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Piensa Salvador de Madariaga que en el siglo XIX «España alcanzó al fin plena conciencia de su ser» debido a «su calvario de guerras civiles» (Semblanzas literarias, Barcelona, 1924, p. 71). Pero si la vida intelectual y la literatura del siglo XIX en España constituyen un barómetro más o menos fiel del modo de pensar ante ese «calvario» y otras circunstancias, es difícil señalar evidencias de una «plena conciencia» salvo en unos cuantos hombres. Es más, una de las contribuciones mayores de Galdós es la de haber expuesto con abundantes y detallados ejemplos la falta de conciencia histórica entre la gran mayoría de los personajes que crea. Fuera de la obra de Galdós y la labor crítica de Larra, Menández Pelayo, Giner de los Ríos y unos pocos más, «la plena conciencia» de que habla Madariaga no llega a formularse hasta el momento de las primeras obras de la Generación de 1898. Pereda, Alarcón, Tamayo y Baus, Echegaray, Valera, y Campoamor se sentían intelectualmente «cómodos» pero no llegaron como Galdós a la preocupación y análisis profundos.

 

82

Obras completas, Aguilar (Madrid, 1961), V, p. 908. En adelante me referiré a esta edición con la sigla OC, número de volumen, y número de página.

 

83

Friedrich Nietzsche, The Genealogy of Morals (tr. Horace B. Samuel), The Modem Library, N. Y., s.f., p. 26.

 

84

Torquemada en el purgatorio (OC, V, 1083). La cronología de Torquemada es problemática, como demuestra Robert Ricard en «L'Usurier Torquemada: Histoire et vicissitudes d'un personnage» Aspects de Galdós (París, 1963), pp. 83-85. Pero la única inconsistencia de Galdós es la de haber mencionado el año de 1851 -y eso en Fortunata y Jacinta (OC, V, 196)- como la época en que Torquemada comenzó sus negocios con dinero heredado por su mujer. Todas las demás fechas citadas forman un conjunto lógico. Ricard, por desgracia, se basa en la de 1851 y se niega a utilizar la evidencia en Torquemada en la cruz. De este libro dice que «nous savons seulement que les évenéments sont postérieurs à 1885» (p. 83), a pesar de que Cruz dice (OC, V, 945) que Rafael había perdido la vista seis años antes, y de que Galdós dice (OC, V, 949) que eso sucedió en 1883. Luego la época de Torquemada en la cruz queda claramente establecida: 1889. Y Torquemada, el 21 de septiembre de 1889, cumple 56 años de edad (OC, V, 966). Posiblemente Galdós haya querido decir que Torquemada ya estaba casado con Doña Silvia en 1861 y no en en 1851. De ese modo habría tenido 28 años para entonces, y habría tardado siete años en vez de 17 en conseguir «dos casas en Madrid». Atengámonos a lo verosímil.

 

85

Vida y obra de Galdós (Buenos Aires, 1943), p. 111.

 

86

OC, V, 1159. Los subrayados son míos. «San Pedro» en su primera aparición y el episodio de la capa se encuentran en el capítulo VI de Torquemada en la hoguera (OC, V, 921-22).

 

87

«[...] la única imagen que en la casa del prestamista representaba a la Divinidad era el retrato de Valentinito» (OC, V, 953).

 

88

Torquemada en la hoguera, Instituto de las Españas (N. Y., 1932), p. xliv.

 

89

Importa distinguir entre el Torquemada-prestamista primitivo, y el Torquemada-magnate civilizado. No es que deje nunca de ser avaro y grosero, sino que el Torquemada de los últimos tres libros va adquiriendo cierto tono de «hombre de mundo» y hasta de científico, guiado e influido por Donoso, Cruz, José Serrano Morentín, y el pedante y adulador, Zárate.

 

90

«Don José era de los que con cuatro ideas y pocas más palabras se las componen para aparentar que saben lo que ignoran y deslumbrar a los ignorantes sin malicia» (OC, V, 913).

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