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Nicanor Parra

Catálogo comentado

Por Berta López Morales

Cancionero sin nombre (Santiago de Chile, Nascimento, 1937)

«Cancionero sin nombre», Santiago de Chile, Nascimento, 1937Libro juvenil compuesto por veintinueve poemas cuyos rasgos más visibles son la incorporación métrica del romance y el desarrollo narrativo. Usos constantes de la personificación y la metáfora referidos a la naturaleza o el mundo religioso. Los temas poetizados son la vida sencilla, las burlas y los desaires populares, el amor a la vida, el desenfado y la fatalidad. Este libro ganó el Premio Municipal de Poesía de Santiago.

Poemas y antipoemas (Santiago de Chile, Nascimento, 1954)

«Poemas y antipoemas», Santiago de Chile, Nascimento, 1954Libro dividido en tres secciones con un total de veintinueve poemas. Para Federico Schopf estos poemas no separan simplemente tres épocas de la obra del autor, no distinguen solo diversos modos de poetizar y temples de ánimo, sino que, más profundamente, muestran los diversos momentos de la búsqueda y articulación de un nuevo alfabeto.

La evocación y la melancolía de un tiempo perdido se deja sentir en «Hay un día feliz» o la nostalgia por «Catalina Parra» se contrapone al mundo de la desesperación, el delirio y la falta de sentido que se observa en «Autorretrato» y que habla de enajenación, de soledad y de absurdo enmarcados en una mueca irónica como se advierte en «El túnel».

A Gonzalo Rojas le parece que en este libro el poeta muestra una honradez, una genuidad, un poder imaginativo de primer orden, que airean y purifican la atmósfera pesada de los versificadores al uso en nuestro país, convencionales, truculentos que enturbian las aguas para hacerlas creer más profundas.

Poema: Preguntas a la hora del té

La cueca larga (Santiago de Chile, Universitaria, 1958)

«La cueca larga», Santiago de Chile, Universitaria, 1958Componen este libro los poemas: «Coplas al vino», «El chico y la damajuana» y «La cueca larga». En los poemas iniciales el poeta-payador da cuenta de la gracia, socarronería criolla, mezclando aires populares y cultos para mostrar al hombre de la tierra, su saber popular, su ingenio, y sus preocupaciones sociales, «La cueca Larga», nuestro baile nacional es un elogio al campesino y a sus costumbres y en ellas se homenajea al vino, portador de una fraternidad viril, y también de la melancolía que entraña la conciencia del devenir, de la visión de la muerte y la trascendencia.

Estas coplas, cuecas y brindis se encienden a lo humano y a lo divino, en las cuales no están ausentes muchos elementos de la antipoesía y que con tonalidades superrealistas, obteniendo de este modo nuevos matices poéticos cuyas imágenes resignifican y renuevan la tradición folklórica y la estructura de la poesía popular.

Poema: El chuico y la damajuana

Versos de salón (Santiago de Chile, Nascimento, 1962)

«Versos de salón», Santiago de Chile, Nascimento, 1962En este libro el autor continúa desarrollando su poética de espaldas a la tradición y a los convencionalismos lírico literarios. Desde sus composiciones aparentemente prosaicas surge una poesía vital, alegre, popular. Sin vanas abstracciones, es esta una poesía de sujeto y objeto, de entorno cotidiano donde la ironía, la burla y lo grotesco empuja al yo lírico y al lector al abismo, al absurdo y por qué no a la neurosis. El título del libro, sin duda, constituye una nueva transgresión y una reacción contra el fatigoso stablishment de la sociedad contemporánea.

Poema: La poesía terminó conmigo

Obra gruesa (Santiago de Chile, Universitaria, 1969)

«Obra gruesa», Santiago de Chile, Universitaria, 1969Este libro recoge la casi totalidad de su obra: Poemas y antipoemas (1937-1954), La cueca larga (1958), Versos de salón (1954-1962), Canciones rusas (1964-1967), y se agregan poemas inéditos «La campana de fuerza» (1962-1968), «Otros poemas» (1950-1968).

