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Sobre esa firme amistad entre Bonafoux y Dicenta existe un testimonio elocuente: el prólogo de Dicenta, con título de «Nota bohemia» (XV-XX), para el libro de Bonafoux Literatura (Madrid, Tipografía de Manuel Ginés Hernández, 1887).

En el mismo libro de anécdotas y comentarios, a propósito de Dicenta y otro escritor (Torromé), se lee: «...Continúan siendo bohemios; porque bohemia y figura... hasta la sepultura: bohemios en el sentido de derrochar alegremente el ingenio y la vida y vivir reñidos con una porción de convenciones o estupideces sociales, no bohemios en el sentido de gastar cascarrias; -porque una cosa es la bohemia, y la porquería es otra cosa-», «Con motivo del santo», 128-131.

Tengo copia de otro texto de Gómez Carrillo «Historia de un bohemio», El tiempo ilustrado, V (núm. 197, 12 de Mayo de 1895) en que habla de su amistad con el poeta místico francés Le Cardonnel.

Sobre Gómez Carrillo y la bohemia, véase las páginas 340-342 de la primera parte del presente trabajo publicado en el número 4 de estos Anales. (N. del A.)

 

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El texto que tengo en la mano de Del amor, del dolor y del vicio es el llamado definitivo de París (Librería Americana, 1901), con prólogo de Darío (X1-XVI).

Hay un buen estudio sobre esta novela del guatemalteco: «Enrique Gómez Carrillo, Del amor, del dolor y del vicio. Anotaciones en torno a una novela del modernismo hispanoamericano, NRFH, XXIII (núm. 1, 1972, 61-87) por Klaus Meyer-Minnemann.

Véase también el trabajo de Roland Grass, «Amado Nervo y los comienzos de la novela modernista», Homenaje a Andrés Iduarte, The American Hispanist, Inc., 1976, 165-177, especialmente 166-167. (N. del A.)

 

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No era un clown ordinario: «Cosmopolita y modernista, Rip-Rip unía en sus ejercicios la prodigiosa rapidez de los clowns americanos a la artística elegancia de los payasos franceses... también había en él algo de clásico, un eco de Polichinela de Nápoles, un reflejo del blanco Pierrot parisiense, cierto chic aristocrático, en fin, que hacía pensar en las figuras de Watteau, en los Giles, en los Leandros y en los Mezzetinos del siglo XVIII. Esos elementos combinados hacían de él una figura originalísima,...» (219). (N. del A.)

 

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Sobre la novelística de Gómez Carrillo son indispensables las páginas de Seymour Menton, Historia crítica de la novela guatemalteca (Guatemala, Editorial Universitaria, 1960), 103-115. (N. del A.)

 

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Sería difícil negar el decadentismo como motivo constante en Claudio Oroñoz. Sin embargo, como acertadamente señala Serge Zaitzeff [«Más sobre la novela modernista: Claudio Oronoz de Rubén M. Campos», Anales de literatura hispanoamericana (Madrid), núm. 5, 1976, 371-378] hay también en la obra un entusiasmo y exuberancia alejados del decadentismo. Aunque Claudio afirma a menudo su deseo ardiente de vivir, la sombra de la muerte pesa sobre la novela. En muchos instantes, el autor insiste, no obstante, en la vida como un glorioso y sano himno a la naturaleza, actitud vitalista lejos del pensamiento característico de la época. Añado que algunos pasajes de la obra podrían aducirse para comprobar ese estado de ánimo apartado de los extremos morbosos del decadentismo: las páginas 86, 94, 123-124, 137, 242-243, 299. (N. del A.)

 

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En un buen artículo «El Claudio Oronoz de Rubén M. Campos y el valor social del modernismo» (Homenaje a Sherman H. Eoff, Madrid, Editorial Castalia, 1970, 117-136) la tesis de Roland Grass es irrefutable: que la envejecida fórmula de «el arte por el arte» es en sí misma una protesta y una rebeldía. Me interesa aquí también la idea de Grass de que hay un fondo picaresco en la bohemia presentada por Campos (126-128). (N. del A.)

 

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Otros textos pertinentes de Miguel Sawa: «La bohemia: Narciso Serra», Vida nueva, II, (núm. 42, 26 de Marzo de 1899) y «Bohemia», Madrid Cómico, núm. 138, 20 de Octubre de 1912, p. 10, reproducción de una breve historia de una noche de amor en París cuando los amantes venden libros y guardan otros para quemar en la chimenea, defendiéndose de este modo del frío. (N. del A.)

 

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Sobre la misma novela, véase de Cansinos-Asséns, La nueva literatura, IV (Madrid, Editorial Páez, 1927), 179-186. Otra novela del periodismo: Manuel Bueno, Los nietos de Dantón (Barcelona, Librería Araluce, 1936). (N. del A.)

 

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También sobre García Sanchiz y su temprana obra, véase Cansinos-Asséns, La nueva literatura, I, 229-239. Además en Troteras y danzaderas [Edición citada, 139-140] hay una caricatura intencionada del mismo, cuya identidad se esconde tras el nombre de Arsenio Beriz. (N. del A.)

 

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Sobre el particular, debiera tenerse en cuenta la breve nota introductoria del autor, en que explica que ha sido necesario publicar el Prólogo por dificultades para él insuperables. (N. del A.)