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Repárese en la progresión acentual de un verso en que tres verbos («no saber», «ser», «ir») son enlazados acentualmente para proyectarlos en un sustantivo, que se convierte en el paradigma de la indagación de este poema. (N. del A.)

 

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Buena parte de la «crítica paralela» que Juan Ramón escribiera está contenida en sus aforismos, a los que destinaba Ideolojía, el cuarto volumen de Metamórfosis; ver Jiménez (1990). Se citará siempre indicando el número del aforismo y las páginas de esta edición. (N. del A.)

 

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Como dirá más tarde en «La trasparencia, Dios, la trasparencia», el poema inaugural de Animal de fondo: «Eres la gracia libre, / la gloria del gustar, la eterna simpatía, / el gozo del temblor, la luminaria / del clariver, el fondo del amor, / el horizonte que no quita nada: / la trasparencia, dios, la trasparencia, / el uno al fin, dios ahora sólito en lo uno mío, / en el mundo que yo por ti y para ti he creado» (vv. 29-36). Y obsérvese de qué manera estos dos versos finales se adecuan a uno de los ritmos más seguros del poeta, el del alejandrino a la francesa, con dos hemistiquios de siete sílabas: «el/u/no-al/fin,/dios/aho/ra - /li/to-en/lo-u/no//o l en/el/mun/do/que/yo- por/ti-y/pa/ra/ti-he/crea/do», arrastrando el último una sorprendente estructura trocaica por las rupturas de sentido que provoca una acentuación que surge de la suma de la realidad creada (el «mundo») y de la identidad de ser de Juan Ramón («yo»). (N. del A.)

 

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En correspondencia con el aserto que A. Alonso (1979: 88) señalara como base de esta especial poética aplicada a P. Neruda: «Una sucesión de versos libres corresponde a una sucesión de unidades intuicionales o bien a un especial encabalgamiento de intuiciones exigido por el movimiento de la efusión sentimental». (N. del A.)

 

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Las relaciones entre los discursos formales de la prosa y del verso son objeto de consideración de una tesis doctoral de próxima lectura, realizada por M.ª Ángeles Sanz Manzano con el título de La prosa autobiográfica de Juan Ramón Jiménez: corpus textual y análisis crítico, en la Universidad de Alcalá. (N. del A.)

 

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Isabel Paraíso de Leal, controvertida estudiosa de Juan Ramón (1976a), aunque no del versolibrismo (1985), en uno de sus estudios iniciales sobre teoría rítmica indica (1976b: 119): «En la verdadera prosa poética es frecuente que los ritmos cuantitativos, acentual y timbral aparezcan, pero no lo hacen con periodicidad suficiente para que el esquema rítmico se imponga sobre el lingüístico». (N. del A.)

 

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Recuérdense los fenómenos de tipografía antes señalados. (N. del A.)

 

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Ver I. Paraíso de Leal (1971). (N. del A.)

 

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Y Juan Ramón construyó con esta forma algunos de sus más deslumbrantes poemas, como ocurre con la prodigiosa arquitectura de los diecisiete endecasílabos de «El otoñado» de La estación total. (N. del A.)

 

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«Porque el verso sin rima renuncia a uno de los elementos rítmicos, se hace necesario que esté más trabajado, notándose enseguida todo prosaísmo. De ahí que se tuviera por más difícil que el verso en el que hay rima», como recuerda J. Domínguez Caparrós (1999a: 487). (N. del A.)