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A vueltas con Rosalía de Castro desde Cataluña

Carles Bastons i Vivanco





Una vez más en la dirección de establecer lazos literarios y hermanar culturas, me propongo en esta comunicación profundizar en la conexión Rosalía de Castro-Cataluña, o, acaso, sintetizar una especie de estado de la cuestión. Afortunadamente el investigador dispone ya de unas pistas, de unos trabajos útiles que, de entrada, me permito centrar en tres: un libro de Carme Hermida Gulías1 completo, serio y, sobre todo, muy documentado; otro de Teresa Pàmies2, en el que el lector atento descubre temas y aspectos interesantes y el tercero ya mucho más monográfico y académico, y que tomo en consideración dada la circunstancia del centenario de la muerte de Jacinto Verdaguer. Me refiero al discurso de ingreso en la academia correspondiente del jurista Jaime Manuel de Castro Fernández3. Aparte, claro está, existen otros estudios también meritísimos y meritorios que se señalarán y, acaso comentarán, en el lugar oportuno.

En consecuencia, para ser fiel al título que encabeza esta comunicación y ya con estas premisas iniciales, como fuentes bibliográficas, se puede anunciar que el trabajo versará sobre la visión que desde Cataluña se ha tenido de la poeta (o poetisa, según se prefiera)4 gallega, visión que en este caso confluye con la recepción catalana de Rosalía de Castro, dos aspectos, que, fundidos en esta circunstancia concreta, entran perfectamente en los parámetros de la literatura comparada, tan en boga hoy en los ambientes universitarios y a la que SLES XIX no es ajena.

Para mantener cierta coherencia con las obras citadas más arriba, conviene, pues, empezar con el tratamiento que hace la prensa de Barcelona -contenido básico de la primera obra citada- de la figura y obra de Rosalía. Por razones obvias voy a respetar al máximo toda la información que se recoge en la obra, ya mencionada, de Carme Hermida, en la que, sobre todo, se plasman reseñas, noticias, comentarios por riguroso orden alfabético y cronológico. Solamente destaco como botón de muestra el breve o suelto del periódico La Renaixença anunciando su muerte. Dice literalmente en catalán en su edición del 22-VII-1885: «Ha mort la distinguida poetisa gallega donya Rosalia de Castro de Murguía».

En este libro se parte, además, y desde la más elemental lógica, de un contexto mucho más amplio: el de la relación entre el «Rexurdimento» gallego y la «Renaixença» catalana, estudiado, dicho sea de paso y como anticipación de algo en lo que se insistirá más adelante, por Cristina Dupláa en una comunicación presentada a un Congreso rosaliano5, celebrado en Santiago de Compostela y sobre el que se volverá. Así lo justifica la investigadora Carme Hermida en palabras traducidas del gallego:

Se faltaría a la verdad si se afirmara que en la prensa barcelonesa consultada cada vez que se habla de Galicia, cada vez que se cita un adjetivo gallego o cada vez que aparecen referencias al movimiento cultural de Galicia, también se nombra la obra rosaliana o la obra de su creadora pero si la generalización no es correcta, sí es cierto que Rosalía de Castro motiva una gran mayoría de comentarios culturales sobre Galicia6.



a las que siguen otras en líneas más abajo: «Los barceloneses convirtieron a Rosalía en símbolo de la lucha de Galicia por sus libertades y por sus derechos diferenciales»7.

Al margen de los datos proporcionados por esta obra, cuya única objeción sería el insuficiente arco cronológico que cubre (ya que abarca sólo de 1863 a 1899) y ante la imposibilidad de vaciar toda la prensa posterior por razones obvias, he rastreado aquella que pudiera dar noticia, por un motivo u otro, de algún episodio biográfico y/o literario relacionados con la escritora gallega o bien debido a aniversarios, cincuentenarios o, incluso, centenarios. Así, se puede afirmar que el primer centenario de su nacimiento -1937- coincidió con un momento histórico en el que no se estaba para conmemoraciones. Sí, en cambio, el centenario de su muerte -acaecida el 15 de julio de 1885- tuvo eco en la prensa barcelonesa. He aquí una breve muestra:

El diario Avui, en su edición del mismo día 17, insertaba un artículo de Teresa Pàmies, autora, además, como ya se ha señalado, de una obra sobre Rosalía, titulada Rosalía de Castro i Catalunya, a la cual remitimos. Un día antes, el mismo diario se hacía eco del Congreso Internacional sobre Rosalía en tierras gallegas e informaba a tres columnas sobre su desarrollo y alcance.

