Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

181

Pío Baroja, sin ocultar una punta de malicia e ironía respecto a Ramiro de Maeztu, anota cuanto sigue: «Salimos Bargiela y yo, y llegamos a casa de Maeztu [...] Bargiela, que era curioso, estuvo mirando los libros, y por malicia cogió dos ejemplares de dos obras de Nietzsche, una de ellas Así hablaba Zaratustra. Un nietzscheano, tan entusiasta como Maeztu era entonces del pensador alemán, resultaba que estos dos libros de su héroe y de su profeta no había abierto más que cuatro o cinco páginas» (Baroja 1945, Parte IV, cap. XV).

 

182

«Muchas veces yo me complazco en observar este dominio del ambiente sobre mí, y así veo que soy místico, anarquista, irónico, dogmático, admirador de Schopenhauer, partidario de Nietzsche» (Azorín 1902, Parte III, cap. IV).

 

183

Como se desprende de cuanto llevamos dicho, el uso que hacemos del término 98 es meramente referencial. Lo que aquí se persigue, en definitiva, es una comprensión de nuestro final de siglo que mire más hacia las corrientes europeas del pensamiento y del arte, y que se aleje, a la vez, de la categorización crítica en términos de modernismo o noventayochismo -conceptos éstos que, además de resultar insuficientes para una justa valoración de la época, tienen la desventaja de dejar la cultura española finisecular un tanto aislada de Europa.

 

184

Téngase presente el fondo schopenhaueriano de las construcciones novelescas de Svevo: Una vita (1892), Senilitá (1398), La coscienza di Zeno (1923); y la inspiración schopenhaueriana de que se nutren algunos de los personajes thomasmannianos de Buddenbrook (1901), Der Tod in Venedig (1912) o Der Zauberberg (1924). Mann, además, dedicó a Schopenhauer y Nietzsche un par de ensayos críticos de notable interés: «Schopenhauer» (1938) y «Nietzsche’s Philosophie im Lichte unserer Erfahrung» (1947).

 

185

La huella del barroco español en la obra de Schopenhauer resulta innegable: poseía en su biblioteca las obras de Huarte de San Juan, Mateo Alemán, Gracián, Cervantes, Calderón, etc. (Hämel 1926). Su admiración por El Criticón y por El Quijote viene declarada explícitamente en su obra máxima (Schopenhauer 1819, § 50); llegó incluso a traducir al alemán el Oráculo manual y arte de prudencia (publicado póstumamente en 1862) y durante años proyectó hacer lo mismo con El Criticón. «Encontramos biobibliográficamente en Schopenhauer una lectura abundante de Gracián, que ratifica con traducciones, referencias repetidas y citas textuales muy frecuentes, en la misma lengua culterana del jesuita aragonés» (Jiménez Moreno 1982, p. 100). Esta impregnación Schopenhaueriana del barroco español, y en especial de Gracián, iba a ser especialmente fructífera para la cultura española; en los textos de Schopenhauer los jóvenes del 98 iban a descubrir no su propia tradición, que acaso conocieran ya, sino algo más importante: el valor de actualidad y la vigencia que la tradición española poseía respecto a los problemas de aquel presente. Emblemático resulta, en este sentido, el descubrimiento de Gracián por parte de Azorín, algo de lo que éste dio noticia en un artículo titulado significativamente «Nietzsche, español: una conjetura» (1903); es decir, que Azorín descubre un Gracián vivo, culturalmente activo y operante, a través de la nebulosa nietzscheano-schopenhaueriana de nuestro final de siglo, y lo refiere, como indica el título, a este horizonte. «España necesitaba comunicación estrecha con Europa. Nosotros veíamos entonces representada a Europa, principalmente, por Federico Nietzsche. El libro de Henri Lichtenberger La philosophie de Nietzsche, publicado en el mismo año que da nombre a la generación, 1898, corrió de mano en mano. En 1902 publicaba yo en El Globo, diario de Madrid, dos artículos titulados Un Nietzsche español, en que examinaba las analogías entre Gracián y Nietzsche, analogías que, andando los años, habían de ser estudiadas en el extranjero con minuciosidad y atención» (Azorín 1941, cap. XXV).

 

186

Aunque lleve fecha de 1819, Die Welt als Wille und Vorstellung se publicó, en realidad, en diciembre de 1818, en la editorial Brockhaus de Leipzig. La segunda edición apareció en 1844, y en ella Schopenhauer añadió 50 Suplementos al texto original en los que había estado trabajando durante los últimos diez años; por su extensión y alcance, constituyen un documento esencial para la comprensión de Schopenhauer. La tercera edición, todavía en vida del filósofo, se publicó en 1859.

 

187

«Nos preocupaban las relaciones exteriores. El robinsonismo literario -si fuera posible- sería funesto. Las literaturas necesitan la fecundación del exterior para fortificarse y renovarse» (Azorín 1941, cap. XXV). La lectura era para Azorín «su más importante modalidad vital» (Fox 1967, p. 122): su búsqueda afanosa por las bibliotecas y los archivos, la meticulosa documentación que precede a sus primeros escritos, no responde a una intención erudita o culturalista, sino que es reflejo de un impulso vital, de una necesidad angustiosa de buscar soluciones a la crisis acuciante que lo envuelve.

 

188

«[...] el dolor es lo único cierto en la vida, y en que no valen afanes ni ansiedades, puesto que todo -¡todo hombres y mundos!- ha de acabarse, disolviéndose en la nada, como el humo, la gloria, la belleza, el valor, la inteligencia» (Azorín 1902, Parte I, cap. VII). Y más adelante: «Ya en Madrid, rendido, anonadado, postrado de la emoción tremenda de esta pesadilla de la Lujuria, el Dolor y la Muerte, Azorín piensa un momento en la dolorosa, inútil y estúpida evolución de los mundos hacia la Nada» (id., Parte II, cap. II).

 

189

Un minucioso rastreo del poso nietzscheano que se encuentra en el corpus azoriniano nos lo ofrece Gonzalo Sobejano (1967, pp. 395-419). De todos modos, el propio Sobejano reconoce una época, que coincide con «los años de irradiación de la onda nietzscheana» (p. 397), en la cual la presencia de Nietzsche sería importante y decisiva.

 

190

Seguimos la clasificación que hace Martínez Cachero (1960, p. 56) de la obra de Azorín en cinco fases o etapas: 1.ª) vísperas (escritos anteriores a La voluntad), 2.ª) la saga de Antonio Azorín, 3.ª) el dolorido sentir, 4.ª) la etapa superrealista, 5.ª) la etapa crepuscular.