Este libro fundamental en la creación parriana lleva al lector a encontrarse con el hombre común latinoamericano, despojado de los aderezos sublimes y lirismos con que la poesía tradicional lo adornaba. Todo lo contrario, la antipoesía busca lo cotidiano, lo vulgar, lo prosaico y popular como objeto poético, usando el lenguaje de la calle, el ingenio del pueblo con sus frases vivas y restallantes, para romper los estereotipos e insuflar nueva vitalidad a un lenguaje poético ya gastado y rutinario. Como afirma Rodríguez, Parra no habla por la nación, por sus próceres y mitos, sino por ese pueblo bastardo, siempre en devenir, siempre inacabado, haciéndose y deshaciéndose como colectividad marginal.

Poema: Padre nuestro

Artefactos (Santiago de Chile, Nueva Universidad, 1972)

«Artefactos», Santiago de Chile, Nueva Universidad, 1972No consiste en un libro, sino en una caja con 242 tarjetas postales, por lo tanto ilustraciones relacionadas con los textos que vocean «epigramas», grafittis o para ser más exactos, «artefactos» como los denomina el poeta, que al ser interrogado sobre su sentido señala: una palabrita bastante jodida, una aproximación al grafitti, un terremoto grado 13, una agresión, un juego.

Todas las acepciones señaladas por Parra describen bastante bien el conjunto de sus artefactos, porque cada una de ellos es el límite mismo al que deriva el destinatario. Desde este punto de vista, el artefacto ya es un artículo de consumo, suntuario o no, que se dirige a un receptor anónimo, prosaico, ni adepto, ni adicto a la poesía, simplemente su usuario. Así, Artefactos golpea en el hígado de su lector, pues las costumbres de la sociedad, los hábitos políticos, las prácticas religiosas, reciben en esta obra un ataque despiadado.

Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (Valparaíso, Ganymedes, 1977)

«Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui», Valparaíso, Ganymedes, 1977En este nuevo libro Parra vuelve a las vertientes populares, de una manera que parece sintetizar en forma magistral toda su producción anterior. Siguen presentes la irreverencia, la ironía, la ternura, el escepticismo y sobre todo una especie de pragmática vital; el Cristo de Elqui predica sus «sanos pensamientos» a los enfermos, a los débiles, a los pobres de espíritu, a los ancianos, a las madres solteras, a los pescadores, a los condenados a cadena perpetua, a los araucanos, a los panaderos, a los sepultureros, a los soñadores y a los idealistas. En clara consonancia con el Evangelio, es una voz que predica en el desierto de concreto armado.

Chistes para desorientar a la poesía (Santiago, Galería Época, 1983)

«Chistes para desorientar a la poesía», Santiago, Ediciones Galería Época, 1983Se trata de un conjunto de doscientas cincuenta tarjetas postales, que han sido ilustradas por reconocidos artistas plásticos chilenos tales como Roser Bru, Francisca Sutil, Tatiana Alamos, Gaspar Galez, Chantal de Rementería, Virginia Huneeus, Gonzalo Cienfuegos, etc., y presentados en un prólogo titulado «A la manera del Señor Corales», firmado por el poeta Enrique Lihn, quién asume en la presentación un estilo circense.

Las tarjetas se presentan en una caja de cartulina que aparenta ser un sobre aéreo de 19 por 14 cms, lleva una estampilla apócrifa con la cara del poeta, la firma del autor se exhibe como remitente, el poeta sonríe desde la imagen del sello.

A través de esta suerte de «antichistes» cuya finalidad sotérica es plenamente comprendida por el lector se denuncian los males sociales de esta época, allegando un tema nuevo que es la preocupación ecológica: El error consistió / en creer que la tierra era nuestra / cuando la verdad de las cosas / es que nosotros somos de la tierra.

Poesía política (Santiago de Chile, Bruguera, 1983)

«Poesía política», Santiago de Chile, Editorial Bruguera, 1983Este libro constituye una especie de antología de la poesía de Parra, considerada política, quizá más que nada por la coincidencia existente entre los textos y las situaciones coyunturales a las que apuntan. Como afirma Enrique Lafourcade en el Prólogo: rastreando en su obra hemos aislado parte de su poesía política, la que corresponde a un zoon politikos, más poesía que política, pero indistintamente una toma de conciencia real frente a diversas situaciones ocurridas en el mundo y en nuestro país. Demás está destacar el carácter corrosivo del lenguaje, el gesto desembozado y audaz que denuncia, reclama y acusa en un tono en el que no están ausente el humor y la risa hacia uno mismo.

