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Continuación de lo publicado en nuestro número 8 (1992) (N. del E.)

 

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Correspondiente a esta entrega y a la incluida en nuestro número anterior.

 

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Nicholas Round expone y critica las tesis de Laura de los Ríos, y G. G. Brown en las pp. 97-98. Para la tesis de Round ver sobre todo las pp. 99, 102, 114, 116.

 

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Charles McBride sitúa Superchería en el contexto de las relaciones Unamuno-Clarín. Los documentos aportados por McBride no dejen lugar a dudas que Unamuno veía en Clarín a un precursor de sus propias inquietudes religiosas, en las que el maestro de Oviedo le influye poderosamente. Según McBride ambos luchan por salvarse de la nada y ambos han encontrado en la razón el obstáculo que les impide abrazar esa fe que su corazón anhela. El Nicolás Serrano de Superchería aparece, pues, no sólo como un precursor de Augusto Pérez sobre todo, y de otros héroes unamunianos, sino, como el mismo McBride señala, de los héroes del 98. Ver pág. 14. En cuanto a tal, es indudable que en Nicolás Serrano encontramos un modelo del Antonio Azorín de La voluntad y del Fernando Ossorio de Camino de Perfección.

 

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Nicholas Round y Gonzalo Sobejano se han preocupado de mostrar cómo la multiplicidad de subtemas está sometida a un tema primordial que los unifica: el desarrollo ético de Serrano en Round: la relación conciencia-mundo en Sobejano. El objeto de este artículo es evidentemente más limitado, e intento señalar un elemento temático fundamental, el contraste entre mundo ideal y mundo infernal, así como analizar las imágenes en las que esta distinción se expresa retóricamente.

 

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Para Laura de los Ríos esta «alucinación constituye la esencia misma de la novela, ya que es el instrumento narrativo por el que el autor presenta el tema de lo engañoso de las apariencias y de la dificultad de distinguir la realidad y la fantasía» (pp. 96-102). Round estudia este episodio corto una de las cuatro fases esenciales para establecer la unidad narrativa de una historia, así como un episodio esencial para la interpretación del elemento temático que da título a la obra, es decir, la superchería (pp. 99, 109, 111). Para Gonzalo Sobejano el «suceso memorable» de la alucinación constituye el elemento fundamental del tema: «obsesión del intelectual por la trascendencia, incredulidad respecto al misterio y final convencimiento de que la superchería no es el misterio que pueda subyacer a los fenómenos, sino estos mismos» (pp. 96-97).

 

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Guadalajara: [...] «el moro Rasís la llama Wadalfaxar aunque según D. Pascual Gayangos el verdadero que tuvo tras la invasión fue el de Medina-Alfarach (“ciudad de los barrancos”, aludiendo a dos que la flanquean) si bien pronto tomó el del río cercano llamándose Wad-il-hachara o hachira (río de las piedras)». AA. VV., pág. 20.

 

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Canidia: célebre maga y cortesana del tiempo de Augusto contra la que Horacio lanzó violentas diatribas (Épodos, 5 y 17; Sátiras 1 y 8) a causa de haberle negado sus favores, según se cree; la palinodia de la Oda I (XVI) se debe a la misma mujer. Según los escoliastas su verdadero nombre era Gratidia y había fabricado y vendido perfumes en Nápoles. La referencia al infierno clásico y a la bruja muestran que para Clarín el mundo excrementicio se identifica con el mundo infernal, y que Caterina Porena desempeña en él la función de bruja angelical que habíamos encontrado en el poema adolescente de Serrano. Descrita por Horacio, pues, Canidia es la bruja que arrastra al amante al mundo infernal (Cocytto). Claro está que Alas sobrepone a la figura infernal, la esclava de Foligno, la angelical que inspira a Serrano el amor ideal.

 

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El tema del hogar, del amor matrimonial, y del hijo como huella en la tierra del ideal religioso, ha sido ampliamente estudiado por Francisco García Sarriá en su libro Clarín o la herejía amorosa. En el contexto de nuestro estudio, la relación entre Serrano, Caterina Porena y Tomasuccio apunta hacia aquel amor, puramente espiritual, por el que el ser humano puede escapar del mundo infernal. El hecho de que tanto Nicolás Serrano como Bonifacio Reyes (el protagonista de Su único hijo) no sean los padres naturales del hijo nos muestra que la idealidad es el elemento que da carácter redentor a ese amor conyugal. García Sarriá nos ha indicado cómo el modelo religioso de esa paternidad es la Encarnación (pp. 198-190). El Tomasuccio en cuanto hijo representa, pues, la influencia moral que, como el hijo de Emma y Bonifacio en Su único hijo, eleva y transforma moralmente a Serrano: «En consonancia con este plano (el histórico social) existe otro moral-religioso que es el más profundo y el que más importa a Clarín [...] Bonifacio busca en el hijo-Jesús la seguridad de que existe un Dios que le es necesario para ordenar su conducta moral» (pág. 188).

 

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En las páginas 3-4 de la obra escribe: «For me, the crucial factor in this development is not a change of atmosphere, but an increasing interest in psychology, and the turning-point is not Una Cristiana-La prueba, but the most famous of Pardo Bazán’s novels, Los pazos de Ulloa (1886). I shall be arguing [...] that in Los pazos de Ulloa one can detect one decisive change in her view of the novelist’s activity: whereas before she saw this as being fundamentally the depiction of the external world, now she saw it as being the dramatisation of human psychology. Although there is no doubt that Pardo Bazán’s novels of the 1890s are influenced to a greater or lesser degree by her Catholicism, it seems to me that to describe them as spiritual is to overstate the case and divert attention from the central issue of psychology».