  85
dígades, por quién está?
-El castillo con la villa,
por el Prior de San Juan.
-Pues abrádesme las puertas;
catalde aquí donde está.  90
-Afuera, afuera, el buen rey,
que el Prior llegado ha.
-¡Macho rucio, macho rucio,
muermo te quiera matar!
¡siete caballos me cuestas,  95
y con este ocho serán!
Abridme, buen Prior,
allá me dejéis entrar;
que por mi corona os juro
de nunca he haceros mal.  100
-Hacerlo he esto, buen rey,
que agora en mi mano está.






Romance del rey don Rodrigo


ArribaAbajo Amores trata Rodrigo,
descubierto ha su cuidado;
a la Cava se lo dice
de quien anda enamorado;
-Mira, Cava; mira, Cava;  5
mira, Cava, que te hablo;
darte he yo mi corazón
y estaría a tu mandado.
La Cava, como es discreta,
a burlas lo habla echado;  10
respondió muy mesurada
y el gesto muy abajado:
-Como lo dice tu alteza,
debe estar de mí burlando;
no me lo mande tu alteza,  15
que perdería gran ditado.
Don Rodrigo le responde
que conceda en lo rogado.
Ella hincada de rodillas,
él estala enamorando;  20
sacándole está aradores
de las sus jarifas manos.
Fuese el rey dormir la siesta,
por la Cava había enviado;
cumplió el rey su voluntad  25
más por fuerza que por grado,
por lo cual se perdió España
por aquel tan gran pecado.
La malvada de la Cava
a su padre lo ha contado.  30
Don Julián, que es traidor,
con los moros se ha concertado
que destruyen España
por le haber así injuriado.






Romance del rey don Rodrigo


ArribaAbajo En Ceuta está don Julián,
en Ceuta la bien nombrada;
para las partes de aliende
quiere enviar su embajada.
Moro viejo la escribía  5
y el conde se la notaba;
después de haberla escrito
al moro luego matara.
Embajada es de dolor,
dolor para toda España;  10
las cartas van al rey moro
en las cuales le juraba
que si le daba aparejo
le dará por suya España.
España, España, ¡ay de ti!  15
en el mundo tan nombrada,
la mejor de las partidas,
la mejor y más ufana,
donde nace el fino oro
y la plata no faltaba,  20
dotada de hermosura
y en proezas extremada;
por un perverso traidor
toda eres abrasada,
todas tus ricas ciudades  25
con su gente tan galana
las domeñan hoy los moros
por nuestra culpa malvada,
si no fueran las Asturias,
por ser la tierra tan brava.  30
El triste rey don Rodrigo,
el que entonces te mandaba,
viendo sus reinos perdidos,
sale a la campal batalla,
el cual en grave dolor  35
enseña su fuerza brava;
mas tantos eran los moros
que han vencido la batalla.
No parece el rey Rodrigo,
ni nadie sabe do estaba.  40
¡Maldito de ti, don Oppas,
traidor y de mala andanza!
En esta negra conseja
uno a otro se ayudaba.
¡Oh dolor sobremanera!  45
¡Oh, cosa nunca pensada!,
que por sola una doncella,
la cual Cava se llamaba,
causen estos dos traidores
que España sea domeñada,  50
y perdido el rey señor,
sin nunca de él saber nada.






Romance del rey don Rodrigo


ArribaAbajo Los vientos eran contrarios,
la luna estaba crecida,
los peces daban gemidos
por el mal tiempo que hacía,
cuando el buen rey don Rodrigo  5
junto a la Cava dormía,
dentro de una rica tienda
de oro bien guarnecida.
Trescientas cuerdas de plata
que la tienda sostenían;  10
dentro había cien doncellas
vestidas a maravilla:
las cincuenta están tañendo
con muy extraña armonía.
las cincuenta están cantando  15
con muy dulce melodía.
Allí habló una doncella
que Fortuna se decía:
-Si duermes, rey don Rodrigo,
despierta por cortesía.  20
y verás tus malos hados,
tu peor postrimería,
y verás tus gentes muertas,
y tu batalla rompida,
y tus villas y ciudades  25
destruidas en un día,
tus castillos fortalezas
otro señor los regía.
Si me pides quién lo ha hecho,
yo muy bien te lo diría:  30
ese conde don Julián
por amores de su hija,
porque se la deshonraste
y más de ella no tenía
juramento viene echando  35
que te ha de costar la vida.
Despertó muy congojado
con aquella voz que oía;
con cara triste y penosa
de esta suerte respondía:  40
-Mercedes a ti, Fortuna,
de esta tu mensajería.
Estando en esto ha llegado
uno que nueva traía
cómo el conde don Julián  45
las tierras le destruía.






