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Bartolomé de Torres Naharro

Biografía de Bartolomé de Torres Naharro

Por Julio Vélez-Sainz

Solo un manojo de textos refieren la biografía de Bartolomé de Torres Naharro (t. p. q. 1485-t. a. q. 1520): la epístola de Barbier, el Psalmo de la Victoria del propio autor, la carta que encabeza la princeps de la Comedia Tinelaria y el privilegio del Papa León X para la publicación del volumen príncipe de la Propalladia. Su vida se ha de reconstruir a partir de estos escasos, si bien esclarecedores, documentos.

Nace en la Torre de Miguel Sesmero, cercana a Olivenza, provincia de Badajoz, hacia el año 1485[1]. Posiblemente estudiase en Salamanca, aunque no queda constancia de su paso por las aulas. De haber ido, coincidiría con Lucas Fernández (¿1474?-1542), autor en la estela de Juan del Enzina (1468-1529), y, seguramente, podría haber visto algunas de las Farsas y églogas al modo pastoril (Salamanca, Lorenzo de Liondedei, 1514) de éste, posiblemente, la Égloga de nacimiento de Nuestro Redentor (c. 1500), el Auto o farsa del nacimiento de Señor Jesuchristo, (c. 1500), y el Auto de la Pasión (1500-1503).

Lihani, partiendo de Menéndez Pelayo, no sólo lo cree alumno de la Universidad (en donde aprendería el latín en el que podría haber escrito sus obras), sino que además afirma que aquí pudo ser actor a las órdenes de Enzina rodeado de un elenco de jóvenes y entusiastas actores de talento, como Lucas Fernández, Torres Naharro, Gil Vicente, Diego Sánchez de Badajoz y otros (1979, 16). Lo único indudable es que encontramos referencias a luminarias salmantinas en su obra. En la Comedia Jacinta Torres Naharro cita a Rodrigo Basurto, cátedro de Física (vv. 153-55). Puesto que, para el editor Barbier, podría Torres haber escrito toda su obra en latín, es muy posible que cursara estudios de latinitas en la Atenas castellana.

En sus obras menciona lugares de Andalucía como las Bandurrias de Triana, la Iglesia Mayor, el condado de Niebla, y costumbres pintorescas como la danza de espadas de los jardineros sevillanos, lo que indicaría, si no un conocimiento de primera mano, al menos, haber coincidido con andaluces en sus andanzas. Lo que no admite duda es que en los primeros años del XVI hubo de residir en Valencia pues demuestra conocimientos de esta lengua en la Serafina como se demuestra en los personajes de Serafina y su sirvienta Dorosía. Valencia era un puerto de suma importancia y su destino natural era la Italia del Renacimiento.

Moró en Italia, lugar por el que pasaron Juan del Enzina, Garcilaso de la Vega, Juan Boscán, Juan de Vera Tassis (Conde de Villamediana), Miguel de Cervantes o Francisco de Quevedo. El desplazamiento de Torres fue, sin lugar a dudas, muy accidentado. En la nota biográfica de Barberius que antecede a la edición princeps y que damos por auténtica se menciona en latín lo siguiente: «Al principio la suerte le fue muy esquiva puesto que fue hecho prisionero por los musulmanes tras un naufragio». No se puede asegurar que este «naufragio» al que hace referencia Barbier tuviera lugar en el mar, puesto que el término era uso común para designar una gran desgracia. Así en el Diccionario de Autoridades se puede leer que por naufragio «metafóricamente vale pérdida grande en cualquier línea, desgracia, o desastre» (652B). El naufragio y su posterior cautiverio por piratas agarenos podría haber tenido lugar también por tierra.

