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Mientras tanto el lector español puede leer «Transformar la teoría del ritmo ¿por qué y para qué?», un compendio de su ideario, en Ritmos, métricas, rupturas en la poesía hispanoamericana, G. Areta Marigó, H. Le Corre, M. Suárez, D. Vives (eds.) (2000). Madrid: Verbum. (N. del A.)

 

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Las Obras completas de Eguren fueron publicadas en Lima, por Mosca Azul en 1974. Cito según esta edición. El lector español encontrará una buena antología de sus poemas en Visor (José María Eguren. De simbólicas a Rondinelas, Gema Areta ed., 1992) aunque con unos fallos, como la ausencia, en el índice, del poema «Las torres» (de Simbólicas) o errores como el título «La tarde» por «La tarda» (Ibid.). Léase también: Areta Marigó, G. (1993). La poética de José María Eguren. Sevilla: Alfar. Acabo de tener acceso a la edición reciente de las Obras completas, de Eguren, con material gráfico (Lima: Banco de Crédito del Perú, «Biblioteca Clásicos del Perú», 1997). (N. del A.)

 

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El «anacronismo» de los lieder desempeña, de nuevo, un papel diferenciador, que singulariza a Eguren. En efecto, tras un recuento rápido y parcial, he logrado localizar unos raros poemas modernistas con ese título (uno en Gutiérrez Nájera, de 1877, uno en Darío, de 1890 (?), y un poema de Tablada, titulado «Lieder», de 1892). (N. del A.)

 

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He analizado en otro lugar (Poesía hispanoamericana posmodernista. Historia, teoría, prácticas. Madrid: Gredos, B.R.H., 2001, por publicar) el prólogo de Unamuno a Alma América de Chocano, donde reitera su interés por la poesía de los musing ingleses y habla de su propia poesía «inelocuente, conversacional y soterraña» (p. XIV). (N. del A.)

 

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En esto se relacionan modernismo y posmodernismo, las vanguardias rompen de manera más marcada con ese sistema «musical», cuyas posibilidades analizó finamente el joven Reyes de Cuestiones estéticas (1911). En todo caso, se trata de polos -no de diferencia radical- entre un sistema, el (pos)modernista, todavía atento a las categorías (ideales) armónicas y otro, el vanguardista, más atento a lo gráfico-espacial del lenguaje (cf. su interés por la metáfora). (N. del A.)

 

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El mismo esquema prosódico vertebra el verso «al dar sus adioses sobre la playa» («Lied V»). Por otra parte, tanto Henríquez Ureña (1961: 339) como Domínguez Caparrós (2000: 96) subrayan la originalidad prosódica del endecasílabo y del dodecasílabo (respectivamente) egurenianos. (N. del A.)

 

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Esto no significa equivalencia absoluta sino convergencia de algunos elementos poéticos. (N. del A.)

 

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La Ortometría de González Prada (1988) descansa igualmente en la combinación de cláusulas simétricas. (N. del A.)

 

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Pienso en traducciones de Pérez Bonalde, como las de «El caballero nocturno», de Uhland (1964: 181-182), «El triste» (42) o «Los dos hermanos» (43) de Heine, que ofrecen interesantes paralelos con algunos poemas egurenianos. (N. del A.)

 

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El yaraví andino, como el huayno, es una canción de origen quechua, de tema generalmente amoroso y melancólico. Garcilaso de la Vega, el Inca, recogió algunos de ellos, caracterizándolos como poesías de metro menor. La forma dialogada del «Lied VI» también tiene que ver con la canción popular. Esos elementos aparecen, por ejemplo, en las Baladas peruanas de González Prada. (N. del A.)