Romance del rey don Rodrigo


ArribaAbajo Las huestes de don Rodrigo
desmayaban y huían,
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas  5
y del real se salía;
solo va el desventurado,
que no lleva compañía,
el caballo de cansado
ya mudar no se podía,  10
camina por donde quiere,
que no le estorba la vía.
El rey va tan desmayado
que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre  15
que de verle era mancilla,
iba tan tinto de sangre
que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,
que eran de gran pedrería,  20
la espada lleva hecha sierra
de los golpes que tenía,
el almete, de abollado,
en la cabeza se le hundía,
la cara lleva hinchada  25
del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,
el más alto que veía;
desde allí mira su gente
cómo iba de vencida;  30
de allí mira sus banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados
que la tierra los cubría;
mira por los capitanes,  35
que ninguno parecía;
mira el campo tinto en sangre,
la cual arroyos corría.
El triste, de ver aquesto,
gran mancilla en sí tenía;  40
llorando de los sus ojos
de esta manera decía:
-Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,  45
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados
y gente que me servía,
hoy no tengo una almena
que pueda decir que es mía.  50
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
la tan grande señoría,
pues lo había de perder  55
todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino,
pues se te agradecería?  60






Romance del rey don Rodrigo


ArribaAbajo Después que el rey don Rodrigo
a España perdido había,
íbase desesperado
por donde más le placía.
Métese por las montañas,  5
las más espesas que vía,
porque no le hallen los moros
que en su seguimiento iban.
Topado ha con un pastor
que su ganado traía,  10
díjole: -Dime, buen hombre,
lo que preguntarte quería:
si hay por aquí poblado
o alguna casería
donde pueda descansar,  15
que gran fatiga traía.
El pastor respondió luego
que en balde la buscaría,
porque en todo aquel desierto
sola una ermita había,  20
donde estaba un ermitaño
que hacía muy santa vida.
El rey fue alegre de esto
por allí acabar su vida;
pidió al hombre que le diese  25
de comer, si algo tenía.
El pastor sacó un zurrón,
que siempre en él pan traía;
diole de él y de un tasajo
que acaso allí echado había;  30
el pan era muy moreno,
al rey muy mal le sabía,
las lágrimas se le salen,
detener no las podía,
acordándose en su tiempo  35
los manjares que comía.
Después que hubo descansado
por la ermita le pedía;
el pastor le enseñó luego
por donde no erraría;  40
el rey le dio una cadena
y un anillo que traía,
joyas son de gran valor,
que el rey en mucho tenía.
Comenzando a caminar,  45
ya cerca el sol se ponía,
llegado es a la ermita
que el pastor dicho le había.
Él, dando gracias a Dios,
luego a rezar se metía;  50
después que hubo rezado
para el ermitaño se iba,
hombre es de autoridad
que bien se le parecía.
Preguntóle el ermitaño  55
cómo allí fue su venida;
el rey, los ojos llorosos,
aquesto le respondía:
-El desdichado Rodrigo
yo soy, que rey ser solía;  60
véngome a hacer penitencia
contigo en tu compañía;
no recibas pesadumbre,
por Dios y Santa María.
El ermitaño se espanta,  65
por consolarlo decía:
-Vos cierto habéis elegido
camino cual convenía
para vuestra salvación,
que Dios os perdonaría.  70
El ermitaño ruega a Dios
por si le revelaría
la penitencia que diese
al rey, que le convenía.
Fuele luego revelado  75
de parte de Dios un día
que le meta en una tumba
con una culebra viva;
y esto tome en penitencia
por el mal que hecho había.  80
El ermitaño al rey
muy alegre se volvía,
contóselo todo al rey
como pasado le había.
El rey, de esto muy gozoso,  85
luego en obra lo ponía:
métese como Dios manda
para allí acabar su vida.
El ermitaño muy santo
mírale al tercero día,  90
dice: -¿Cómo os va, buen rey?
¿Vaos bien con la compañía?
-Hasta ahora no me ha tocado,
porque Dios no lo quería;
ruega por mí, el ermitaño,  95
porque acabe bien mi vida.
El ermitaño lloraba,
gran compasión le tenía,
comenzóle a consolar
y esforzar cuanto podía.  100
Después vuelve el ermitaño
a ver si ya muerto había;
halló que estaba rezando
y que gemía y plañía;
preguntóle cómo estaba.  105
-Dios es en la ayuda mía,
respondió el buen rey Rodrigo,
la culebra me comía;
cómeme ya por la parte
que todo lo merecía,  110
por donde fue el principio
de la mi muy gran desdicha.
El ermitaño lo esfuerza,
el buen rey allí moría.
Aquí acabó el rey Rodrigo,  115
al cielo derecho se iba.