Igualmente, recuerda al de otros famosos escritores cautivos en su viaje a Italia como Miguel de Cervantes. De cualquiera de las maneras, Torres tendría el humor suficiente como para reflejar un episodio paralelo en el Diálogo del nacimiento al presentar al joven Betiseo, posiblemente alter ego del autor en la comedia, a quien han asaltado «ladrones cosarios» y han quitado una calabaza con vino por lo que expresa su mala ventura. Fuera como fuera, lo que es claro es que hacia 1508 llegó Torres Naharro a Roma (Aliprandini 1986, 127), trufada entonces de un ambiente antiespañol después de la muerte de Alejandro VI y la caída de los Borgia (o Borja). Entre 1512 y 1516 Torres Naharro se mueve por Roma en busca de beneficios y mecenazgo y debió conocer bien los entresijos de una corte tan complicada como la romana antes del saco de Carlos V (1527).

Su primer protector Giulio di Giuliano de' Medici (1478-1534) era, por aquel momento, un poderoso cardenal que, además de ejercer una tremenda influencia en el Papa, su primo León X, durante el periodo de 1513 a 1523 llegó a ser Papa él mismo de 1523 a 1534 con el nombre de Clemente VIII, donde luchó por la independencia papal frente a la monarquía hispánica, contra la Reforma luterana, y la Anglicana de Enrique VIII de Inglaterra. De hecho, en 1527 se vio forzado a huir de Roma ante el saco de la ciudad. El segundo de sus protectores es Bernardino de Carvajal y de Sande (1455-1523), cardenal de la Santa Cruz en Jerusalén y obispo de Sigüenza (1495) y de Túsculo, perteneciente a otro poderoso clan familiar y descendiente de Francisco López de Carvajal, señor de Torrejón el Rubio (Cáceres) y de Aldonza de Sande (hija de Álvaro de Sande, Marqués de Valdefuentes) quien le recibe en fecha de diciembre de 1515. Muy posiblemente hiciera nuestro autor valer su condición de pacense ante el cardenal. Carvajal fue doctor en derecho y teología, maestro y rector de la Universidad de Salamanca, de donde podría conocer a nuestro Torres, se fue a Roma como cliente del Cardenal Mendoza, donde ejerció como cubiculario del Papa Sixto VI y como embajador de facto de los Reyes Católicos en la Curia.

Parece ser que Torres Naharro representó la mayoría de sus obras cuando se hallaba al servicio bien de Julio de Médicis, o bien de Carvajal. Sospecha Aliprandini que el pacense fue el director de la puesta en escena de algunas de sus comedias como la de la Trofea, la Jacinta o la Tinelaria ante el Papa. Así, en 1513 pone en escena Soldadesca en un banquete de corte, representa Jacinta a finales de 1514 o principios del año siguiente en Roma (posiblemente ante Isabela d'Este o Vittoria Colonna); igualmente, entre el 21 de marzo y el 15 de abril representa la Comedia Trofea, posiblemente ante León X, en ocasión de la visita del embajador portugués en el castillo de Sant'Angelo o, quizá de la llegada de la carta en la que se anunciaban la conquista de Las Molucas (Lihani 1979, 66). Convenientemente la Comedia Tinelaria es la que más pistas nos da de Torres Naharro como dramaturgo palaciego. Mantiene Aliprandini que Carvajal seguramente no estuvo presente en la representación de la comedia por lo que seguramente se representó en casa de Giulio de Médici para regocijo del Papa (128 et passim). En la Dedicatoria de la suelta recuerda Torres la representación de la misma:

Acuerdome que después de recitada esta Comedia Tinelaria a la Santidad De Nuestro Señor e a monseñor Reverendísimo Médicis patron mío. Vuestra Señoría Reverendísima quiso verla y, después de vista, me mandó que en todo caso le diese copia d´ella. Tras d´esto me demandó la causa porque no dejava a estampar lo que escrevía.
(A1v)

De igual modo, la dedicatoria indica, de manera muy interesante, cómo podían afectar los trasuntos palatinos a un autor como Torres que, además de poeta y dramaturgo, había de ser cortesano:

La propia comedia indica que la representación tuvo lugar posiblemente después de una comida. En el introito, significativamente el único recitado por el autor en lugar del convencional pastor, se menciona que:

Al yantar os podéis también llegar
los que yantado no habréis,
con un real singular
y un escaño en que os sentéis.
(vv. 164-168)

