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201

Las hijas de la camarera, que llevaba 40 años en el cargo, se excusan de tener que hacerlo así «ante la estrechez de sacristía y falta de luz que hay en ella». El Cabildo exige a la camarera que se haga como se indica o renuncie al cargo, finalmente la camarera accede al deseo del Cabildo. (N. del A.)

 

202

Parece que el Cristo muerto y la insignia de la cruz se pusieron a esta imagen dolorosa para que fuera igual a la pintura en tabla de la Virgen de las Angustias que regaló o trajo Isabel la Católica a Granada (citado por C. Alarcón, véase nota 19). La transformación de las imágenes religiosas ha sido una constante a lo largo de los siglos, incluso muchos de ellos se han llevado a cabo en época muy reciente como pone de manifiesto Villar Movellán, 1989. (N. del A.)

 

203

Vestir con hábitos monásticos las imágenes también estaba prohibido por las autoridades de la Iglesia Católica ya que en 1642 el papa Urbano VIII (Bullarum, 1760, pp. 321-322) prohibió que «Jesucristo, la Virgen y los santos fueran pintados o esculpidos con el hábito de alguna orden religiosa particular, como las del Carmen o La Merced»; citado por Rodríguez G. de Ceballos, 1989, pág. 98. (N. del A.)

 

204

Entre estos donados se encontraba el «hermanito Sebastián, penúltimo de los limosneros franciscanos en esta ciudad, del cual llevaba siempre una carta autógrafa manuscrita como amuleto el rey Carlos III, y como hubo que trasladarla a Roma para que fuera examinada en el proceso de beatificación, durante los días que no tuvo la carta el monarca no se atrevió a salir de palacio», según relato del mismo Jovellanos recogido por Blanco White, 1986, pág. 181. El retrato del venerable Fray Sebastián de Jesús Sillero, muerto en Sevilla en 1734, pintado por Gregorio Ferro «teniendo presente un retrato que se hizo en la vida del venerable, y un vaciado que se sacó después de muerto», fue grabado por Manuel Salvador Carmona en Madrid en 1782, y según la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional: «Esta obra se hizo a expensas del Rey Padre (que esté en gloria) por haber conocido y tratado en su infancia al dicho venerable cuando la Corte estaba en Sevilla» (citado por Carrete Parrondo, 1989, núm. 197). (N. del A.)

 

205

Verdadero retrato del Niño de San Antonio que se venera en San Luis, y se lleva a los enfermos por los muchos milagros que hace Su Divina Majestad con ellos, grabada por Lorenzo Sánchez Mansilla (Arte y devoción, 1990, núm. 133). (N. del A.)

 

206

El mismo Moratín en el acto I (escena II) de esta obra pone en boca de doña Francisca la siguiente relación de objetos de devoción: «Pero mire usted, mire usted (Desata el pañuelo y manifiesta algunas cosas de las que indica el diálogo) cuántas cosillas traigo. Rosarios de nácar, cruces de ciprés, la regla de S. Benito, una pililla de cristal... Mire usted qué bonita. Y dos corazones de talco... ¡Qué sé yo cuánto viene aquí!... ¡Ay!, y una campanilla de barro bendito para los truenos... ¡Tantas cosas!». Entre estas cosas también se encontraba una figura de «Santa Gertrudis de alcorza»; la alcorza es una pasta muy blanca de azúcar y almidón con la que se cubren dulces y se hacen piezas o figurillas. (N. del A.)

 

207

Esta iconografía es bastante común en las estampas dedicadas al Niño Jesús. Sobre estas imágenes en el convento de las Descalzas véase Ruiz Alcón, 1965; resulta también interesante el inventario de este tipo de figuras de bulto redondo realizado por Herrero Sanz, 1990, y Vega Jiménez, 1984. (N. del A.)

 

208

Félix Ponce de León, Vida, hechos y aventuras de Juan Mayorazgo, cap. citado por Mercader Riba y Domínguez Ortiz, 1972, pp. 119-120. (N. del A.)

 

209

Este Capricho ha sido estudiado por Alcalá Flecha, 1987. Este autor ha hecho una exhaustiva búsqueda de textos coetáneos relacionados con la obra de Goya, Alcalá Flecha, 1988. Sobre las higas véase Hidburbh, 1955. (N. del A.)

 

210

Por ejemplo, se puede mencionarla estampa del Evangelio según San Mateo, perteneciente al Rationarum Evangelistarum de 1510, reproducido por Westheim, 1981, pág. 78. Llompart, 1982, reproduce uno casi idéntico titulado Lo dulcissim nom de Jesus y publicado en la Imprenta de Pau Roca de Manresa, carrer de S. Miquel en 1865; el estudioso identifica el atuendo como de tiempos velazqueños. (N. del A.)