Romance del duque de Arjona


ArribaAbajo En Arjona estaba el duque
y el buen rey en Gibraltar,
envióle un mensajero
que le viniese a hablar.
Malaventurado el duque  5
vino luego sin tardar;
jornada de quince días
en ocho la fuera a andar.
Hallaba las mesas puestas
y aparejado el yantar,  10
y desque hubieron comido,
vanse a un jardín a holgar.
Andándose paseando,
el rey comenzó a hablar:
-De vos, el duque de Arjona,  15
grandes querellas me dan:
que forzades las mujeres
casadas y por casar,
que les bebíaides el vino
y les comíades el pan,  20
que les tomáis la cebada,
sin se la querer pagar.
-Quien os lo dijo, buen rey,
no os dijera la verdad.
-Llamaisme a mi camarero  25
de mi cámara real,
que me trajese unas cartas
que en mi barjuleta están.
Védeslas aquí, el duque,
no me lo podéis negar.  30
Preso, preso, caballeros,
preso de aquí lo llevad:
entregadlo al de Mendoza,
ese mi alcalde el leal.






Romance de don García


ArribaAbajo A tal anda don García
por un adarve adelante,
saetas de oro en la mano,
en la otra un arco trae,
maldiciendo a la fortuna,  5
grandes querellas le dae:
-Crióme el rey de pequeño,
hízome Dios barragane,
diome armas y caballo,
por do todo hombre más vale,  10
diérame a doña María
por mujer y por iguale,
diérame a cien doncellas
para ella acompañare,
diome el castillo de Ureña  15
para con ella casare,
diérame cien caballeros
para el castillo guardare,
basteciómelo de vino,
basteciómelo de pane,  20
basteciólo de agua dulce,
que en el castillo no la haye.
Cercáronme los moros
la mañana de San Juane;
siete años son pasados,  25
el cerco no quieren quitare;
veo morir a los míos,
no teniendo qué les dare,
póngolos por las almenas,
armados como se estane,  30
porque pensasen los moros
que podrían peleare.
En el castillo de Ureña
no hay sino un sólo pane,
y si le doy a mis hijos,  35
la mi mujer ¿qué harae?,
si lo como yo, mezquino,
los míos se quejarane.
Hizo el pan cuatro pedazos
y arrojólos al reale:  40
el un pedazo de aquellos
a los pies del rey fue a dare.
-Alá pese a mis moros,
a Alá le quiera pesare,
de las sobras del castillo  45
nos bastecen el reale.
Manda tocar los clarines
y su cerco luego alzare.






Romance de la linda infanta


ArribaAbajo Estaba la linda infanta
a la sombra de una oliva,
peine de oro en las sus manos,
los sus cabellos bien cría.
Alzó los ojos al cielo  5
en contra do el sol salía,
vio venir un fuste armado
por Guadalquivir arriba;
dentro venía Alfonso Ramos,
almirante de Castilla.  10
-Bien vengáis, Alfonso Ramos,
buena sea tu venida.
¿Y qué nueva me traedes
de mi flota bien guarnida?
-Nuevas te traigo, señora,  15
si me aseguras la vida.
-Diéselas, Alfonso Ramos,
que segura te sería.
-Allá llevan a Castilla
los moros de la Berbería.  20
-Si no me fuese por qué,
la cabeza te cortaría.
-Si la mía me cortases,
la tuya te costaría.






