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ArribaAbajoActo tercero


Escena I

 

AMALIA sola.

 
AMALIA
Dios de piedad, desciendan de tu trono
las piedades que invoco; tu clemencia,
de mi esposo los males aliviando,
consuelo a mi dolor también conceda.
Esta infeliz, que nunca ha conocido 5
la dulce libertad, sobre la tierra
no tiene más apoyo, que su vida.
Mi padre me abandona, y aún me niega
el placer de su vista: el mundo todo
es para mí un desierto, donde fieras, 10
la maldad, la ambición y la perfidia
disputan el poder y la grandeza.
Horror por todas partes, sangre, muerte
respiran estos climas; donde quiera
que el rostro vuelvo, que mis ojos fijo, 15
veo desolación. ¿ah! qué existencia
Mirando adentro, donde se supone que duerme Ali-Bek.
tan miserable gozo. ¡Pero cielos!
¿Qué extraña agitación de nuevo altera
el sueño de mi esposo? ¿Qué terrores 20
turban su corazón?


Escena II

 

AMALIA, y ALI-BEK saliendo horrorizado.

 
ALI-BEK
Sombra funesta,
no me arrastres contigo hasta el sepulcro:
no me atormentes más; por mí la tierra
no está bañada en sangre.

 (Tomándole la mano.) 

AMALIA
Esposo mío...

 (Volviendo sobre sí.) 

ALI-BEK
Cara Amalia: ¿eres tú quien me liberta 25
de su espantosa vista, de sus brazos?...
De sus horribles brazos...
AMALIA
Di: ¿qué inquieta
los instantes que el cielo compasivo
concede a tu descanso?

 (Se sientan los dos en los almohadones.) 

ALI-BEK
Escucha atenta.
Apenas dulce calma a mis sentidos 30
el sueño concedió, cuando la idea
del Egipto humillado, ante mis ojos
ofreció de los siglos la carrera;
desde el tiempo en que fue gloriosa cuna,
donde sus artes aprendió la Grecia, 35
hasta la Dinastía en que fundaron
los fuertes Mamelucos su opulencia.
La ambición otomana, despojando
nuestro nuevo poder, abatió fiera
una nación formada en los combates. 40
Yo grito, libertad; ya mis empresas
ayudaba la Europa, y hasta el Cairo
llegara vencedor, si la sorpresa
de un traidor no impidiese mis designios.
He vuelto a ver en sombras la sangrienta 45
destrucción de mis tropas valerosas
al pie de las pirámides soberbias.
Perdida la esperanza de salvarme,
temeroso de ver mi última afrenta,
en una de ellas pienso hallar asilo. 50
Esfuerzo mi valor: su mole inmensa
subir osaba de sudor bañado,
y penetrando al fin la entrada estrecha,
que a su centro conduce, me hallo solo
en el seno del caos. Las tinieblas, 55
y el silencio que habitan este sitio,
en su morada esparcen noche eterna.
A cada paso hollando las ruinas
del pavimento obscuro, pude apenas
tocar de un mármol fúnebre la loza, 60
cuando en pálida luz la sombra envuelta

 (Levantándose horrorizado, y AMALIA también.) 

de un descarnado espectro alza la frente;
la seca piel, que con rugosas vueltas
cubría su esqueleto, por su rostro
de furor inflamado se desplega. 65
Abre por fin los macilentos labios,
y a su voz pavorosa, que resuena
por la anchurosa bóveda, el asombro
pasma mi corazón, mi pecho aterra.
«Ali-Bek, dice, en estas tristes urnas 70
a la inmortalidad llegar esperan
los legítimos dueños del Egipto:
aquí descansan las cenizas regias
de aquellos soberanos que llenaron
el orbe de su gloria y su grandeza. 75
Alguna vez en este obscuro sitio
penetró la avaricia, otras la necia
curiosidad del hombre; pero nunca
sirvieron estas tumbas de defensa
para el usurpador. Ven al sepulcro; 80
este será el asilo que te ofrezcan
los manes agraviados que profanas.»
Y extendiendo hacia mí sus manos yertas,
me arrastra a la morada del espanto.
En vano hubiera sido por la fuerza 85
pretender libertarme, si a tus voces
no huyese el sueño, y la ilusión funesta.
AMALIA
Calma tu agitación, esposo mío;
las fantasmas que forma en nuestra idea
la imaginación débil, no merecen 90
turbar nuestro reposo. Si deseas
vivir para tu Amalia, más tranquilo
olvida ese terror que te atormenta.
ALI-BEK
Amalia, yo recelo que se cumpla
tan terrible presagio, y no sufriera 95
que acabara mi vida en un suplicio
infame y vergonzoso. No: la afrenta
no es digna de Ali-Bek; si la fortuna
a tan fatal destino me reserva,
ve aquí ya, Amalia, el fin de mis desgracias. 100

 (Sacando un pomo con veneno.) 

