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La bibliografía de Segismundo es amplia, sobre todo desde el antiguo estudio de Enrique Fuines (1899). Es importante para nuestro tema la tesis doctoral de Richard Whiteley Norton (1960) donde además de un profundo estudio del personaje de Segismundo desde una doble perspectiva (por una parte en términos teológicos, molinista/tomista; por otra, desde el punto de vista de la no cristiandad [enfoque en las doctrinas estoicas]) se presenta una interesante bibliografía. También puede consultarse (entre otros motivos por ser más reciente y abarcar otros campos que la bibliografía de Norton) la que Ciriaco Morón presenta en su edición de La vida es sueño (1986).

 

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Dicha teoría se encuentra en los comentarios de Capurnio, Juvenal, José Badio Ascensio, Benito Filólogo, Victor Fausto (segunda mitad del siglo XV). Se comentan las comedias de Terencio y Séneca.

 

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Los puntos fundamentales de dicha teoría tradicional expuesta por Alonso López Pinciano en su Philosophía Antigua Poética (1595) han sido recogidos por Margarete Newels (1974, pág. 71):

1) La tragedia ha de tener personas graves [o sea, de elevado rango], y la comedia, comunes [o sea, de origen humilde y de características típicas más bien que individuales].

2) La tragedia tiene grandes temores llenos de peligro, y la comedia, no.

3) La tragedia tiene triste y lamentables fines; la comedia, no.

4) En la tragedia, quietos principios y turbados fines; la comedia, al contrario.

5) En la tragedia se enseña la vida que se debe huyr; y en la comedia, la que se debe seguir.

6) La tragedia se funda en la historia; y la comedia, es toda fábula, de manera que ni aun el nombre es lícito poner de persona alguna.

7) La tragedia quiere y demanda estilo alto; y la comedia, baxo.

También en este estudio M. Newels analiza los principios fundamentales establecidos por las otras dos poéticas más importantes de la época: El cisne de Apolo (1602) de Luis Alfonso de Carvallo y Las tablas poéticas (1617) de Francisco Cascales.

 

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Marcelino Menéndez Pelayo explica con claridad dicha polémica en el capítulo X de su Historia de las ideas estéticas. Hemos de mencionar para nuestro propósito que el término «tragicomedia» no tenía el mismo significado en Italia, Francia y España. En Francia e Italia era un género más, mientras en España intentaba definir el nuevo teatro.

 

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La Celestina, recordemos, apareció en un principio bajo el título de comedia y sucesivamente bajo el de tragicomedia.

 

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En nuestro trabajo no hemos mencionado el papel de LEIDI. Aunque es fundamental, al ser el segundo elemento el par TI PINS/LEIDI, y encarnar figurativamente, la representación del elemento femenino -a pesar de los desdoblamientos producidos por los machos en hembras- con posibilidad, pero no necesidad, de procreación; su análisis completo saldría de nuestro propósito de búsqueda de algunas huellas clásicas que configuren la obra textual de Luis Riaza. Dejamos para otro momento el peligroso y largo análisis del personaje femenino en la dramaturgia riacesca.

 

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Aguilar Piñal. 1983, los registra así n.º 3383, pág. 406: «Fragmentos de las obras de D....: La Hormesinda, Guzmán el Bueno, Lucrecia, La Diana o Arte de la Caza. Copia hecha por su hijo Leandro, conteniendo correcciones inéditas, también autógrafas, de este último. [s.a.] 40 hojas 23 cm.», y en el n.º 2641, pág. 342, dedicado a Leandro: «Poesías originales autógrafas, [s.a.], fols. 45-93. Cedidos por el impresor de sus obras en Barcelona, Agustín Roca».

 

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Un folio (30 x 20 mm.), en el ángulo superior derecho se lee en un sello en seco: «De la colección de autógrafos de Claudio Rodríguez Porrero». Está fechado en «Burdeos el 13 de Octubre año de 1824». Lleva la firma autógrafa de Leandro Fernández de Moratín, BBMM, Colección de autógrafos, pensamientos, poesía lírica y dramática. Siglos XVIII al XX, 17/9/1 (I), ms. 787, fol. 40. La silva no presenta ninguna variante con la publicada por L. Fernández de Moratín. 1825, III, pp. 454-455; hemos consultado el ejemplar corregido por el autor que se conserva en la BNM, R. 2573.

 

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Las acaba de publicar R. de la Fuente Ballesteros (1988). Con el fin de poder utilizar estas cartas en estudios futuros, nos parece oportuno señalar la signatura bajo la que se conservan en la BBMM por faltar en dicho artículo, Personalidades de las letras españolas, correspondencia de los siglos XVIII al XX, 18-9-1 (II), ms. 108.

 

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Sobre la vida y obra de don Nicolás véanse: la tesis de N. Juárez, 1979; la monografía de D. Thatcher Gies, 1980, y el número monográfico dedicado a Moratín padre de la Revista de Literatura, 84 (1980).