Romance de Bernardo del Carpio


ArribaAbajo En los reinos de León
el casto Alfonso reinaba;
hermosa hermana tenía,
doña Jimena se llama;
enamorárase de ella  5
ese conde de Saldaña,
mas no vivía engañado,
porque la infanta lo amaba.
Muchas veces fueron juntos,
que nadie lo sospechaba;  10
de las veces que se vieron
la infanta quedó preñada.
La infanta parió a Bernardo,
y luego monja se entraba.
Mandó el rey prender al conde  15
y ponerle muy gran guarda.






Romance de Bernardo del Carpio


ArribaAbajo Por las riberas de Arlanza
Bernardo el Carpio cabalga,
en un caballo morcillo
enjaezado de grana;
gruesa lanza en la mano  5
armado de todas armas.
Toda la gente de Burgos
le mira como espantada,
porque no se suele armar
sino a cosa señalada.  10
También lo miraba el rey,
que fuera vuela una garza;
diciendo estaba a los suyos:
-Esta es una buena lanza;
si no es Bernardo del Carpio,  15
este es Muza el de Granada.
Ellos estando en aquesto,
Bernardo que allí llegaba;
ya sosegando el caballo,
no quiso dejar la lanza.  20
Mas puesta encima del hombro
al rey de esta suerte hablaba:
-Bastardo me llaman, rey,
siendo hijo de tu hermana;
y del noble Sancho Díaz,  25
ese conde de Saldaña;
que ninguno otro no osaba;
dicen que ha sido traidor,
y mala mujer tu hermana;
tú y los tuyos lo habéis dicho,  30
miente por medio la barba;
mi padre no fue traidor,
ni mi madre mujer mala,
porque cuando fui engendrado
ya mi madre era casada.  35
Pusiste a mi padre en hierros,
y a mi madre en orden santa,
y porque no herede yo
quieres dar tu reino a Francia.
Morirán los castellanos  40
antes de ver tal jornada;
montañeses y leoneses,
y esa gente asturiana
y ese rey de Zaragoza
me prestará su compaña  45
para salir contra Francia
y darle cruda batalla;
y si buena me saliere
será el bien de toda España;
si mala, por la república  50
moriré yo en la demanda.
Mi padre mando que sueltes,
pues me diste la palabra:
si no, en campo, como quiera
te será bien damandada.  55






Romance de Bernardo del Carpio


ArribaAbajo Con cartas y mensajeros
el rey al Carpio envió;
Bernardo, como es discreto,
de traición se receló;
las cartas echó en el suelo  5
y al mensajero habló:
-Mensajero eres, amigo,
no mereces culpa, no,
mas al rey que acá te envía
dígasle tú esta razón:  10
que no lo estimo yo a él
ni aun a cuantos con él son;
mas por ver lo que me quiere
todavía allá iré yo.
Y mandó juntar los suyos,  15
de esta suerte les habló:
-Cuatrocientos sois, los míos,
los que comedes mi pan:
los ciento irán al Carpio,
para el Carpio guardar;  20
los ciento por los caminos,
que a nadie dejan pasar;
doscientos iréis conmigo
para con el rey hablar;
si mala me la dijere,  25
peor se la he de tornar.
Por sus jornadas contadas
a la corte fue a llegar:
-Dios os mantenga, buen rey,
y a cuantos con vos están.  30
-Mal vengades vos, Bernardo,
traidor, hijo de mal padre,
dite yo el Carpio en tenencia,
tú tómaslo en heredad.
-Mentides, el rey, mentides,  35
que no dices la verdad,
que si yo fuese traidor,
a vos os cabría en parte.
Acordárseos debía
de aquella del Encinal,  40
cuando gentes extranjeras
allí os trataron tan mal,
que os mataron el caballo
y aun a vos querían matar;
Bernardo, como traidor,  45
de entre ellos os fue a sacar.
Allí me disteis el Carpio
de juro y de heredad,
prometístesme a mi padre,
no me guardaste verdad.  50
-Prendedlo, mis caballeros,
que igualado se me ha.
-Aquí, aquí los mis doscientos,
los que comedes mi pan,
que hoy era venido el día  55
que honra habemos de ganar.
El rey, de que aquesto viera,
de esta suerte fue a hablar:
-¿Qué ha sido aquesto, Bernardo,
que así enojado te has?  60
¿lo que hombre dice de burla
de veras vas a tomar?
Yo te do el Carpio, Bernardo,
de juro y de heredad.
-Aquesas burlas, el rey,  65
no son burlas de burlar;
llamásteme de traidor,
traidor, hijo de mal padre;
el Carpio yo no lo quiero,
bien lo podéis vos guardar,  70
que cuando yo lo quisiere,
muy bien lo sabré ganar.






