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Julio Nombela señala que cuando O'Donnell llega al poder «los redactores del Diario Español obtuvieron puestos importantes: Rancés fue nombrado ministro plenipotenciario de España en el entonces imperio del Brasil; Lorenzana desempeñó un alto cargo en Gobernación; Ností, el administrador del periódico, fue empleado en el Ministerio de Hacienda, y los demás auxiliares obtuvieron también su parte alícuota en el festín del presupuesto» (pág. 466).

 

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La opinión que Nombela tiene de la política es harto elocuente: «La política no tiene entrañas: es egoísta, codiciosa, convierte por conveniencia las iniquidades en sacrificios pseudopatrióticos, todo lo supedita al logro de sus ambiciones, Qua nominor leo es su moral y su divisa, y anticipándose a Darwin, desde los tiempos más remotos ha hecho, hace y hará de su superioridad convencional el arma con que destruye a los enemigos inferiores que la condenan y maldicen» (pág. 448).

 

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Nombela ofrece, también en esta ocasión, datos sobre sus remuneraciones: 200 frs. por la primera novela y 300 por la segunda; 250 frs. por las Memorias. Asimismo al hablar de la traducción de la Historia del consulado y del Imperio de Thiers señala que le pagaban 25 frs. por cada pliego de dieciséis hojas.

 

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Nombela revela algunos datos que subrayan su satisfacción ante el éxito de la convocatoria. Señala que se distribuyeron doscientas invitaciones y que acudieron al acto ciento diecisiete escritores y ochenta enviaron su adhesión. Entre los asistentes destaca nombres como Cayetano Rosell, Antonio Hurtado, José Castro y Serrano, Eduardo Gasset, Ruiz Aguilera, Bécquer, Eduardo Bustillo, González Bravo, Labra, Figueroa, Patricio de la Escosura, García Nieto, Ignacio Escobar, Ros de Olano, Frontaura, Francisco de Paula Madrazo, Campoamor, Sánchez Pérez, Segismundo Moret, Chico de Guzmán, Luis Rivera, entre otros. Asimismo enumera algunos de los autores de mayor notoriedad que se adhirieron al proyecto: el conde de San Luis, Cánvas del Castillo, Manuel Silvela, el marqués de Molins, el de Miraflores, el de Morante, Valera, Ayala, Hartzenbusch, Amador de los Ríos, Núñez de Arce, Bretón de los Herreros, Eusebio Blasco y Giner de los Ríos (págs. 771-774).

 

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El precio de la suscripción era de cuatro reales al mes en Madrid, cinco en provincias, y el de los números sueltos dos cuartos cada uno.

 

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Nombela ofrece los siguientes datos: «Para redactar el primer artículo, que debía de aparecer con el título de Actualidades, alternaríamos José Fernández Bremón y yo. Francisco Muñoz, hábil e irónico periodista, se encargaría de la Comedia política[...] y en calidad de confeccionador o redactor jefe, como se diría ahora, figuraría Manuel Ossorio y Bernard [...] El folletón de la primera página publicaría: los lunes, Madrid humorístico, por el inolvidable Manuel Matoses (Corzuelo); los martes,Ecos de Europa; los miércoles, Revistas bibliográficas o de vulgarización científica; los jueves,Cuadros y tipos, por Miguel Ramos Carrión; los viernes,Revistas de tribunales [...] los sábados, Murmuraciones,artículos de sabrosa y discreta crítica por Ricardo Sepúlveda [...] y los domingos, Revistas de toros, por Martín Melgar, o de Bellas Artes, por Viñas y Deza, seudónimo que acreditó como literato a quien después como jurisconsulto ha convertido su verdadero nombre, don Luis Díaz Cobeña, en una gloria del foro español» (pág. 811). Asimismo señala que también colaboraron en la Gaceta Popular Conrado Solsona, Castillo y Soriano, el doctor Bora, el ingeniero agrícola Álvarez Alvistur y Fernando Santoyo.

 

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Nombela reconoce en estás páginas que la forma ideal de gobierno de los pueblos activos, vigorosos, ilustrados, justos y liberales es la República. Sin embargo las circunstancias de nuestro atrasado país impide que la República se consolide. Dadas las circunstancias de España la Monarquía se impone y Nombela señala que «El carlismo era la única incógnita que quedaba por despejar; invocaba la tradición, y no la de las monarquías de las casas de Austria y de Borbón, sino la antigua genuinamente española, que en punto de libertades y franquicias no había sido superada, ni siquiera igualada por la Revolución francesa» (pág. 792).

 

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Nombela llevó a cabo el proyecto de incluir en la edición de la mañana de La Correspondencia un pequeño diario de amenidad denominado Diario de las Familias. El 23 de enero de 1876 salió el primer ejemplar y su éxito fue superior a lo que su propietario, Manuel María Santana, y el propio Nombela pudieron imaginar, pues a finales de febrero ya contaban con más de seis mil suscriptores. En este caso son cuestiones de tipo económico lo que alejan a Nombela de su proyecto.

 

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En febrero de 1876 Nombela adquiere la popular revista de Carlos Frontaura, El Cascabel. Sin embargo el cambio de propiedad afectó al contenido de la revista y los suscriptores disminuyeron. En abril de 1877 resuelve poner término a la publicación.

 

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Nombela entusiasmado con los deseos del Alfonso XII de transformar España en una nación moderna, vuelve al periodismo político con La Gaceta Universal. Sin embargo, pronto Nombela se alejaría de este nuevo proyecto por desavenencias ideológicas con el resto de propietarios.