El rotativo El Periódico incluye en dos ediciones distintas -las de los días 17 y 20 de julio- sendos artículos del profesor Joaquín Marco y de la escritora Montserrat Roig, titulados respectivamente «Rosalía de Castro, poesía en dos lenguas» y «Galicia tiene nombre de mujer» en el que dice, entre otras cosas, que «todos tenemos una deuda con Galicia. Allí nacieron, como en nuestra Provenza, las palabras que definieron sentimientos que todavía resultan modernos».

Por su parte, La Vanguardia anticipa el centenario, pues publica dos trabajos los días 14 y 16 de julio, correspondientes a los profesores Basilio Losada y Esther Bartolomé, titulados respectivamente «Rosalía de Castro, la gran poeta de la saudade» y «Rosalía de Castro: mundo soñado y mundo real».

Y sin dejar aún la prensa barcelonesa, la ya desaparecida Hoja del Lunes dedica atención a la escritora gallega gracias a la firma de Rafael Manzano, con motivo del 125 aniversario de la muerte de la escritora, en un artículo cuyo interés radica en haberse publicado en un periódico de Barcelona en época franquista, y en que contiene una frase muy expresiva: «Cataluña entendió muy bien la lírica palabra que le llegaba de Galicia» y lo avala reproduciendo unas palabras de Manuel Murguía, el marido de la escritora gallega, que dicen así:

El éxito alcanzado en los cantares (los Cantares gallegos) fue grande en especial fuera del país para el cual habían sido escritos. Pero especialmente, y más que en otro sitio, en Cataluña. Diríase que es un libro suyo. Sus críticos le dedicaron extensos artículos. Sus poetas tradujeron la mayor parte de sus composiciones. En verdad, la Cataluña de la Renaixença, que encontraba el eco perdido de sus trovadores en las rebuscas de Milà i Fontanals, estaba preparada para recibir a aquella colmena donde la abeja, al fabricar su miel, se dejaba, a veces, olvidado un aguijón protestatario y social.



Creo sinceramente que para completar esa recepción rosaliana hay que seguir investigando en el espacio y en el tiempo, valga la expresión, es decir, cubrir la exploración de todo el siglo XX y extenderla hacia la prensa provincial, comarcal y/o local, tarea, eso sí, más propia de un doctorando. Surgen, sin duda, sorpresas. Como botón de muestra: una revista editada en Cornellà de Llobregat y auspiciada por el Centro Gallego, que no es casualidad lleve por nombre Rosalía de Castro, titulada Lua Nova dedica páginas interesantes a la ilustre escritora8 .

El libro de Teresa Pàmies ofrece al estudioso buen material y sugiere otro aspecto interesante: el de las traducciones al catalán. Al respecto señala que hubo acaso más de una traducción al catalán. Cita una de Víctor Balaguer9 que luego replantea en un artículo periodístico10 y da como segura una de los Cantares Gallegos con el título de Poesies Gallegues. Esta traducción contiene 30 poemas de nuestra autora, pero no incluye la totalidad de los que conforman Os Cantares, según manifiesta C. Hermida al hablar del traductor J. Martí i Trench, un farmacéutico de S. Vicens dels Horts. «La traducción de Joan Martí i Trench no comprende el conjunto de los Cantares, faltan en total 6 poemas»11.