Romance del conde Fernán González


ArribaAbajo Castellanos y leoneses
tienen grandes divisiones,
el conde Fernán González
y el buen rey don Sancho Ordóñez;
sobre el partir de las tierras,  5
ahí pasan malas razones:
llamábanse de hi-de-putas,
hijos de padres traidores;
echan mano a las espadas,
derriban ricos mantones.  10
No les pueden poner tregua
cuantos en la corte sone;
pónenselas dos frailes,
aquesos benditos monjes,
que el uno es tío del rey,  15
el otro hermano del conde.
Pónenlas por quince días,
que no pueden por más, no,
que se vayan a los prados
que dicen de Carrión.  20
Si mucho madruga el rey,
el conde no dormía, no.
El conde partió de Burgos,
y el rey partió de León;
venido se han a juntar  25
al vado de Carrión,
y a la pasada del río
movieron una cuestión:
los del rey, que pasarían,
y los del conde, que no.  30
El rey, como era risueño,
la su mula revolvió,
el conde, con lozanía,
su caballo arremetió;
con el agua y el arena  35
al buen rey le salpicó.
Allí hablara el buen rey,
su gesto muy demudado:
-Buen conde Fernán González,
mucho sois desmesurado,  40
si no fuera por las treguas
que los monjes nos han dado,
la cabeza de los hombros
ya yo os la hubiera quitado,
y con la sangre vertida  45
yo tiñiera aqueste vado.
El conde le respondiera,
como aquel que era osado:
-Eso que decís, buen rey,
véolo mal aliñado:  50
vos venís en gruesa mula,
yo en un ligero caballo;
vos traéis sayo de seda,
yo traigo un arnés trenzado;
vos traéis alfanje de oro,  55
yo traigo lanza en mi mano
vos traéis cetro de rey,
yo un venablo acerado;
vos con guantes olorosos,
yo con los de acero claro;  60
vos con la gorra de fiesta,
yo con un casco afinado;
vos traéis ciento de mula,
yo trescientos de a caballo.
Ellos en aquesto estando,  65
los frailes que han allegado:
-¡Tate, tate, caballeros!
¡Tate, tate, hijosdalgo!
¡Cuán mal cumplisteis las treguas
que nos habíades mandado!  70
Allí hablara el buen rey:
-Yo las cumpliré de grado.
Pero respondiera el conde:
-Yo de pies puesto en el campo.
Cuando vido aquesto el rey,  75
no quiso pasar el vado;
vuélvese para sus tierras,
malamente va enojado,
grandes bascas va haciendo,
reciamente va jurando,  80
que había de matar al conde
y destruir su condado.
Y mandó llamar a cortes,
por los grandes ha enviado;
todos ellos son venidos,  85
sólo el conde ha faltado.
Mensajero se le hace
a que cumpla su mandado;
el mensajero que fue
de esta suerte le ha hablado.  90






Romance del conde Fernán González...


ArribaAbajo-Buen conde Fernán González,
el rey envía por vos,
que vayades a las cortes
que se hacían en León;
que si vos allá vais, conde,  5
daros han buen galardón:
daros ha a Palenzuela
y a Palencia la mayor,
daros ha a las nueve villas,
con ellas a Carrión,  10
daros ha a Torquemada,
la torre de Mormojón.
Buen conde, si allá no ides
daros hían por traidor.
Allí respondiera el conde  15
y dijera esta razón:
-Mensajero eres, amigo,
no mereces culpa, no;
yo no he miedo al rey,
ni a cuantos con él son.  20
Villas y castillos tengo,
todos a mi mandar son;
de ellos me dejó mi padre,
de ellos me ganara yo;
los que me dejó el mi padre  25
poblélos de ricos hombres,
las que me ganara yo
poblélas de labradores;
quien no tenía más que un buey
dábale otro, que eran dos,  30
al que casaba su hija
dole yo muy rico don;
cada día que amanece
por mí hacen oración,
no la hacían por el rey,  35
que no lo merece, non,
él les puso muchos pechos
y quitáraselos yo.



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