De este tósigo fiero la violencia
en breve espacio salvará mi nombre
de la injuriosa muerte que me espera.
Malvados, yo desprecio vuestras iras;
la ambición otomana satisfecha 105
quedará por mi mano, y los traidores,
los viles envidiosos que me cercan,
privado de ultrajar a quien temblaron.

 (En acción de beber: AMALIA deteniéndole el brazo.) 

AMALIA
¿Qué vas a hacer, cruel?
ALI-BEK
Deja, que muera,
como los héroes mueren, si he vivido, 110
como vivieron ellos.
AMALIA
¿Qué te lleva
a tan bárbaro extremo? Si aún me amas,

 (Arrodillándose, sin soltarle el brazo.) 

compadece mi suerte: heme aquí puesta
a tus pies, implorando tus piedades
por la vida que adoro; tu terneza, 115
tu valor, son los únicos apoyos,
que a mi afligido corazón le restan.

 (Levantándola.) 

ALI-BEK
Alza del suelo, Amalia; enternecido

 (Volviendo a guardar el pomo.) 

me rindo a tu dolor. Mas las cautelas
es forzoso indagar de mis contrarios, 120

 (Mirando adentro.) 

y saber de su boca... ¿Quién se acerca?


Escena III

 

MORAD y dichos.

 
MORAD
Mahomad, pide permiso para hablaros.
ALI-BEK
El infame se atreve mi presencia
a arrostrar sin rubo... Pero salgamos
de dudas de una vez. Dile que venga. 125

 (Vase ISMAEL.) 

AMALIA
En tanto que el destino a este tirano
nos tuviese humillado, será fuerza
que no irriten tus iras sus rencores;
sólo temo por ti.
ALI-BEK
Nada hay que temas.
Las miradas del justo, aunque oprimido, 130
aniquilan por siempre la perversa
intención del malvado, y la descubren.
Retírate, mi bien.
 

 (ALI-BEK se sienta.) 

 

 (AMALIA yéndose.) 

AMALIA
¡Gran Dios! ya llega.

 (Vase.) 



Escena IV

 

ALI-BEK, MAHOMAD, ISMAEL, comparsa de Mamelucos. Arrodillándose, y besando el suelo.

 
MAHOMAD
Vuestro esclavo Mahomad rendidamente
el polvo que pisáis, humilde besa; 135

 (Se levanta, y se sienta en otros almohadones.) 