Y a propósito del tema de las traducciones, Teresa Pàmies todavía aporta dos informaciones interesantes. 1. En el libro tantas veces mencionado recoge la reproducción de un poema rosaliano incluido en una obra de 1888 titulada Trozos selectos. Dice textualmente en torno a esta cuestión:

Buscando en las fichas de la Biblioteca de Cataluña, he descubierto un admirable libro editado el año 1888 en una colección titulada Trozos selectos en todas las lenguas y dialectos empleados en la península Ibérica. El ejemplar que yo consulté estaba dedicado de puño y letra por el editor a mosén Jacinto Verdaguer. Entre textos de Cervantes, Fray Luis de León, Camoens y Verdaguer se reproducía en gallego el poema de Rosalía «Terra a nosa»12.



2. En el artículo periodístico, también ya mentado, alude a unas traducciones realizadas en Palma de Mallorca en 1976 aparecidas en forma de antología en una obra realizada gracias a los esfuerzos de Josep M. Llompart. Lo reconoce en estos términos:

Yo quisiera completar esta curiosa referencia a las versiones catalanas de Rosalía de Castro recordando que Josep M. Llompart editó en Palma de Mallorca el año 1976 la selección de textos Quinze poetes gallecs en deliciosa versión catalana y con la significativa dedicatoria «A la memòria del meu pare, amb qui vaig estimar Galicia». Entre los Quinze, Rosalía de Castro, de la cual el poeta mallorquín escogió diez poemas desde la divertida petición de marido a san Antonio hasta la estremecedora denuncia «La Pascua fou eixuta» inspirada en el antiguo drama de la miseria que obligaba a los gallegos a emigrar a ultramar.



Otro de los aspectos de interés que vale la pena plasmar es la descripción física que hace Teresa Pàmies. Hela aquí: «Rosalía era, según las fotografías que conocemos, una mujer bien plantada, de rostro ovalado, boca generosa, ojos melancólicos y cabellera oscura, espesa y rizada»13.

Se anticipaba al principio de esta comunicación que otro eje vertebrador que refuerza la relación Cataluña-Rosalía de Castro es su vinculación con Jacinto Verdaguer. Para ella, es imprescindible acudir al discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia del doctor Castro Fernández. Como punto de partida hay que subrayar que ambos escritores pueden considerarse de una misma generación, aplicando uno de los criterios formulados por Petersen y recogidos después por Pedro Salinas, ya que sus años de nacimiento no difieren en más de diez (Rosalía en 1837 y Verdaguer en 1845), si bien se ha de reconocer que pertenecen, obviamente, a espacios geográficos distintos pero que en el periodo en que discurren sus vidas compartían unas mismas inquietudes, yo diría sin ningún tipo de rubor, patrióticas y reivindicativas. También dos libros emblemáticos, auténticos buques insignia de su quehacer literario, corresponden a fechas próximas: En las orillas del Sar 1884 y Canigó 1886; más aún: ambos contienen poemas de paisaje, ambos poetizan sobre elementos de la naturaleza: un río, el Sar y una montaña, el Canigó. Ello abre la vía a una investigación interesante y que aquí sólo se sugiere: desde el punto de vista léxico, la abundancia de palabras referidas al mundo natural, esto es, a los tres reinos tradicionales de la naturaleza, y hoy ya superados: el animal (fauna), el vegetal (flora) y el mineral, temas, pues, de comparación, de porcentajes y estadísticas que escapan de los límites de esa comunicación, pero conviene dejar constancia de que algo se ha hecho ya, por lo menos de forma unilateral y parcial, aplicado al primero14 . Sin embargo, en una somera aproximación a En las orillas del Sar se observa cómo aparecen con cierta frecuencia nombres de animales que cito por orden alfabético (armiño, ave, cabra, cordero, fiera, golondrina, gorrión, grillo, insecto, lebrel, luciérnaga, pájaro, zorro); de árboles (acacias, encina, roble); sustantivos alusivos a la naturaleza (alba, arena, arroyo, astro, cielo, estrellas, fuente, huracán, laguna, lluvia, luna, mar, neblina, niebla, nieve, rayo, relámpago, sol, torrente, viento).

