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Adán ofrece a
Eva manzanas podridas.
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Aquel pájaro
al que enseñé a volar
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Cinco días de
silencio.
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Como el azote de un
eterno viento
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Cruzan las
nubes,
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Desasosiego del
signo.
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Desde el
mástil,
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Desplegó una
sábana azul
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Desvelada por el eco
resonante del pozo de la noche,
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Dormido un
ánsar se deslizaba por el río,
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El alba sopla
pétalos de luz.
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El disfraz de la
risa
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El manso regresar de
los rebaños
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El tres entra en la
extraña simetría
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En recuerdo de
Urpalla galanteo tu boca
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Ese manante
cauce
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Ésta es la
hora del deseo ardiente.
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Estrella del ocaso
entre los árboles,
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Hurta al rojo su
ardiente y noble vena
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Investida del rielar
de la luna,
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La flor
carnívora
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La noche guarda el
espectro
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La serpiente era
verde.
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Levanta el
índice, Brancusi,
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Llegarán los
almendros en flor a tu ventana
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Me has
acorralado
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Me
miró
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Mira mi pie que
ondea acercándose a tus labios,
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Miro tus
ojos
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No hay nada de
ficción,
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Nos sentamos a la
mesa del silencio,
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¿Oyes esa
música
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¿Qué
es ser poeta?
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Quiero arrastrar el
claro de luna
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Rúbea rosa
detenida en macla,
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Se arranca el perro
asirio de las sombras
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Sobre el
pétalo leve
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Su boca
blanca
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También bajo
la tierra brota amor,
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Todo es de polvo,
soledad y ausencia.
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Tu
paraíso-corazón,
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Un vendaval
agita
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Una red
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Una vez más
el paisaje fugitivo,