GROS. -
(Sale por la primera
puerta de la derecha.) ¡Tampoco está aquí Guttermann!
¡Solo, todo solo, y muerto y frío todo desde que ella
ha muerto para mí!-Consúmase mi llanto al fuego
de mis ojos:-ahora ¡estos ojos estúpidos no saben
más que llorar! ¡Que no me amara!... ¡bueno! Yo me
amaría.-Pero, que otro la acaricie, que otro la ame,
que ponga otro sus labios donde yo puse los míos...
¡oh, no! ¡no puede ser! ¡estarían negros!- Yo viví,
alenté, trabajé por la felicidad de aquella
vida ingrata;-yo le dí mis alegrías, yo le
oculté mis penas; yo hice de su existencia bienaventuranza
y claridad;-¿y ella acaricia, abraza, besa a otro hombre,
mientras yo le daba vida, sueño, aliento, amor?-Fuera
que la tierra toda era desgracia,-¡que la tierra entera se
hubiera desplomado sobre mí!-si fuera así,
si es ciega la ventura y alza en brazos al infame y hunde
en bárbaro dolor a los justos, ¿quién es Dios?-Injusto,
no:-no puede ser: ¡vale más pensar que sería
loco!- Y en este rudo penar, en este devorar de pensamientos,
en este acariciar y desechar las ideas-¡huyen de mí
la calma fría, la razón pequeña, la
miserable esperanza, y yo que no vi antes más que
tierra en la Tierra, mírola ahora toda negra y sombría,
llena de tinieblas y de sangre! Sangre-que es vida, vida
en la Tierra-vida de uno. Mis ojos avarientos, abarcaban
de una mirada el mundo, y otros mundos, y más;-y la
vi, y los puse enamorado y loco en ella... ¡donde yo puse
los ojos, no caben ya más ojos que los míos!-
Esperanza risueña, engaños claros, traiciones
temidas, confianza, desconfianza, horror, amor: esto, en
mezcla horrenda, en caótico revolver, en encontrarse
y luchar y devorarse,-¡esto es dudar! Y querer, y querer
a mujer,-y guardar toda una vida para amar y amar con todo
el vigor de una existencia,-y vivir en el cielo un día
de ventura y caer del cielo rudamente,-mirar a la tierra
en la caída, luchar con el aire, combatir cayendo,
volver desesperado las manos a la perdida luz, ¡esto es dudar,
ésta es mi duda horrible, éste mi espantable
combatir! ¡Combato, lucho, me agito, lloro, muero! ¡No! ¡vivo!
Vivo como nunca viví, vivo de lucha y de dolor; porque
muero, vivo, que nunca está el hombre más cerca
de la vida, que cuando está cercano su morir.- Recuerdo
que me amaba; fínjomela como en días risueños
complaciente y afable, fínjomela casta, mía
me la finjo,-y, cuando a la dulzura de esta imagen tiéndense
a ella mis brazos amorosos,-dudas, preguntas, temor de mancha,
iras indomables álzanse rugiendo en mí, y ahogan
mi deseo y endurecen mis brazos-este ir y venir y caer y
levantarse de bárbaras ideas.- ¡Lucha eterna entre
la razón y las pasiones! ¡En vano es que una razón
severa se prepare para combatirlas, en vano que las espere
con vigor, locura luchar contra ellas! Vienen, y encienden,
y devoran: llegan, y alientan, y matan; y apenas laten en
el pecho, álzase con ellas este hombre-fiera que duerme
escondido en el fondo del hombre; y crece en una hora más
que en una vida el hombre, y salta del humano ser, ¡y lo
destroza y lo desgarra a su terrible despertar! Así
despierta en mí; así me devora, así
se alza; ¡ruja, vuele, arrase, mate-si mata! ¡Ni yo lo hice,
ni yo lo despierto, ni yo he de responder de lo que él
haga!... ¡Reflexión, calma, paz, todas estas fortalezas
que amontoné yo para mi vida, todo este dominio en
mí, todas las fuerzas de mi razón, caen heridas
a manos del agostado amor de una mujer! ¡una debilidad pierde
una vida! yo, hombre,-¡muero a manos del hombre!-¡Ser flaco,
ser flojo! ¡cae siquiera como Luzbel, ya que subiste como
Dios! Guttermann calla, calla esa triste, todo calla: ¡ay
de todos cuando me olvide enteramente de mí mismo!
¡ay de mí! ¡ay de...! |