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Valladares apoya esta opinión: «Los Franceses han hecho excelentes colecciones de las suyas: pero los Ingleses han excedido a todos en la cultura de estas composiciones; pues parece que la naturaleza se puso en sus plumas de intento, y que por ellas nos habla», pp. 13-14. M. Menéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, I, Madrid, CSIC, 1974, pp. 1166-67, aunque ve lo mucho que Voltaire tomó de Swift y de Prior, y que Richardson influyó en Diderot, opina de otro modo.

 

62

J. Vilar, Literatura y Economía, Madrid, Rev. de Occidente, 1973, donde trata la figura del arbitrista.

 

63

R. Gutiérrez Girardot, «Sobre la crítica y su carencia en las Españas», Quimera, octubre 1982, pp. 12-23.

 

64

J. Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, México, FCE, 1974, pp. 37-69.

 

65

En el libro de Brown puede verse una lista de las novelas traducidas.

 

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Hemos visto también que era un negocio traducir y que el público necesitaba novelas, gusto que «empezó a renacer en España» de cuatro o cinco años acá. Son palabras de Valladares, op. cit., p. 16. Su novela se empezó a editar en 1797.

 

67

Op. cit., p. 4.

 

68

Vid. Anónimo, Viaje de un filósofo a Selenópolis, Madrid, Gómez Fuentenebro y Cía., 1804.

 

69

Op. cit., p. 6.

 

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G. Allegra, La viña y los surcos. Las ideas literarias en España del XVIII al XIX, Sevilla, Universidad, 1980, pp. 13-27.