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Archivos de Tarazona, Veruela, Alfaro, Tudela, Calatayud y Borja

Vicente de la Fuente





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La Comisión nombrada por la Real Academia para terminar la interesante publicación de la España Sagrada tuvo el honor de presentarle una memoria acerca de los trabajos necesarios para su terminación. Según el plan presentado por aquélla, restan solamente para la conclusión de la primera parte los tomos correspondientes á las santas iglesias de Barbastro, Huesca, Pamplona, Tarazona y Urgel. Encargado el Sr. Fort de terminar el de Barbastro, que dejó principiado el Sr. Baranda, saldrá ya pronto á luz; el de Huesca, que dejó principiada el Sr. Cueto, se ofreció á concluirlo el Sr. Fernández Guerra: el que suscribe se encargó de escribir el tomo correspondiente á la Santa Iglesia de Tarazona, tanto por ser aquella la diócesis en que nació, como por serle familiares los sucesos de una gran parte de ella. A pesar de eso, sintió desde los primeros pasos la necesidad de visitar algunos de los principales archivos de la diócesis.

El P. Traggia, que á fines del siglo pasado visitó con fruto varios de los archivos de Aragón, no logró penetrar en ninguno de los de Tarazona. Por ese motivo apenas había idea de ellos, y ésta era una razón más para tratar de explorarlos y saber qué documentos útiles para la historia encerraban en sus senos.

Por desgracia los resultados no corresponden á lo que se esperaba de tan antigua iglesia, pues habiendo sido quemados sus archivos por D. Pedro el Cruel de Castilla durante la defensa que hizo aquella ciudad contra su ejército, han perecido todos los documentos antiguos, quedando solamente algunas copias recopiladas en el libro chantre y en su mayor parte divulgadas y conocidas.

El archivo de la Mitra es pobrísimo.

El del Cabildo tampoco ofrece apenas cosa notable. No se halla ningún códice antiguo, ni actas de concilios, ni aun las   —210→   constituciones sinodales. Solamente se hallan las constituciones y concordias con los obispos Calvillo, Bardaxí y algunos otros posteriores.

En cambio, es muy rica, aunque descuidad, la biblioteca del Cabildo, que tiene una porción de libros litúrgicos muy curiosos, varios códices del siglo XIV en vitelas, de los regalados por el Cardenal Calvillo, música de los buenos compositores de fines del siglo XVI, y una cantidad de obras incunables y ediciones en letra de Tortis.

Con noticia que se adquirió en Tarazona de haber aún en el monasterio de Veruela una porción de documentos de su archivo, los cuales no habían recogido las oficinas de amortización, pareció conveniente pasar á reconocerlos, como lo verificó el comisionado en compañía del Sr. Canónigo D. José María Purroy, Presidente de la junta nombrada para la conservación del edificio que fué monasterio de Veruela. Para las resoluciones que hayan de adoptarse por la Real Academia en esta materia, convendrá hacer algunas advertencias.

Enajenada y medio derruída una gran parte de aquel tan célebre como bello edificio (que se decía ser el primero de la orden de San Bernardo en España), se pensó en restaurarlo. Al efecto, se nombró una Comisión compuesta de prebendados y personas de probidad y arraigo de Tarazona y Borja por estar el monasterio situado en los confines de ambas poblaciones. Con infatigable celo y generosos esfuerzos procedió la Comisión á reparar los claustros, cubrir los techos y habilitar la iglesia, arbitrando recursos, excitando la caridad de los pueblos comarcanos y fomentando la devoción á la Virgen de Veruela, aparecida á D. Pedro de Atarés en aquel sitio. Con esto y con los desembolsos no pequeños de los individuos de la junta, y en especial de su Presidente el Sr. Purroy, no solamente se devolvió la iglesia al culto, sino que se hicieron allí varias habitaciones cómodas donde suelen pasar el verano desahogada y económicamente varias familias del país y de Zaragoza. El Duque de Villahermosa sostiene allí á sus expensas un capellán que dice misa diariamente y cuida de la iglesia.

En el local donde estuvo la biblioteca hay todavía seis cajones   —211→   llenos de pergaminos y papeles, y aunque poco interesantes en su mayor parte, es indudable que convendría recogerlos, y que la Academia tiene derecho á ellos por la Real orden de 18 de Agosto de 1850.

Entre los varios libros que hay en aquellos seis cajones, llamó mi atención más especialmente una copia del expediente de divorcio seguido en Zaragoza, año 1521, entre Doña Catalina de Aragón y Enrique VIII de Inglaterra, siendo jueces delegados de la Santa Sede el Prior del Santo sepulcro de Calatayud y el Abad de Veruela. El hallazgo de este precioso documento, que creo inédito y casi desconocido, es por sí solo del mayor interés, y por tanto, interesa sobremanera que venga á nuestro archivo, donde sea estudiado y conservado.