Por otra parte, leyendo con atención el mencionado trabajo que sirve, dicho sea de paso, entre otros objetivos -vale la pena insistir en ello- para aproximar, en un año de centenarios, a Rosalía a un escritor emblemático de la cultura catalana y para acercar a Jacinto Verdaguer a una escritora emblemática de la cultura gallega, se detectan otras similitudes que tal vez en algunos casos pueden responder a meras coincidencias, humanas, contextúales y/o poéticas. A continuación paso a analizar con mayor o menor detalle algunas:

-Ambos vivieron la niñez y crecieron en un ambiente rural, circunstancia que no necesita comentario, pero sí la indicación que ello pudo condicionar la personalidad de uno y otra.

-Gran estimación hacia la madre, aspecto acaso poco relevante en lo que aquí interesa.

-Afán de recuperar el catalán y el gallego como lenguas vehiculares de la creación literaria y elevarlas a categoría de cultura y de señas de identidad de unas nacionalidades cuya historia y literatura han ido, más o menos, parejas.

-Ambos se vieron involucrados en aspectos biográficos tenebrosos que desembocaron para algunos críticos en auténtica tragedia personal, en mancha biográfica insuperable, de todos conocida, por lo que no se insiste sobre el particular. También parece ser que sufrieron una misma enfermedad (tuberculosis pulmonar) que a la larga les condujo a la muerte.

-Despertaron y despiertan todavía hoy admiración popular y homenajes póstumos.

El citado jurista añade en su discurso, además:

-Una coincidencia poética que habría que ir rastreando poema por poema para demostrarla. En muchos casos tal vez aparecerían disonancias evidentes.

-En un terreno más lingüístico el uso en ambos de la adjetivación. He aquí un par de ejemplos: en Rosalía ya en el inicio del poemario se hallan los siguientes sintagmas en los que se combina sustantivo más adjetivo:


Follaje perenne
rumores extraños
ondulante verdura
rencor adusto
incertidumbre amarga
lares primitivos



mientras que en Verdaguer aparecen también en los primeros versos, pero con la estructura sintagmática invertida:


mística cantúria
ribetat mantell
murmuriosa abella
blanca roba
cristians consells



-Deseo de claridad que no considero específico de uno y de otro y que, por supuesto, con cierta frecuencia no se cumple.

En un terreno más hipotético para unos, o discutible para otros, habría que considerar, con las debidas reservas, la religiosidad popular y tradicional, aunque se dispone de una tesis de licenciatura centrada en la religiosidad de la escritora gallega15 , muy útil para demostrar una religiosidad rosaliana no siempre reconocida.

Al margen de lo expresado hasta aquí, quedan todavía algunos aspectos dignos de reseñarse. En primer lugar, resulta interesante conocer algunos juicios y comentarios sobre Rosalía emitidos por catalanes eminentes. Así, siguiendo un orden cronológico, he aquí algunas muestras no incluidas en el libro de C. Hermida por razones que no acabo de explicarme. Parto primero de algunos contemporáneos de Rosalía.

Y empiezo por una falta de información que sorprende en un erudito de la talla de Manuel Milà i Fontanals. En su obra Principios de literatura general16 no cita a Rosalía cuando ésta ya había publicado en 1863 Cantares gallegos. Todo lo que dedica a la literatura gallega se reduce a:

En otras provincias ha habido también un movimiento regional literario relativamente importante, en especial en las del norte, el País Gallego [...] Todos conocen los nombres de Curros Enríquez, de Arturo Campión y otros17.



Por su parte, Joaquim Rubió i Ors le dedica una nota necrológica18 en forma poética fechada en Barcelona el 13 de mayo de 1891. No me resisto a reproducir algunas de las estrofas en versión original:



Ella passà pel mon
com tortra viuda,
cantant cansons de amor;
¡mes ay, quan tristas!
Que l'amor que cantava
no era'l de nina
que viu lluny del aymant
anyoradissa.