Poema: Rendición de cuentas

Hojas de Parra (Santiago de Chile, Ganymides, 1985)

«Hojas de Parra», Santiago de Chile, Ediciones Ganymides, 1985Este libro reúne textos escritos entre 1969 y 1985, tiene como característica fundamental la correspondencia con una etapa de búsqueda y experimentación. Dividido en tres secciones, la I incluye textos escritos entre 1969 y 1973; en las secciones II y III agrupa textos producidos entre los años 1975 y 1985. En esta obra, Parra revela la situación del hombre contemporáneo, pero no la del hombre sublime sino del común, cotidiano y popular mostrándolo en su dimensión humana, social, política, religiosa, amorosa y desencantada.

En su creación poética, observamos un movimiento constante de avance y retroceso: afirmado y retractándose; serio y burlesco; trascendente e inmediato. Hojas de Parra, como señala el crítico Mario Rodríguez, es un espacio textual donde conviven el príncipe y el bufón.

Poemas para combatir la calvicie. Muestra de antipoesía (México, Fondo Cultura Económica, 1993)

«Poemas para combatir la calvicie. Muestra de antipoesía», México, Fondo Cultura Económica, 1993Esta edición ha sido preparada por Julio Ortega y como lo señala su subtítulo constituye una muestra de antipoesía. Pues se recogen textos de Poemas y antipoemas, La cueca larga, Versos de salón, Canciones rusas, Otros poemas, Artefactos, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, Chistes para desorientar a la poesía, Cachuero, «ecopoemas», «guatapiques», Últimas prédicas... y Hojas de Parra a los que se suman textos inéditos y el discurso de Parra de agradecimiento por el premio «Juan Rulfo»: «mai mai peñi». Esta cuidadosa selección consigue el efecto deseado por el editor, mostrar el itinerario poético del Parra irreverente, irónico y sublime. Para Ortega la «antipoesía» es el más vivo y permanente documento de la capacidad de sobrevivencia del sujeto hispanoamericano en esta modernidad desigual. Esta documentación imaginaria está hecha desde la capacidad cuestionadora del colectivo; y por eso ilustra tanto la celebración popular alterna con el descreimiento urbano ante la retórica y la sátira a los restos de la sociedad tradicional antidemocrática. [...] Esta cultura de la plaza pública es recobrada por la "antipoesía" como una fuerza crítica que relativiza lo monumental y que inmediatiza las evidencias.

Discursos de sobremesa (Santiago de Chile, Atenea, 1997)

«Discursos de sobremesa», Atenea, Santiago de ChileEste volumen de Cuadernos de Atenea preparado y presentado por el prestigioso crítico Mario Rodríguez recoge cuatro discursos de Nicanor Parra entre los que se cuenta el pronunciado en la Universidad de Chile -hace tres décadas- con motivo de la incorporación como Miembro Académico de la Facultad de Filosofía y Educación (1962), que sería el primero de una serie. Estos cuatro textos, según la interpretación llevada acabo por Rodríguez, constituyen una corrección creadora a esa noción restringida y finiquitada del trabajo artístico que Parra cree ver en la producción del poeta padre o poeta mayor al que se pretende desplazar: Pablo Neruda. Discurso celebratorio pero también divergente en tanto manifiesta la búsqueda y la necesidad de instalar su voz de francotirador dentro del espacio poético monopolizado por Neruda. Afirma Rodríguez, los discursos de sobremesa revelan claramente que el rival a vencer por parte de Parra fue siempre Neruda. Lo que estaba en disputa era el papel de vocero de la tribu, función jamás alcanzada por Huidobro y menos por De Rokha. (Tal vez la Mistral desempeñó en un momento esa función); pero sí perseguida y conquistada por Neruda que se presentó especialmente a partir de Canto general, como esa voz tribal.

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