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91

El de Moratín, que encabeza la ed. del texto del Auto por la Imprenta Real, M., 1811 (véase n. 7). Transcribo el texto según las normas actuales. El prólogo empieza en la p. 3; en el medio de la p. 2 está el siguiente epígrafe:


Hoc fonte derivata clades
In patriam populumque fluxit


Horat. lib. III.                


Se trata, como es sabido, del libro tercero de las Odas. (N. del A.)

 

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Las intromisiones estéticas en general constituyen un fenómeno de expresión artística sin el cual nunca se hallará justa respuesta a los procesos de conjunción, disyunción o ruptura del arte -en nuestro caso la poesía- según queda establecido en el devenir de los movimientos literarios, plásticos, musicales, etc., particularmente en lo que atañe al decurso de las formaciones culturales revolucionarias anticlásicas que se originan con la irrupción del Romanticismo, el Simbolismo y las subsiguientes fases que se corresponden con la Vanguardia histórica. He estudiado el problema de las intromisiones bajo el concepto de heteromorfia haciendo ver, sobre la base de la obra de J. R. Jiménez, los modos de imbricación relevante en que las mismas se resuelven: «Determinación de la heteromorfia Modernismo / Vanguardia», en Universidad y Sociedad, 1 (1981), pp. 107-120. En realidad, mi intento de presentar uno de los posibles paradigmas de análisis es pormenorizadamente desglosable en cuanto aplicación a los distintos niveles de análisis lingüístico en que cabe descomponer el discurso poético. No se ha de olvidar, por otra parte, la extraordinaria extensión, particularmente en lo que se refiere a la estética simbolista (prerrafaelista, modernista, etc.), en que se disponen las formas de superposición estética no heteroformes. Para la importantísima pervivencia de la expresión simbolista, perfectamente traba da como sistema poético tópico, véase el breve pero sugerente estudio de Ann Balakian, El movimiento simbolista, Madrid, Guadarrama, 1969. Respecto del particular caso español de la doble vertiente Modernismo y 98 en lo que tiene que ver con la ruptura de la Vanguardia, puede consultarse el estudio preliminar que antepongo a mi edición Poesía de la Generación del 98, Madrid, Taurus, 1984. Finalmente, en lo que tiene que ver con las superposiciones de tipo vanguardista, en el presente artículo se podrán advertir las atingencias Creacionismo/Surrealismo, en lo que a Larrea se refiere. (N. del A.)

 

93

Cf. «Vicente Huidobro», en el vol. de René de Costa (ed.), Vicente Huidobro y el creacionismo, Madrid, Taurus, 1975, p. 69. (N. del A.)

 

94

Espero ofrecer pronto un detallado estudio histórico-literario y teórico-poético acerca de estos problemas en un volumen titulado La Concepción de la Modernidad en la Poesía española. (N. del A.)

 

95

Cf. Larrea: poesía y transfiguración, Barcelona, Planeta, 1976, pp. 41-42. (N. del A.)

 

96

En su artículo «Cartas de amparo para un poema», en Poesía, 5-6, invierno 1979-1980, pp. 7-15. (N. del A.)

 

97

Ya he tenido oportunidad de analizar el establecimiento de las líneas maestras de la poética y el pensamiento modernos en La poesía en el siglo XIX, Madrid, Playor (LCLE), 1982; y «La construcción del pensamiento crítico-literario moderno», en mi ed. Introducción a la Crítica literaria actual, Madrid, Playor, 1984. (N. del A.)

 

98

Son textos que sin duda cuentan como reflexión en amplio sentido antropológico-filosófica con un raro e importante lugar entre la producción ensayística de lengua española. Cf. P. Aullón de Haro, El ensayo en los siglos XIX y XX, Madrid, Playor (LCLE), 1984. (N. del A.)

 

99

Cf. V. Huidobro, Obras Completas, Santiago de Chile, Edit. Andrés Bello, 1976, t. I, p. 736. (N. del A.)

 

100

Núm. XVII (1924), p. 285. (N. del A.)