Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —367→  

ArribaAbajoReseñas

  —368→     —369→  

ArribaAbajoDámaso Alonso: Vida y obra (Ed. facs.)

Francisco Abad


(Madrid: Caballo Griego para la Poesía y la Comunicación de Madrid, 1997)

La primera publicación que se ha hecho para conmemorar el centenario del nacimiento de Dámaso Alonso ha sido la de este facsímil de un texto que ya era conocido, Vida y Obra, pero que ahora resulta atractivo y emocionante tener según el manuscrito; estamos ante páginas autobiográficas preciosas, que no se encuentran en sus «Obras Completas», y que el propio autor describe al terminarlas: «He hablado -dice- de mi poesía y de los sitios donde dí lecciones, pero no de los trabajos que llevándome por muchas sendas espirituales, me servían para encubrirme mi vital aflicción: los temas de lingüística y de historia y crítica de la literatura, que me valían para distraerme» (p. 72 del hológrafo).

En efecto don Dámaso se extiende sobre su poesía, y apunta que con la labor profesional trataba de encubrir su aflicción vital, independientemente   —370→   de lo que ella tenía de obligada y de vocacional: ciertamente en el presente escrito nuestro autor glosa los contenidos que habían ennegrecido el interior de su conciencia y de su alma, contenidos que están en la poesía que escribió -la injusticia, las guerras,...

Dámaso Alonso se refiere en estas páginas a «los poetas grandes que habían de ser amigos míos» y que integraron lo que con decisión llama «la generación de 1927»: Vicente Aleixandre (nacido asimismo en 1898), Alberti, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Jorge Guillén, García Lorca (otro escritor nacido el mismo año), etc. Nuestro autor parece creer en lo que Ortega denominaba la unidad del estilo vital y por tanto las coincidencias secundarias de los coetáneos, y por eso ya decimos que emplea con toda naturalidad y de manera decidida el troquel de generación del 27.

Por ejemplo evoca don Dámaso la «amistad conjunta» entre los escritores mencionados y dice: «Nos reuníamos todas las veces posibles [...] Todos nosotros coincidíamos en una misma cosa: un amor inmenso por la poesía. Hablábamos de la poesía española moderna y de las antiguas del siglo de oro y de la edad media. Comentábamos también las poesías extranjeras». Se dio ciertamente en el presente grupo de escritores una convergencia de ánimo y estilo vital, y así Dámaso Alonso llama al grupo generación -según decimos-, y razona su pertenencia a la misma; de esta forma escribe: «Durante el tiempo importante de la generación, yo viví unido intensamente con ella, con amistad, trato, intercambio de ideas, de entusiasmos y de críticas. Yo pertenecía a la generación del 27».

No estamos ante un uso rígido del concepto de «generación» que entiende por ella a un grupo de autores que necesariamente resulta homogéneo: se trata de un concepto abierto que encuentra y analiza sólo -en principio- convergencias secundarias y un aire de familia; de esta forma vemos efectivamente que don Dámaso emplea con segura convicción el troquel de «generación del 27».


Contenidos poéticos

Las páginas de esta «Vida y Obra» glosan sobre todo los libros poéticos del autor, aunque asimismo aparecen intercalados en ellas los datos de su actividad docente. Como ya queda sugerido, el poeta   —371→   Dámaso Alonso lleva a su creación literaria la protesta por la injusticia y por la muerte, con lo que el problema de Dios también está muy presente en ella: «Hay y ha habido siempre -proclama por ejemplo- actos externos que nos habrán aumentado la pesadumbre y la negra tristeza a mí y a muchos seres humanos: existe una terrible injusticia nacional e internacional; recuerdo la guerra española, con muertos, amigos y parientes, a un lado y otro; después, la guerra mundial».

En verdad la contienda civil española más los años de posguerra y la guerra mundial, etc., supusieron muchos sufrimientos: no poco incómoda y a veces sumamente difícil fue la situación de Menéndez Pidal, o de José Fernández Montesinos, o la de don Samuel Gili, o la de Rafael Lapesa, y la de tantos otros escritores españoles, empezando por el mismo Ortega y Gasset; más confortable resultó la propia situación de don Dámaso, lo que él mismo reconoce al decir: «En 1940 se me trasladó a esa cátedra [que había sido de Menéndez Pidal] sin que hubiera oposición para ella» -sin duda no todo el mundo podía conseguir que se le trasladase directamente a una cátedra prestigiosa en 1940.

Don Dámaso contempla pues a su alrededor un panorama de injusticias y muertes, y estas vetas impregnan su discurrir poético; se hace patente y presente así el problema de Dios, problema que llenará por igual los versos del autor, quien manifiesta asimismo en este sentido: «A Dios lo que en realidad se le pide es una explicación de todo lo atormentado: lo íntimo personal, lo de los humanos, próximos y alejados; lo del mundo». La explicación que se le pide a Dios constituye en efecto un contenido principalísimo de la poesía de don Dámaso, y este dirigirse a la Divinidad tiende a adquirir quizá en los versos de nuestro autor un tono de exaltación creciente con el paso de los años.

