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131

Nombre que tampoco leo bien en el original.

 

132

Véase la nota 2 .

 

133

Escribe Unamuno en su ensayo «La dignidad humana», publicado en Ciencia Social en 1896: «Es casi incuestionable que la sociedad progresa más que el individuo, que es el ámbito social el que más adelanta, que excede en más nuestra ciencia a la de los griegos que nuestra capacidad mental a la suya. Nacemos en una sociedad que nos suministra medios más perfectos» (Unamuno, 1960, III, pág. 4-18).

 

134

Carta de Unamuno a Jiménez Ilundain, 19.10.1900; cit. por Manuel García Blanco en Unamuno, 1958, II, pág. 20.

 

135

Schopenhauer no dice que la voluntad sea mala; él nunca explica la relación entre la voluntad y el mal directamente, sino que presenta la primera como causante del segundo. Schopenhauer lo formula así: «Esa gran impetuosidad de la voluntad es, por sí misma y de forma inmediata, una fuente permanente de sufrimiento. Primeramente, debido a que todo querer, en cuanto tal, nace de la carencia, esto es, del sufrimiento. (De ahí que, como sabemos por el libro III, el momentáneo silencio de todo querer que se produce en cuanto nosotros, como sujeto del conocer sin voluntad [correlato de la idea], nos hallamos entregados a la contemplación estética, sea una razón principal del gozo en lo estético). En segundo lugar, debido a que, dado el encadenamiento causal de las cosas, la mayoría de los deseos han de quedar insatisfechos, y la voluntad saldrá muchas más veces contrariada que satisfecha. Tal es la razón de que el mucho e impetuoso querer conduzca al mucho sufrir. En efecto, todo sufrir no es ni más ni menos que querer insatisfecho y contrariado» (Schopenhauer, 1960, I, pág. 495).

 

136

Unamuno repite a menudo la frase del Obermann, de Sénancour, «si la nada nos está reservada, hagamos que sea una injusticia».

 

137

«El rasgo fundamental de mi doctrina, lo que la coloca en contraposición con todas las que han existido, es la total separación que establece entre la voluntad y la inteligencia, entidades que han considerado los filósofos, todos mis predecesores, como inseparables y hasta como condicionada la voluntad por el conocimiento, que es para ellos el fondo de nuestro ser espiritual, y cual una mera función, por lo tanto, la voluntad del conocimiento» (Schopenhauer, 1970, pág. 62).

 

138

La voluntad schopenhaueriana, en cuanto en sí, carece de motivación, o mejor dicho, no está sometida al principio de razón suficiente. La voluntad, en la medida en que se expresa en el cuerpo, en cuanto tiene una manifestación sensible (representación), sí está sometida a dicho principio a través del motivo. Véase a este respecto Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, libro II, § 20.

 

139

Dejemos ahora de lado el que sea discutible la coherencia de toda la metafísica de Schopenhauer, ya que, partiendo de las propuestas de Kant, que subraya la imposibilidad de conocer el en sí, afirma que el en sí es la voluntad.

 

140

Véase a este respecto el capítulo XXXVIII de El mundo como voluntad y representación.