y aunque puede quejarse del oprobio,
con que lo habéis tratado, sólo anhela
a mejorar la suerte de su dueño,
si despreciando vos la vana idea
de un poder absoluto, mis piedades 140
queréis aprovechar. Una grandeza,
que subsistir no puede por sí sola,
necesita ceder, y la apariencia
de un pequeño tributo la asegura
el dominio perpetuo. Yo quisiera 145
por mi mano fijar vuestro reposo;
el Gran Señor, por mí, de vos espera
lealtad y sumisión; yo sólo puedo,
cuando vencido os veréis, de la funesta
humillación libraros, si olvidando 150
el nombre de Sultán...
ALI-BEK
Malvado, cesa.
¿Hasta dónde tu bárbara osadía
pretendes extender? Di: ¿qué te alienta
a proponerme un pacto vergonzoso?
Yo soy tu soberano, y la cadena 155
que ha de oprimir al vencedor de Egipto,
jamás de un vil esclavo recibiera.
Tú me has hecho traición; tú me has vendido:
si he perdido por ti la pompa regia
digna de mi valor, ¿cómo te atreves 160
con simulada astucia, de mi afrenta
a dictar el contrato? Yo abomino
cuantas ventajas esperar pudiera
de tu execrable mano, y aún la vida,
si por ti solamente he de obtenerla. 165
MAHOMAD
¿Por qué vuestro furor hace desprecio
de mis fieles servicios? Yo debiera
quejarme más de vos, y voy a hacerlo:
no ha de humillarse tanto mi obediencia,
que en público infamado, no responda, 170
cuando queréis cubrirme de vergüenza.
La fortuna al nacer nos hizo iguales:
Ibrahim elevó vuestra soberbia,
y vos, por mi valor, habéis llamado
de esplendor militar vuestra carrera. 175
No negaré, que honor y poderío
fueron de mis hazañas recompensa;
pero en breve perdí la confianza
de vuestro corazón, y antes que fuera
pública mi desgracia, por dos veces 180
de mi muerte firmasteis la sentencia.
Pude salvarme, y prófugo, humillado,
vos mismo me obligáis a haceros guerra,
y el brazo que se armó por defenderos,
por vuestra culpa contra vos pelea. 185
Ya estáis vencido: en mi poder os tengo,
y cuando yo, olvidando mis ofensas,
os propongo los medios de ser libre,
vos ultrajáis mi generosa oferta.
ALI-BEK
Basta: que si he sufrido tu discurso 190
especioso y falaz, es porque veas
que yo también en público descubro
de tu infame artificio las cautelas.
Iguales al nacer, ¡cuán diferentes
hemos sido en vivir! Yo en mi carrera 195
semejante al torrente caudaloso
del Nilo bienhechor, que de la tierra
los senos abrasados fertiliza,
logré por mis hazañas que vivieran
en paz y libertad los oprimidos; 200
y tú por tu avaricia, donde quiera
que mandabas, viviendo aborrecido,
contra ti alzaba el grito la inocencia.
Este lujo brillante que te sigue:
la púrpura, que cubre de esta tienda 205
los altos pabellones, son el fruto
de tus atrocidades. ¿Y te quejas
de que yo, avergonzado de elevarte
a la prosperidad, al fin quisiera
aniquilarte a ti entre los tiranos? 210
Compara, desde el tiempo de los Persas,
que de estas constas arrojó Alejandro,
todos los Capitanes de la Grecia,
los Romanos, los Árabes, los Turcos,
todos conquistadores por la fuerza, 215
a mi, que por hacer feliz a un pueblo,
de esclavitud cargado y de miseria,
con gloria me nombré Sultán de Egipto.
¿Cuáles son los servicios que me alegas?
¿Detestable avaricia en el reposo, 220
y execrables maldades en la guerra?
Mis tropas, vencedoras en Damasco,
capitulada ya su fortaleza,
hiciste retirar; y no contento
con tus muchos delitos, la sorpresa 225
de que víctima soy, es obra tuya.
La sed del oro sólo a ti gobierna,
y ni aún mi propia vida de la infamia
de tu codicia vil ha estado exenta.
MAHOMA
En vano me culpáis: si de Damasco 230
astuto abandoné la ciudadela,
fue por salvar las tropas fatigadas,
sabiendo que marchaba a socorrerla
el numeroso ejército otomano;
y por una obstinada resistencia 235
iban a perecer: debió librarlas
con cauta retirada mi prudencia.
ALI-BEK
No retirada, vergonzosa fuga,
deserción criminal, traición horrenda
fue tu marcha, Mahomad... Pero cortemos 240
de una vez tan odiosa conferencia.
Si has de satisfacerme, que tus tropas
conmigo al Cairo marchen; que obedezcan
a su antiguo Señor: este es el medio
de hacer menos culpable tu vileza. 245

 (Volviéndose a los comparsas.) 

MAHOMAD
Compañeros; vosotros, que anhelando
a exterminar la destructora guerra,
que el Egipto aniquila, habéis triunfado
de un dichoso rebelde: la respuesta
le podéis dar. Él os convida ansioso 250
a la revolución: de su fiereza,
de mi piedad por él, seréis testigos;
y que cuando en su vida mis ofensas
vengar pudiera airado, me contento

 (Levántandose.) 

con huir para siempre su presencia. 255

 (Aparte al irse.) 

Ya se logró mi astucia: mis delitos
él ha justificado: ahora perezca.

 (Vase.) 



Escena V

 

ALI-BEK, ISMAEL y comparsas.

 
ALI-BEK
¡Perverso! Mas vosotros, miserables,
que habéis manchado con traición tan fea
vuestro glorioso nombre, respondedme: 260
decid, ¿cuál es la suerte que me espera?
MORAD
Nosotros la ignoramos: nuestro jefe
es el bravo Morad; de su nobleza,
cuando os combate, os vence, y os perdona,
vos mismo habéis tenido la experiencia. 265
Neutral en vuestros odios, jamás quiso
aumentar del Egipto las miserias;
y si ahora ha pretendido sujetaros,
nosotros respetamos la secreta
causa que a ello le mueve; obedecemos 270
su mandato, y servimos sin afrenta.

 (Levantándose.) 

ALI-BEK
Basta; Morad el Bey de Alejandría
sin unirse a un traidor, de mí pudiera
la venganza tomar de sus agravios.
Decidle, que un guerrero nunca emplea 275
sus armas en socorro del esclavo,
que infiel contra su dueño se revela.

 (Vase.) 

MORAD
Si él hubiera tu orgullo sepultado,
vanas reconvenciones no le hicieras,
ni olvidaras tampoco que le debes 280
ese soplo de vida que te resta.

 (Vanse.)