A tal patria li escauen
sols cansons tristas;
tristas per só las canta
na Rosalia.

Temps faja que no plora
na Rosalia,
de tan plorar que feya
restà marcida.



Joan Maragall con muy pocas palabras le reconoce su aportación en el conocimiento de la idiosincrasia gallega al afirmar que: «nosaltres aquesta ànima (se refiere a la gallega) la coneixiem ja un xic per Rosalía de Castro»19.

Joseph Granger, el prologuista a los poemas traducidos en 1917, afirma con claridad en catalán lo siguiente, que me permito traducir:

¿Quién desconoce aunque sólo sea de haberlo oído el nombre de la insigne poetisa gallega? Voló con motivo de las propasadas solemnidades a ellas dedicadas por toda España y perfumó las páginas de todos los periódicos. Sus versos han visitado los corazones más recogidos y caseros y han suscitado en todos los labios una sonrisa.



Y añade:

El traductor ha querido hacer obra patriótica al escampar entre nuestro pueblo la inspiración de la gran poetisa gallega que tan simpática ha sido siempre a los corazones catalanes, hacia amantes de todo lo que huele a región, que nos recuerda a la amable Cataluña.



El catedrático y crítico Guillermo Díaz-Plaja escribe en 1937 a propósito del arte poético rosaliano:

El arte de Rosalía se apoya sobre una acendrada visión de las cosas. Envuelve estas cosas tangibles el vaho de la tristeza, el soplo nostálgico de las cosas que fueron; el dolor anecdótico del emigrar acompañando el dolor categórico de morir. El poeta revive, implacablemente el amargor de las cosas idas20.



y concluye el apartado que le dedica con el siguiente comentario:

Un poco a la manera de Bécquer, cuyas formas estróficas imita y cuya naturaleza enfermiza comparte, Rosalía envuelve sus dos mundos -el de la realidad y el del sentimiento- en una infinita ternura. Su poesía no subyuga por su fachada retórica, sino por cierto inconfundible tono de intimidad muy femenina que la perfuma toda. Galicia ha hecho de Rosalía un culto perdurable, como la poetisa hizo una devoción profunda de su tierra natal. Una y otra se confunden y se interpretan en una misma melancólica belleza21.



O por citar a otro historiador de la literatura y prestigioso catedrático de instituto, también del dominio lingüístico catalán, el profesor José García López en una obra que en su día tuvo gran utilidad reconoce que:

En las orillas del Sar -libro en el que cada verso se halla transido de una honda y desolada emoción y en el que la nota elegíaca adquiere una intensidad no igualada por ningún otro poeta romántico- representa una de las cumbres del lirismo español del siglo XIX22.



Otro aspecto destacable, eso sí, mucho más concreto, mecánico y puntual es el de conocer las ediciones que se han hecho en Cataluña de obras rosalianas. Su alcance denota también un mayor o menor grado de receptividad catalana hacia la obra de Rosalía. Consultado el catálogo -fichero de la Biblioteca Nacional de Cataluña- el investigador descubre que priman impresas las obras en prosa, a cargo, sobre todo, de la editorial Fontanova23, al margen, claro está, de alguna que otra edición escolar y/o bilingüe. Por ser pionera vale la pena mencionar la que preparó B. Varela Jácome para la editorial Bruguera por allá los años setenta24. Y recuérdese que existe una edición hecha en Cataluña de El caballero de las botas azules, anterior a la guerra incivil25.

Y he dejado para el final para poder enlazar con el ámbito universitario en que nos movemos estos días del coloquio, el eco académico que ha generado la figura y obra de Rosalía. Para ello basta acudir a los tres densos, compactos y doctos volúmenes de un congreso celebrado en Santiago de Compostela hace unos años y al que ya se ha hecho referencia. En ellos encontramos comunicaciones de profesores y profesoras catalanes y no catalanes que imparten -o han impartido- la docencia en Cataluña. Así, los trabajos de los profesores de instituto, los doctores Àngels Cardona26 y Jordi Maria Gilbert27 tratan del simbolismo de la obra literaria de Rosalía. Enrique Miralles, de origen salmantino pero docente de la Universidad de Barcelona y uno de los impulsores de estos coloquios, contribuyó con su estudio en torno a la obra en prosa El caballero de las botas azules28 y ya en las primeras líneas de su comunicación reivindica una mayor estimación hacia la obra no poética de la escritora, siempre relegada y considerada inferior; participó también en el encuentro científico compostelano la llorada Cristina Dupláa, cuya aportación ya se ha citado y otros profesores vinculados también a la universidad barcelonesa29.