En otro momento Dámaso Alonso expone su idea de que lo que ha «mirado y cantado han sido esas dos cosas: yo mismo, Dámaso, y eso otro, lo demás, el horrible, el admirable Mundo. Horrible, para mí; admirable, para quien no sea yo». En efecto el horror del Mundo atraviesa buena parte del discurso artístico de nuestro poeta, lo que lleva al mismo el tema de Dios, que aparece así por ejemplo hacia el final de su vida en el que Valentín García Yebra califica «poema tristísimo» Duda y amor sobre el Ser Supremo. Antes, en 1959, don Dámaso había escrito:


Vicentico, Vicentico,
ya te lo decía yo:
—[372]→
    la gran zorra de la vida
nos ha engañado a los dos. [...]
   Vicentico, mi Vicente,
       hijito, te dije yo
   que esa zorra de la vida
    nos la jugaba a los dos.

Vemos cómo ciertamente esta Vida y Obra encierra sobre todo un análisis o comentario de Dámaso Alonso a su poesía y a los contenidos que encierra; no glosó en cambio -según hemos visto que advertía- los escritos de lingüística y de historia y crítica literaria.

Falta aún en efecto el análisis en detalle de la obra de investigación filológica de nuestro autor, una de las verdaderamente relevantes que se han hecho en España en la presente centuria; nuestra ya no pequeña experiencia profesional y docente nos hace ser un tanto pesimistas a este respecto, pues hoy día distintos estudiosos no parecen conocer muy bien acaso esa investigación de gran amplitud que alcanzó a llevar a cabo don Dámaso, y tenemos indicios de que tampoco se le explica mucho en clase.

Por ejemplo no siempre se hace conocer a los estudiantes la Vida y obra de Medrano, obra lograda que encierra además una instructiva y sugeridora indagación acerca de las «peculiaridades de lenguaje» del autor: el léxico con su matiz arcaizante y el latinismo e italianismo (lo que hace a Dámaso Alonso tratar de los «cultismos de acepción»), los hipérbatos y sus tipos y casos, las reiteraciones, los artificios de correlación, etc.; en realidad hay muchas páginas y rincones críticos en la obra de nuestro autor que deben recordarse y que merecen analizarse y comentarse -él y Montesinos escribieron sobre el género «novela moderna» páginas que a los teóricos de la literatura suelen olvidárseles-.

Por supuesto el estudio de la obra investigadora de Dámaso Alonso, como el de la de todos los otros autores de la «escuela española» de filología, no tendrá que hacerse de manera totalmente acrítica: se trata de autores a los que por su magnitud creemos nosotros que hay que empezar por respetar -como desde luego se ha de respetar a cualquier autor o estudioso-, pero nuestro análisis no deberá quedarse en una glosa o paráfrasis, sino que habrá de procurar entenderlos y a la vez encuadrarlos bien en su momento y en el todo de la historia del análisis filológico. Cuando por ejemplo a Menéndez Pidal se le exigían presuntas responsabilidades y don José Montesinos vivía circunstancias   —373→   extraordinariamente difíciles durante la Segunda Guerra Mundial, nuestro autor reconoce que obtuvo un traslado sin oposición a la que había sido cátedra de don Ramón: las circunstancias profesionales y la obra toda de los autores de la escuela pidalina resultan distintas, y en el análisis deberemos llegar al matiz.

Don Dámaso es seguramente el crítico literario español del siglo XX que ha dejado una obra más cumplida, llena de rigor y claridad en lo filológico y muy atrayente en conjunto; además es uno de los poetas de la que puede llamarse con propiedad Generación del Veintisiete, y por esto segundo y por lo primero es uno de los nombres señeros en la historia intelectual española del siglo XX.

Para establecer con exactitud algunos de los datos de su trayectoria universitaria, y para el estudio de su obra poética, la presente Vida y obra que ahora se nos ofrece en un facsímil muy emotivo, constituye un punto de referencia necesario. Desde luego la invitación a la lectura del presente texto ha de ir acompañada de una invitación decidida a la lectura de los escritos todos de don Dámaso: la editorial Gredos tiene publicados nueve volúmenes (muy gruesos varios de ellos) con la obra filológica prácticamente completa de nuestro autor, y el manejo de todos y cada uno de tales volúmenes resulta imprescindible lo mismo para el profesional que para el estudiante, que no debería finalizar su carrera sin haber leído partes de los mismos.

La consideración de los resultados investigadores de la «escuela española» de filología no debe estar ausente de los programas de nuestras asignaturas.