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251

Es lástima, así, que incluso una empresa tan formidable como la citada en la n. 241 peque en ese sentido, al no transcribir las figuras ni las tablas numéricas de los libros de astronomía: la edición, pues, sirve de poco a la historia de la ciencia y a quien se proponga reconstruir detalladamente las aportaciones de Alfonso; porque en esas tablas, sin ir más lejos, pueden sedimentarse los resultados del primer observatorio europeo... (Compárese sencillamente J. Vernet, ed., Textos y estudios sobre astronomía española en el siglo XIII, Barcelona, 1981). O bien nótese qué substancial deformación implica reducir la astrología del Rey a los textos castellanos, desdeñando los latinos, árabes y aun franceses. Porque ciertamente es empobrecedor el punto de vista manifiesto cuando se escribe, por ejemplo, que «the Picatrix [was] not published until 1978» (La Corónica, XI, pág. 231): aparte el hecho de que el Reginense lat. 1283 no contiene el Picatrix y aparte que una porción de ese códice Vaticano andaba de molde desde veinte años antes (aunque en edición insatisfactoria), una afirmación como la citada significa que no se toma en cuenta para comprender a Alfonso la multitud de monografías dedicadas últimamente a la riquísima tradición que arranca del Picatrix latino, no menos alfonsí que el romance y del cual se han publicado importantes extractos (V. Perrone Compagni, «Picatrix latinus. Concezioni filosofico-religiose e prassi magica», Medioevo, I [1975], págs. 237-337, con irreprochable información; cf. alguna otra referencia en A. D'Agostino, Il «Libro sulla magia dei segni» ed altri studi di filologia spagnola, Brescia, 1979, págs. 21-91). Con lo cual no quiero decir que cada estudioso no sea libre de acotar su propio terreno y no pueda hacer contribuciones relevantes sin salir de él: más bien destaco la necesidad de trabajar haciéndose cargo de las exigencias de los investigadores de otros campos y no recortando arbitrariamente en pedazos el universo intelectual del Rey.

 

252

«Símbolos y palabras en el Setenario de Alfonso X», Nueva revista de filología hispánica, XXIX (1980) [1983], págs. 247-261; y como prólogo a la reimpresión del Setenario, ed. K. H. Vanderford, Barcelona, 1984.

 

253

Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth Century Castile, Berkeley, 1972; complementos en «Las retóricas hispanolatinas medievales (siglos XIII-XV)», Repertorio de historia de las ciencias eclesiásticas en España, VII (1979), págs. 11-64.

 

254

Die Sprachauffassung Alfons des Weisen, Tubinga, 1975.

 

255

Las empresas artísticas de Alfonso X el Sabio, Sevilla, 1979. Por desgracia, Gómez Ramos no se fija en iniciativas tan interesantes para nosotros como las relativas al Acueducto de Segovia (supra, págs. 42-43, n. 45, y 119-120), el enterramiento de Bamba (referencias en mi pág. 39, n. 40) y el sepulcro del Cid (1272), con el revelador epitafio latino que a las tres «matières» arquetípicas -«de France, de Bretagne ou de Rome la Grant»- les suma una cuarta 'materia de España' (cf. F. de Berganza, Antigüedades de España, I [Madrid, 1719], páginas 544-545).

 

256

En ese mismo año salía la refundición (The Grand Design of God: The Literary Form of the Christian View of History, Londres, 1972) del libro de C. A. Patrides al que yo enviaba en la aludida n. 3, pág. 15 (aunque con el nombre del autor desfigurado por una errata). En su día se me escapó A.-D. Von Den Brincken, Studien zur lateinischen Weltchronistik bis in das Zeitalter Ottos von Freising, Düsseldorf, 1957, con buenas indicaciones sobre España. Menciono ahora sólo el prontuario de K. H. Krüger, Die Universalchroniken, Turnhout, 1976 (con información sobre muchas cuestiones tratadas en mi libro); la monografía, poco jugosa, de M. Haeusler, Das Ende der Geschichte in der mittelalterlichen Weltchronistik, Colonia-Viena, 1980; las estimulantes interpretaciones del ensayo -un tanto 'joaquinita' en su diseño- de Josep Fontana, Historia: análisis del pasado y proyecto social, Barcelona, 1982, págs. 29-40, 272-276 (está en prensa una segunda edición revisada); y los Zwei Beiträge al Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters que H. U. Gumbrecht ha adelantado en forma provisional, Witten-Bochum, 1981-1982: «Die kaum artikulierte Prämisse: volkssprachliche Universalhistorie unter heilsgeschichtlicher Perspektive» y «Menschliches Handeln and göttliche Kosmologie: Geschichte als Exempel». Para España, vid. además la síntesis de M. Coll i Alentorn, «Les cròniques universals catalanes», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, XXXIV (1971-1972), páginas 43-50.

 

257

Otro tanto ocurre con la mayoría de los asuntos rozados por mí más o menos incidentalmente. En la n. 160 de la pág. 132, por ejemplo, habría que citar los espléndidos volúmenes de P. Courcelle, «Connais-toi toi-même» de Socrate à Saint Bernard, París, 1974-1975; pero el texto en sí no precisa retoques. Si ya en su momento la bibliografía era meramente indicativa, sería absurdo querer completarla y actualizarla a estas alturas.

 

258

La formación del feudalismo en la Península Ibérica, Barcelona, 1978.

 

259

A mi pág. 21, n. 8, añádase en especial A. A. Mosshammer, The Chronicle of Eusebius and Greek Chronographic Tradition, Londres, 1979.

 

260

«La transmisión textual del Biclarense» y «La historiografía hispana desde la invasión árabe hasta el año 1000», ahora en su libro De Isidoro al siglo XI. Ocho estudios sobre la vida literaria peninsular, Barcelona, 1976, págs. 117-140 y 203-234.