Habiendo consumido ya el tiempo y espacio que generosamente se me ha concedido es hora de recapitular y ofrecer algunas conclusiones, siempre de carácter provisional y susceptibles de pasar a definitivas después de una mayor profundización en cada uno de los aspectos apuntados:

1. Es de destacar la aportación femenina en la bibliografía catalana en torno a Rosalía. Así lo avalan las firmas de Esther Bartolomé, Ángeles Cardona, Cristina Dupláa, Teresa Pàmies, Montserrat Roig, sin olvidar la contribución meritísima y valiosa de otros estudios escritos por mujeres. Piénsese en Marina Mayoral30 y en la propia Carme Hermida.

2. Es necesario completar la investigación iniciada por Carme Hermida y seguir vaciando prensa, también local, comarcal y provincial, tarea, por otra parte, ímproba pero necesaria para tener una visión de conjunto y no centrarlo sólo en una cronología limitada (1863-1899) ni en una espacio concreto (Barcelona).

3. Prensa, mundo editorial, traducciones constituyen unos agentes privilegiados para ir construyendo -o reconstruyendo, si se prefiere- la recepción de Rosalía de Castro en Cataluña y la visión que se tenía y se tiene de ella en el Principado. En un pasado se identificaba con los movimientos nacionalistas, casi como buque insignia, si se me permite la expresión. Hoy se valora su personalidad y su producción literaria a la altura de las mejores voces poéticas femeninas en lengua románica de todos los tiempos sin necesidad de una absoluta contextualización nacionalista político-ideológica.

4. Sobre una base ya trabajada se ha presentado la conexión Verdaguer-Rosalía sustentada en unas coincidencias biográficas y literarias -es obvio que existieron grandes diferencias entre una personalidad y otra, entre una producción literaria y la otra- como un ejemplo de los puentes que se pueden establecer entre escritores. Sugiero que podría resultar interesante -desconozco el resultado final- contrastar también la vida y obra de Rosalía con la de una escritora catalana, la única prácticamente que vivió su andadura literaria a caballo entre el siglo XIX y XX. Caterina Albert (1869-1966), más conocida por el seudónimo «Víctor Català», mucho más joven, pero que, sin duda, puede tener algunas concomitancias (apunto sólo algunas: procedencia rural, cercana a la costa, de ambas; cierto autodidactismo; identificación con la lengua propia de su tierra; estimación especial hacia la madre; independencia de escuelas literarias y sujeción a cánones preestablecidos, etc.).

5. Habría que situar el tema en un marco más general: el de las relaciones culturales entre Galicia y Cataluña, entre Cataluña y Galicia, dos Comunidades Autónomas del Estado español con clara voluntad de seguir apostando por sus señas de identidad y de mostrar al lector, al investigador, a cualquier persona, que atesoran un patrimonio literario de primer orden que ha corrido una suerte paralela a lo largo de la historia. Relaciones culturales que hasta la fecha se han circunscrito, por razones que desconozco pero intuyo, a las habidas en positivo y en negativo entre Castilla y Cataluña31.

6. Sirva esta comunicación para reforzar el conocimiento y el intercambio de ideas y de influencias32 entre los distintos pueblos y culturas que configuran el estado español de las Autonomías y si este diálogo interautonómico impulsado desde universidades, desde instituciones públicas y privadas, desde organismos y entidades se proyecta allende los Pirineos y allende el Atlántico mucho mejor33.





 
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