Los espectadores ocupan sus asientos, muy posiblemente a los lados, mientras es de suponer que se reservaría la mejor vista a la mesa de dignatarios. Estamos, pues, ante una comedia resuelta en un espacio intramuros. Torres tuvo una actividad teatral muy prolífica. Barbier indica: «ubi sub sanctissimo domino nostro d. Leone X, pontifice maximo, plura edidit» [editó muchas obras bajo nuestro santísimo señor el papa León X]. Si así lo hizo, no queda rastro alguno, lo cual tampoco es raro. Como indica Pastor, muchas de las obras compuestas en el momento se destruyeron después de la muerte de Alejandro VI:

Es extraño que dichos poetas cortesanos españoles hayan dejado tan pocas huellas de sus escritos. Por ventura cuando, inmediatamente después de la muerte de Alejandro VI, estalló contra los odiados «catalanes» una formal persecución, y cuando más adelante, en tiempo de Julio II, se entregó la memoria de Alejandro VI al odio y al desprecio, se destruyeron muchos escritos de esta clase.
(Pastor 1911, 106)

Puesto el anónimo traductor de la carta que se incluye en la edición de 1573 traduce «plura» por «muchas cosas» sin indicar que se trata de obras impresas, se podría leer «donde en tiempo de Leo décimo compuso muchas cosas buenas» y cabría imaginar que se refiriera a la representación de alguna de sus obras en casa del poderoso Giulio de Medici (Gillet mantiene que Torres estuvo con Medici hasta diciembre de 1515 [III.639]) o, quizá, de Carvajal.

En sus obras ya impresas o representadas antes de 1517, Torres muestra interés en mantenerse informado y comentar los asuntos de actualidad. Aparecen en su corpus la batalla de Ravenna (1512), la recluta de soldados para la Liga Santa (1512), la celebración de la victoria española sobre los venecianos en Vicenza (1513), el viaje de Isabella d'Este a Roma y puede que a Nápoles (1514-1515), la entrada triunfal de León X en Florencia y las subsiguientes vistas de Bolonia (1515), la condolencia por la muerte del Duque de Nájera (1515), la muy posible representación de la Tinelaria ante el Papa (1515 o 1516), la condolencia por las muertes de Gonzalo Fernández de Córdoba y del rey Fernando (1516).

Antes de 1517 se marcha de Roma a Nápoles, donde publica la Propalladia y desde donde acabaría retornando a España. Pérez Priego mantiene que cabe pensar que Torres temiera dificultades a la hora de publicar su obra. La promulgación de la bula Inter sollicitudines de 4 de mayo de 1515 instituía la censura previa y prohibía la publicación sin la autorización del Cardenal Vicario bajo pena de excomunión (2011, 252). Esta censura previa explica los cambios que se producen en la suelta romana de 1520 de la Aquilana y en las sueltas (s. f., s. l. [¿Roma?, ¿Berlín?, ¿1516?] y Roma, 1524) de la Tinelaria donde las referencias religiosas aparecen mutiladas. En esta nueva ciudad estuvo bajo la protección de Francisco Fernando (o Hernando) de Ávalos (o Dávalos), marqués de Pescara (1489-1525), y de su famosa mujer Vittoria Colonna (1490-1547). De hecho, el Psalmo de la Victoria datado alrededor de 1513 destaca el valor del de Pescara:

no será bien que se reste
quien ganó fama tan clara,
salió la flor de la hueste
que fue el Marqués de Pescara.
(Aiiir)

En el texto Torres narra la batalla de La Motta (o de Schio, Vicenza, Creazzo), que formó parte de la Guerra de la Liga de Cambrai y que tuvo lugar a dos millas de la ciudad de Vicenza el 7 de octubre de 1513 entre la República de Venecia y España. Por parte de los venecianos un ejército liderado por Bartolomeo d'Alviano (quien había peleado en el Garellano con Gonzalo de Córdoba), y por parte española el general Ramón de Cardona. La batalla coincidió con la retirada de los franceses al otro lado de los Alpes después de la batalla de Novara parecía asegurar a los españoles el absoluto dominio de Italia (vid. Norwich 1989).

