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Guinard, P-J.: «Sobre el mito de Inglaterra en el teatro español de fines del XVIII: Una adaptación de Valladares de Sotomayor», Anales de Literatura Española, Universidad de Alicante, n.º 3, 1984, pp. 283-304.

 

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El desenlace de la obra francesa se produce de esta manera: Vilson contempla el Támesis al que va a arrojarse, al tiempo que Lord Falkland se pasea por el puente de Westminster consternado por la noticia que acaban de comunicarle: Fanni y su madre han muerto en un naufragio. Se siente culpable de estas muertes y decide también suicidarse. Se encuentra con Vilson, le detiene cuando éste está a punto de tirarse al río y le obliga a contarle la causa de sus males. El noble escocés decide legarle su fortuna. Fanni y los demás personajes llegan al puente en busca del comerciante, y Lord Falkland descubre entonces que Fanni y su madre no han muerto. Vilson podrá pagar sus deudas con el dinero de su suegro y el noble podrá por fin cumplir la palabra de matrimonio dada a Madame Sonbrige.

El desenlace de la obra española es, de hecho, el mismo, pero la manera de producirse es completamente diferente. Cuando Vilson confiesa la razón que le mueve a quitarse la vida al desconocido con quien se cruza en el puente, éste le reprende duramente; inmediatamente después se identifica como Lord Baltton de Escocia, y el fabricante le informa, emocionado, que Madama Sambrig y su hija, a las que creía muertas, están vivas y en su propia casa. Tiene lugar entonces un cambio de decorado. Volvemos a casa del comerciante. Todos creen ya muerto a Vilson, quien, ante la sorpresa general, aparece acompañado de Lord Baltton. Se produce entonces la clásica escena de reconocimiento entre el noble escocés y Madama Sambrig. Pero Valladares añade una escena más, de la que hablaremos más adelante.

 

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Op. cit., pp. 297-300.

 

214

Sobre el significativo cambio de nombre de este personaje, cf. Guinard: op. cit., p. 299.

 

215

Las palabras entre paréntesis se encuentran en el original francés.

 

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De hecho, su nombre de pila sólo aparece en el «Dramatis Personae»: durante toda la obra, los demás personajes se refieren a él como «Ministre». No hará falta aclarar que los personajes de la obra francesa profesan la religión protestante. El enlace de Vilson y Fanni se celebra en un temple, Juliette recibe la felicitación del Ministre por haber aprendido un capítulo entero de la Biblia, y Henri es alentado a imitar a su hermana para llegar a ser un «petit Ministre». Todo ello permanece inalterado en El comerciante; pero en El fabricante de paños toda referencia al protestantismo ha desaparecido. Villianz es, en la versión de Valladares, el padrino de boda.

 

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Por problemas de reparto, sugiere Guinard, op. cit., p. 300.

 

218

Véase, por ejemplo, el importante papel que juegan en Misantropía y arrepentimiento o Las víctimas del amor, Ana y Sindham.

 

219

Op. cit., p. 249. Sobre la denominación de los trabajos manuales en la España de finales del XVIII, véase el interesante artículo del propio Guinard: «Remarques sur la dénomination des travailleurs manuels dans le Discurso sobre el fomento de la industria popular et le Discurso sobre la educación popular de Campomanes», París, Ibérica, IV, 1983, pp. 154-175.

Es interesante destacar que el registro de El comerciante en este campo semántico es mucho más reducido que el empleado por Fenouillot de Falbaire y Valladares. El primero utiliza los términos «fabricant», «négociant», «ouvriers», «atelier», «magasin», «boutique» y «manufacture», . En El fabricante de paños aparecen «fabricante», «comerciante», «mercader», «oficiales», «telares», «tienda» y «almacén». Por fin, en El comerciante inglés encontramos «comerciante», «trabajadores» (una sola vez «fabricantes»), «oficina» y «tienda».

 

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León XIII recalcó en varias encíclicas la necesidad de fomentar el periodismo católico y de «contraponer escrito a escrito, a fin de que el mismo medio que tanto puede para la ruina se trueque en salvación y beneficio de los mortales». Encíclica del 15 de febrero de 1882 al Episcopado italiano.