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León: «El duelo es un absurdo que se acepta; un asesinato fiado al acaso y a la destreza, que a veces se nos impone con invencible fuerza» (III, 115). Manso deplora que Peña, educado por él «en el aborrecimiento de la barbarie humana, incurriera en la estúpida flaqueza de desafiarse» (159). Y sigue: «La idolatría del punto de honra me parece tan absurdo hoy, como si a mis contemporáneos les diera de repente la humorada de restablecer los sacrificios humanos [...] Pero tal es la fuerza del medio social, que yo, con todo el rigor y pureza intolerante de mis ideas, no me habría atrevido a alejar a Peña del bárbaro terreno ni sugerirle la idea de faltar al emplazamiento» (161).

 

42

Lo que para Sanz es ordenar la vida «según una voluntad constante y racional»; es decir, moralmente (El ideal de la humanidad para la vida, 1871, p. 191).

 

43

Galdós mismo reacciona contra la aplicación de este adjetivo a su novela Gloria. Así lo declara Pereda en carta a don Benito: «No me desagrada que proteste V. contra el adjetivo volteriano; sin embargo, hoy lo merece V. [...]» (op. cit., p. 51).

 

44

V. supra p. 2. Cf. también Federico Carlos Sainz de Robles en su prólogo a la edición Crisol de La familia de León Roch: «En una época de masones de chascarrillo, de liberalotes furibundos, de volterianismos estudiados, León Roch es ateo. Esto es: hombre que niega la existencia de Dios» (Madrid, 1960, p. 13). Al ateo opone el «antiteo» [sic], que es el que «intenta luchar con Dios y que [...] cree en él» (14). Apoya esta definición en la opinión personalísima de que al ateo no le importaría fingir que practica la religión, y al antiteo, sí. De esto deduce que León, si quisiera a María, podría fingir una religiosidad que no siente, lo cual revela una ignorancia total de la moralidad de Roch. Con este razonamiento es claro que el ateísmo de León no debiera perturbar a un alma religiosa como la de María, puesto que no es combativo.

 

45

Parecería estar oyendo, y cumpliendo, las terminantes palabras de Sanz del Río: «La voz del deber es absoluta [...]» pronunciadas en la Universidad Central al inaugurarse la sesión de 1857-58 (op. cit., 330).

 

46

Cf. López-Morillas, El krausismo..., pp. 56-57.

 

47

En la mayor riqueza de la creación de personajes y, particularmente, en el desenlace, se distingue esta novela de Doña Perfecta, donde todo es tajante y contundente. La nueva dimensión que agregan los tonos grises y los valores relativos contribuye a la superioridad de La familia de León Roch sobre las novelas anteriores. El desarrollo de estas cualidades irá marcando la feliz madurez -hasta llegar a Fortunata y Jacinta- de Galdós artista.

 

48

Cf. Casalduero: «[...] la imaginación pasa de ser un signo negativo en el primer período a serlo positivo en el último» («El desarrollo de la obra de Galdós», HR, X, 1942, núm. 3, p. 249).

 

49

Dos años después de publicar La desheredada, en El doctor Centeno, Galdós mismo expresa este pensamiento al referirse a un personaje: [...] los sentimientos caritativos no están excluídos en absoluto de ningún ser humano [...]». Ante la generosidad de doña Cirila, comenta el autor: «Véase por dónde no hay maldad completa, ni seres homogéneos y redondeados como piezas que acaban de salir de manos del tornero» (Madrid, 4ª edición, 1888, t. II, p. 205; en adelante se citará por esta edición).

 

50

Las citas de La desheredada son de la Iª edición, Madrid, 1881.

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