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En general, las opiniones a este respecto de diversos estudiosos -Gómez de Baquero, Correa Calderón, César Barja, López Sanz, Osborne, etc.- están recogidos por Clémessy y/o Hemingway. Aparte de éstos, entre los más recientes, puede citarse el de D. S. Whitaker (La quimera de Emilia Pardo Bazán y la literatura finisecular, Madrid, 1988), quien justifica el cambio interpretando las obras últimas de la autora como influidas por Nardau y Paul Bourget, así como por la filosofía shopenhaueriana, y habla de novela «decadente» tomando como paradigma la síntesis del estudio de Suzanne Nelbantian Seeds of Decadence in the late Nineteenth-Century Novel (London, 1983).

 

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R. E. Osborne, a este respecto, escribe: «Según muchos pensadores, incluso Pardo Bazán, hay gran afinidad entre el arte ruso y el español. [...] Balseiro, en su libro Novelistas españoles modernos, en el capítulo consagrado a Pérez Galdós, cita ejemplos sumamente interesantes de este fenómeno [...] Da ejemplos muy convincentes citando a Tolstoi, Ortega y Gasset, Portnoff, Chekov, Turguenev, Falla y otros [...] Allá por el año 1887 observó la condesa esta afinidad. Sin duda la analogía que pretendía ver nos ayuda a explicar su gran interés en esta nueva literatura del Este.

Aunque no tengo intención de estudiar la influencia de la literatura rusa en España, preciso es dedicar unas líneas a este punto. Primero, se notará que doña Emilia misma sufrió esta influencia, y que la muestra claramente en varias de sus novelas, tales como La Quimera (1905) y La sirena negra (1908). Portnoff cree que también hay influencia de los novelistas rusos, especialmente de Tolstoi, en Galdós. Balseiro, en cambio, opone a esta idea opiniones poderosas. [...] Hay también indicios de influencia rusa en las ideas y los escritos de Palacio Valdés, Clarín, Ganivet y otros».

 

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N. Clémessy informa sobre estos contactos en los siguientes términos: «Au cours de ses séjours dans la capitale française, Pardo Bazán entretint en outre des relations amicales avec des exilés russes, habitués des milieus littéraires et artistiques. Elle connut, entre autres, Tikhomirov qui venait de publier en collaboration avec Savine un ouvrage intitulé: La Russie politique et sociale. Par cet intellectuel, qui avait été directement mêlé aux événements politiques de Russie, elle obtient de vive voix maintes informations sur le nihilisme [...] Pardo Bazán, avant d’écrire son étude critique, lut les principaux ouvrages publiés à l’époque sur la Russie et sa littérature. Celui qui néanmoins lui apporte sans conteste les plus précieuses informations fut Le roman russe du viconte Melchior de Vogüé qui parut à Paris au début de 1886. Son auteur avait l’avantage de dominer parfaitement le russe et à la fois de connaître le pays et sa littérature. Il se proposait, grâce à son livre, d’initier le public français à la compréhension des chefs d’oeuvre des grands romanciers contemporains» (Clémessy, 1973, pp. 111-112).

 

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La misma Pardo Bazán, en Nuevo teatro crítico (1891), escribe: «Todo el que lea mis ensayos críticos comprenderá que no soy idealista, ni realista, ni naturalista, sino ecléctica».

 

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Dato tomado de M. M. Battin, La poética de Dostoievski.

 

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Curiosamente en España, lo que la crítica recepcional entiende como «horizonte de expectativas», aún no está preparado para este tipo de tesis; así, la crítica que en 1892 le hace Leopoldo Pedreira no la concibe como tal; veamos las siguientes afirmaciones como ejemplo: «La piedra angular no es una novela de tesis. Es un poema lleno de melancolía y humorismo. La acción está vista y sentida por la autora antes de las conclusiones que naturalmente se deducen de la novela». (Pedreira, 1892, pp. 113-114).

 

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Para algunos críticos no existe diferencia cualitativa de representación entre los relatos en tercera persona y los relatos en primera persona. Así, por ejemplo, Wayne C. Booth. Dorrit Cohn, por el contrario, señala las diferencias técnicas, y la incidencia ideológica que conlleva cada una de ellas.

 

18

Sobre el discurso referido en la historia de la literatura puede verse Batjin 1929, Tercera parte.

 

19

Teóricos estructuralistas -Barthes, Hammon, etc.- la definen como la unión del significante con el referente.

 

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Continuación de lo publicado en nuestro número 7 (1991).