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Según Octavio Paz, la discusión planteada en la CA y la fineza propuesta por sor Juana «son un eco de las grandes polémicas de su tiempo sobre la gracia y el libre albedrío» (1989, p. 518).

 

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Según la censura de Dorantes, en el final de la dedicatoria de su sermón Palavicino habla de una cordera (Agnes, es decir Inés) contra quien vibró la cruel lanza de un «ciego soldado». Esto refiere a un papel imputado a Palavicino (imputación que el clérigo niega) que se divulgó «contra otro papel de dicha religiosa», es decir, contra la CA (Dorantes 1997, pp. 63-64). El «soldado» que mencionan la CSC, Palavicino y Dorantes es seguramente el mismo. El enigma de su identidad desvela a los sorjuanistas.

 

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Ezequiel Chávez se ocupa de este «choque de almas».

 

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Tanto fray Augustín Dorantes como Alonso Alberto de Velasco -el prelado que denunció el sermón de Palavicino a la Inquisición- eran, según Juan Antonio de Oviedo (biógrafo del padre Núñez), alumnos dilectos del ex confesor de sor Juana. Agradezco la suministración de este dato a Sara Poot Herrera.

 

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Ésta es la tesis que maneja Elías Trabulse. Cfr. Carta Atenagórica de Sor Juana.

 

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En la CPN sor Juana habla del «tan extraño género de martirio» que sufre (Alatorre 1987, p. 620) y en la RSF exclama: «¡Rara especie de martirio donde yo era el mártir y me era el verdugo!» (Méndez Plancarte 1951-57, p. 452).

 

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Cfr. por ejemplo las composiciones que hacen sor Juana (Neptuno Alegórico) y Sigüenza y Góngora (Teatro de virtudes políticas) para la celebración de la llegada del nuevo virrey, el marqués de la Laguna, a la capital mexicana en 1680. Para un análisis comparativo, cfr. Fernando Checa, «Arquitectura efímera e imagen del poder» (Checa 1995, pp. 283-305).

 

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Para un examen de la relación de competencia entre sor Juana y los hombres, cfr. Antonio Alatorre, «Sor Juana y los hombres».

 

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En «Las cartas de Sor Juana: públicas y privadas», Sara Poot Herrera se refiere a la conversación que sor Juana tenía con el mundo, con la publicidad del siglo: «Sor Juana habla con los demás, con los otros, con los que están fuera del convento y, que a su vez, tienen contacto con personalidades que de una u otra manera están cerca de ella. Hay redes importantes de relaciones de amistad, políticas, religiosas» (Poot Herrera 1998b, p. 316).

 

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Algunos de los últimos hallazgos desmienten la idea de una sor Juana «retirada» de las letras en sus últimos años. Los Enigmas, por ejemplo, llevan como fecha de publicación el año de 1695 y se cree que fueron compuestos sólo algunos años antes. En el Congreso Internacional Sor Juana y su mundo: una mirada actual celebrado en México D. F. en noviembre de 1995, Teresa Castelló Iturbide dio a conocer una copia del inventario que se levantó en la celda de la monja después de su muerte y que registra cientos de volúmenes de obras selectas y varios legajos de escritos. Esto serviría de testimonio que la vocación de sor Juana estaba viva, aunque tal vez confinada más y más a la marginalidad frente a la imagen que proponían los otros.