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La leyenda de la salvación de Trajano es también recordada por otros poetas castellanos cuatrocentistas. Así, Fernán Pérez de Guzmán:


Dexando al César Trajano,
salido del purgatorio
a preces de San Gregorio,
dotor del pueblo romano...


(Loores de los claros varones de España, t. I, pág. 710)                


Cito por el Cancionero castellano del siglo XV, ordenado por R. Foulché-Delbosc, Madrid, 1915 (que designaré F-D.).

 

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La idea de la justicia de Trajano encuentra también eco en la poesía castellana del siglo XV. Así, Gómez Manrique dice de él en El planto de las virtudes: «porque fue juez ygual / a una pobre muger» (en F-D., II, pág. 77). Y Diego Guillén de Ávila: «... verás a Trajano / en quien la justicia moró toda junta» (Panegírico a la reina doña Isabel, Valladolid, 1509, reproducción en facsímile por la Real Academia Española, Madrid, 1951, fol. 48). Asimismo, en la compilación histórica en verso de Pablo de Santa María se liga la doble leyenda de la salvación del emperador y de su justicia a la viuda:


Aqueste seyendo tanto requerido
que luego quisiese de ynjuria tan cruda
conplir de justicia a la muger viuda,
ovo fecho aquello que le fue pedido,
por quien sant Gregorio despues fue movido
a rogar a Dios le oviese piedad,
el qual por eso padecio enfermedad
todos los sus días que ovo vivido.


(Las Edades del Mundo, en F-D., I, pág. 176)                


 

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Santillana, sin embargo, utiliza «jugar mal», que pudiera equivaler semánticamente a «jugar feo»:


Mal jugar façe quien juega
con quien siente, maguer calle.


(Doctrinal de privados, en Obras de Don Íñigo López de Mendoza,
marqués de Santillana
, por don José Amador de los Ríos, Madrid, 1852, pág. 224.)
               


 

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Loores de los claros varones..., cit., pág. 710.

 

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El sintagma «sentencia fea» aparece en El planto de las virtudes, de Gómez Manrique, op. cit., pág. 79.

 

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En sólo Trajano parece pensar María Rosa Lida, la cual, tratando de las perífrasis medievales en forma de acertijo, sin la menor referencia a Rifeo, cita marginalmente los cuatro versos finales de la estrofa de Imperial que comentamos, dando como solución, sin más detalles, el nombre de Trajano. Es la única referencia que conozco a estos versos (Juan de Mena, poeta del prerrenacimiento español, México, 1950, pág. 183).

 

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Ya los antiguos tratadistas y comentaristas, con el apoyo de Santo Tomás, se propusieron explicar la salvación de los infieles no bautizados, aunque iluminados por la Gracia, como Rifeo, Trajano y Catón. El caso del poeta latino Estacio es distinto, en cuanto Dante afirma que, gracias al mensaje poético de Virgilio, se hizo cristiano en secreto, por lo que su salvación no plantea problemas.

 

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Lo recuerdan así tanto Santillana como Gómez Manrique. El primero lo evoca, en el prólogo a los Proverbios, hollando «las trabajosas sirtes de Libia, que se llama Ethiopía o mar arenoso, por los grandes calores, encendidos e desmoderados fuegos...» (Obras, cit., página 25). Gómez Manrique, por su parte, escribe en El planto de las virtudes:


en tierra más espantable
que la Libia ynabitable
en que se vido Catón
en estrema perdición
e peligro ynystimable.


(Op. cit., pág. 73.)                


 

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A la voluntaria y provocada muerte de Catón hace referencia Santillana en los Proverbios: así, en las Glosas, añadidas a los mismos, cuenta que Catón huyó a Utica tras la derrota de Pompeyo, y cómo, por temor a caer en manos de César, «con su mesma espada se fiço tal llaga, de que murió» (pág. 81). Esta glosa corresponde precisamente al proverbio LVI:


O quánd bien murió Catón,
si permitiesse
nuestra ley e consintiesse
tal raçón!...


(En Obras, cit., pág. 50)                


 

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También la variante de uno de los versos, el 6.º, en que se está refiriendo a Trajano («e dio sentençia contra su mugier»), da la impresión de que algún copista, si no es el propio autor, haya pensado en Catón incluso aquí, ya que, como hemos visto, repudió a Marcia.