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Op. cit., p. 10.

 

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Esto sería una prueba de la precipitación con que fue escrita la novela. Otros serían el lapsus cronológico que N. G. Round ha encontrado, «Time and Torquemada: Three Notes on Galdosian Chronology», A.G., 1971, pp. 79-97, y la excesiva extensión del episodio que pone en relación a Torquemada con Isadora. Sin embargo este episodio no deja de ser significativo a nuestro entender. Véase a estos efectos la interpretación que damos a la conducta de Isadora en «Acerca de La desheredada de B. P. G.», Actas del 1er Congreso internacional de estudios galdosianos, Madrid, 1977, pp. 414-8.

 

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O.C., V, Madrid, 1950, p. 914. A partir de ahora cada cita irá seguida del número de la página indicado entre paréntesis.

 

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B. S. Zeidner Bäumal, «The Mundane Demon: The bourgeois grotesque in Galdós' Torquemada en la hoguera», Symposium, 24, 1970, pp. 158-65.

 

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A mi juicio el tratamiento grotesco de Torquemada y Bailón tiene por base la clara perspectiva cristiana que se adopta en la novela, se ponen en la picota unas pretensiones modernas que desde dicha perspectiva no podían parecer sino ridícula y necias.

 

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Uno de los escritores más representativos de esta tendencia es L. Feuerbach, «in his The Essence of Christianity and his Lectures on the Essence of Religion, he subjects the body of views associated with Christianity to 'anthropological' reduction. He is particularly concerned to establish that the conception of the nature of God is 'nothing other than' a conception of the essential nature of man, which has been mistakenly applied», R. Schacht, Alienation, N. Y., 1970, pp. 75-6. Palau no da traducción al español de las obras de L. Feuerbach, sin embargo los españoles de la época conocían las ideas de su obra principal, La esencia del cristianismo, fuera gracias a las traducciones francesas de 1850 y 1864, fuera por las traducciones inglesas de 1853 y 1881. Las obras de D. F. Strauss, discípulo de Feuerbach, fueron traducidas al español: La antigua y la nueva fe, Valencia, s.a.; Estudios literarios y religiosos, Valencia, s.a., y Nueva vida de Jesús, Valencia, s.a. Estas tres obras se hallaban en la biblioteca privada de Galdós, pero la única que tenía las hojas cortadas era la mencionada en último lugar. También tenía Galdós en su biblioteca las obras del positivista chileno J. E. Lagarrigue, algunas de ellas con títulos tan significativos como éstos: La religión de la Humanidad, Santiago de Chile, 1884; El tránsito a la religión de la Humanidad, Santiago de Chile, 1884. Todos estos últimos datos están tomados de H. C. Berkowitz, La biblioteca de Benito Pérez Galdós, Las Palmas, 1951.

 

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Torquemada expresa el progresismo tecnológico con que sueña en términos de un futurismo utópico propio de la ciencia-ficción: «Como que había de hacer (Valentín) unos ferrocarriles que irían de aquí a Pekín en cinco minutos, y globos para navegar por los aires, y barcos para andar por debajito del agua, y otras cosas nunca vistas ni jamás soñadas» (919).

 

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En diferentes novelas modernas aparece la muerte de un niño. En La peste de A. Camus constituye un pasaje central que sirve para determinar la actitud del protagonista y otros personajes. En El árbol de la ciencia de P. Baroja la muerte del hermanito de Andrés Hurtado influye notablemente en la concepción de la vida que se hace el protagonista. En general este tema, dada la idea de la inocencia del niño, sirve para ilustrar la ausencia de Providencia divina que el autor nota en el mundo. En el caso de Galdós este tema sirve exactamente para todo lo contrario.

 

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Es indudable que la incorporación de un plano alegórico en lo que era esencialmente una novela realista debía presentar problemas graves. Creemos que Galdós los resolvió sólo hasta cierto punto. No obstante, hay que darse cuenta de que el realismo de Galdós le lleva a despojar al mal de sus aderezos románticos para presentarlo como algo «burgués», algo que es cotidiano y familiar para el lector.

 

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Esta frase no es de necesidad de lengua sino de elección del autor. Exactamente el mismo contenido semántico se halla en esta otra frase: «Hago lo que me da la realísima gana».

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