En la dedicatoria a Ávalos que inicia la edición de 1517 de la Propalladia Torres establece una metáfora náutica en la que le agradece a Ávalos el haber acogido la «pobre navecilla» de su torpe ingenio que había salido «fuera del seguro puerto del silentio» para aventurarla «en el golfo de mi inocentia» pese a ponerla «al peligro de las carniceras e inquietas lenguas, peores que pésimas ondas» pues contaba con la «llenas velas del próspero favor de V. S.» y con ánimo para «descobrir tierra» y dar «nuevo pasto a los golosos ojos». Se observa que Torres mantiene una narración personal en los paratextos de la Propalladia de 1517 en los que se presenta como un pobre marinero. Por un lado, encontramos a un «náufrago» capturado por los Agarenos que llega a la ciudad de Roma y estuvo como un corsario en la corte de la Curia para luego quedar acogido en el puerto seguro de los Ávalos-Colonna.

En fecha desconocida posiblemente regresó a Sevilla. Puede ser que escribiera sus últimas comedias en esta ciudad, sobre todo, la Aquilana. No obstante, Oleza se muestra en desacuerdo con esto pues la comedia mantiene una estructura paralela al resto y no se encuentran referencias directas a la capital hispalense (2004, 233-248). No hay acuerdo en la crítica con respecto a la muerte de Torres. Menéndez Pelayo sostiene que murió en Sevilla entre 1530 y 1531, tras participar en una Justas poéticas organizadas por Baltasar del Río, obispo de Escala. Gillet se muestra en desacuerdo y formula que, en realidad, no es seguro que las Justas, que no llevan fecha, fueran de 1530, ni que el no comparecer en las de 1531 (las primeras fechadas) sea indicio de su muerte. Es posible que Torres ni siquiera estuviera en Sevilla en ese momento, pues bien podría haber publicado sus Coplas in absentia, de hecho, el obispo de Escala podía tener en su poder copia de ellas. Gillet ha mostrado que la evidencia indica que la muerte del autor se produjo antes de 1524 pues la edición de la Propalladia que lleva esta fecha no parece haber sido revisada por él. En un segundo momento, se acercó su muerte a 1520. López Prudencio en 1934 rescató un expediente de 1826 en el que se habla de la fundación de una capellanía por Bartolomé Sánchez Naharro en la Torre de Miguel Sexmero, quien en su testamento de 1521 estableció una cláusula que rezaba «Item, mando a Juan hijo de Alonso Hernández una viña que yo tengo en el término de esta villa con otra viña que le dio Bartolomé Naharro que es difunto» (Oleza 2004, 247). Además, para Gillet, Torres no efectuó revisión alguna de los textos publicados a partir de 1520, lo que apuntaría hacia esta fecha para su muerte. En 2013 Vélez-Sainz situaría la muerte de Torres Naharro entre 1520 y 1526 ya de vuelta en Sevilla por argumentos presentes en los testimonios de las cuatro ediciones de la Propalladia que en algún momento se datan en vida de Torres Naharro: la princeps (Nápoles, Pasquet, 1517), la de Nápoles (Pasquet, 1524) que Gillet (y otros tras él) mantiene base para su edición, y las dos sevillanas (Cromberger, 1526 y Cromberger, 1533), junto con el testimonio de Roma (1520).

[1] Para Américo Castro el autor muy posiblemente fuera de origen converso (1996, 185). Stephen Gilman amplió mostró cómo varios de los personajes de sus obras son conversos (1969, 20-39). Nora Weinerth las hermanadas Diálogo del nacimiento y Adición al Diálogo del nacimiento se producen dentro de un contexto de recepción que entenderían otros conversos. Menos fortuna ha tenido la posibilidad de averiguar un extracto musulmán en nuestro autor, para John Lihani encontramos datos en la Comedia Jacinta que indicarían la procedencia mahometana de la familia de Torres Naharro (1979 y, sobre todo, 1971, 828-835). Como con tantos otros autores del momento, de la procedencia religiosa de su familia no tenemos datos verificables, por lo que cualquier discusión es meramente especulativa.

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