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Acontecer gozoso y pleno en la palabra: novela y relato corto


Natividad Nebot Calpe





La creación literaria es abrir las compuertas del corazón y de la mente para que fluyan, unas veces lentos y comedidos, otras, impetuosos y apasionados, los sentimientos, las querencias y opiniones; para que brillen y luzcan la fantasía y las metáforas; asimismo los nombres y adjetivos, bien combinados; los verbos, los pronombres y los adverbios, en el lugar adecuado... ¡Consiste en enaltecer y dignificar la Belleza! ¿Qué es la Belleza? En esta época iconoclasta existen miles de definiciones que la convierten en belleza, sin mayúscula... Si bien es cierto que pensar de manera diferente es legítimo...

Cuando invento personajes, me recreo, complacida, en ellos. Constituye una tarea amable y satisfactoria, hasta el punto de identificarme con su carácter, intelecto, ideas, comportamientos y reacciones psicológicas. En esta época de avanzada tecnología visual, en que se rehuye la introspección, me encanta adentrarme por las profundas y misteriosas galerías del alma, bucear en fecundas interioridades. Siento lo que ellos sienten y pienso lo que ellos piensan. Así multiplico mi vida en nuevos e ignorados conocimientos y vivencias. El hombre difiere del animal porque es capaz de dar a la luz, de plasmar, como en un artístico abanico, su mundo interior y cuanto le rodea, plenos de sugerencias y de sorpresas.

Los personajes me conducen, cogida de sus manos, tras sus pasos, y yo los sigo sumisa y dichosa hacia lugares muy entrañables y familiares o asimismo desconocidos e, incluso, ignotos... Dejarme llevar por ellos es fascinante experiencia que renueva mi espíritu, adentrándolo en caminos insospechados y maravillosos.

Ellos y yo, como tejedores de sueños, vamos desarrollando una historia acorde con las ricas y variadas peculiaridades suyas, una historia verosímil e interesante, cuyos acaecimientos siguen las vicisitudes propias sin tener en cuenta la preceptiva poética.

Escribir creativamente es dejar constancia del presente, evocar el pasado, sumergido para siempre en las profundas aguas de la memoria, cuyo amplio lecho es el olvido donde acaban diluyéndose los recuerdos para siempre. Es remover montañas inmensas de experiencias. Es rescatar al tiempo el pasado y el presente. Es intuir el futuro, ese lugar oscuro, que, unas veces, enfocamos con esperanza, otras, con temor y recelo; y casi siempre eludimos y no queremos pensar en él. En definitiva, escribir es hacerle frente al tiempo, plantándole cara y amordazándolo, dominarlo para que permanezca estático eternamente en las páginas impresas, impidiéndole su insensato deslizarse hacia el abismo de la nada.

Mi creación literaria se fundamenta en el moroso deleite del relato, recreándome en panoramas y ambientes, sentidos con lirismo, hondamente, porque la prosa también es apta para adornarla de un halo poético. Escribir es vida, y la vida es una renovadora y hermosa experiencia, aunque las vivencias sean de dolor y de gozo, de esperanza y de nostalgia, de amor y de desamor...

Cuando escribo me libero de tristezas, de rencores, de desfallecimientos. Me evado de la realidad que no me gusta ni acepto, de esta complicada y, con frecuencia, inconsciente sociedad, en busca de un mundo nuevo. Me siento invencible, en plenitud, porque he obtenido la seguridad de trascendencia más allá de las estrellas...

Entre los escritores más cercanos a esta época, los más admirados por mí son, en cuanto a su impecable, transparente y perfecta prosa, Gabriel Miró y Azorín. En cuanto a creación de personajes, ambientes y situaciones, la novela decimonónica: Galdós, Clarín... También los autores del 98, Unamuno y Valle-Inclán..., y otros más cercanos, como Delibes, Torrente Ballester...

Soy consciente de que voy, en cierto modo, contra las modas y contra las normas establecidas por nuestra sociedad de hoy, que, en general, no busca el deleite de la prosa bien escrita porque no le agrada, ni los sentimientos que suscitan los paisajes de nuestros pueblos; ni tampoco desea adentrarse por los cautivadores y, a menudo, complicados laberintos del alma, y que rechaza cualquier atisbo de la existencia de Dios. Pese a ello, creo que nadar contra corriente conduce a las cristalinas aguas del manantial.

La creación literaria para mí es, sobre todo, placentera y apasionante, aunque también laboriosa. Es un parto complicado que acaba gozosamente.








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