No hablaré de otros documentos importantes que se copiaron allí y constan en los dos tomos, uno de apuntaciones y otro de documentos, que se han formado con destino al gabinete de la España Sagrada; contentándome con citar el nombramiento y privilegio que tenían los Abades de Veruela de ser Capellanes de las Reinas de Aragón, título que usaron hasta la época de su extinción.

En la misma biblioteca se halla abandonada la adarga del célebre D. Lope de Luna, el vencedor de la Unión en los campos de Epila: es de madera y cubierta de un cuero tosco, pero muy duro; aunque hendida por medio y muy deteriorada, todavía se echa de ver en ella la divisa de la media luna, dorada y negra.

De Tarazona y Veruela pasó el comisionado á Tudela, no sin haber visitado antes el monasterio de monjas cistercienses de Tulebras, y el convento de agustinos descalzos de Monteagudo, uno de los tres que fueron exceptuados de la extinción verificada el año 1837.

En el monasterio de Tulebras pude ver un magnífico báculo, regalado por D. Pedro Luna á una hermana suya abadesa de monasterio ya suprimido. Espero poder presentar á la Real Academia, un dibujo de dicho báculo, que accidentalmente se hallaba en el citado monasterio de Tulebras.

En el rico Archivo de la Catedral de Tudela se han copiado 27 documentos curiosos o importantes, entre ellos el fuero de   —212→   población, aunque bien conocido, por si acaso hubiera en el del Archivo de la Catedral alguna variante que pudiera utilizar la Comisión de Cortes y Fueros. Facilitó esta operación el hallarse aquellos documentos trasumptados en ocho tomos en folio llamados los libros doctorales por haberlos copiado en ellos con mucha exactitud un Canónigo Doctoral de aquella Iglesia llamado el Sr. Conejares, sujeto muy erudito.

Esta circunstancia permitió al comisionado abreviar su estancia en Tudela, pues confiando á un buen escribiente la copia de los documentos escogidos, después de confrontar algunos de ellos y tomar de otros copiosos apuntes, pudo pasar á la ciudad de Alfaro.

El Archivo de aquella Colegiata se halla todavía intervenido por las oficinas de Hacienda pública, lo cual dificulta su registro, siendo preciso reunir llaves que están en diferentes manos y proceder con la cortedad y miramientos consiguientes á la suspicacia que produce semejante intervención. Por ese motivo no se copió ningún documento y fué preciso contentarse con los apuntes que se pudieron tomar. Aun así hallóse un ejemplar (por desgracia mutilado) de las sinodales de Tarazona, que en vano se buscan en los archivos de aquella iglesia. En el Archivo municipal se halló, entre otros varios documentos curiosos y privilegios rodados, un ejemplar del ordenamiento de las Cortes de Valladolid en 1293.

La expedición á la ciudad de Alfaro tenía además por objeto estudiar sobre el terreno la cuestión de límites entre Tarazona y Calahorra, que confundió el P. Argaiz en ver de resolverla, y que después aún se embrolló más en las acaloradas disputas acerca de San Millán, llegando hasta el punto de extender el obispado de Tarazona á las inmediaciones de Haro, á trueque de que aquel santo fuera natural de Berceo y súbdito á la vez del Obispo Dídimo de Tarazona.

El reconocimiento de las inmediaciones de Alfaro fué coronado de un éxito feliz, apareciendo que el límite natural entre Tarazona y Calahorra es el monte Yerga que se designa con el nombre de Altomonte en la llamada división de Wamba, y á cuyas faldas está el célebre monasterio de Fitero. Este mismo nombre,   —213→   que indica límite ó hito, y la circunstancia de ser aquel monte alto y aislado como un mojón, vienen á robustecer este dictamen.

No fueron tan felices en resultados las expediciones á las iglesias de Agreda y Cascante, pues según las noticias suministradas por los respectivos Curas, nada hay en ellos, habiendo sido saqueados y habiendo ocupado sus papeles las oficinas de Hacienda.

Lo mismo se me dijo también con respecto al de la Colegiata de Borja, que padeció mucho en el saqueo de aquella población por los partidarios del Archiduque, y después durante la guerra de la Independencia. Pero en cambio se visitó el archivo municipal, que contiene varios privilegios y documentos muy curiosos, entre ellos el Breve del Papa Alejandro VI, declarando patrimoniales los beneficios de aquella iglesia colegial, y otros varios indultos y honores con que la favoreció.

Al mismo tiempo se me indicó que existían allí varios legajos de papeles árabes, que no fueron hallados mientras allí estuve. De un libro de apuntaciones de aquel Corregimiento copié algunas noticias acerca de la expulsión de los moriscos de aquel territorio, y quizá aquellos papeles pudieron ser de los que entonces se les ocuparon. Ofrecióseme copia del fuero de población de D. Alfonso el Batallador y del repartimiento hecho por el Conde de Foix, documentos que podrían convenir á la Comisión de Cortes y Fueros.

Finalmente, en el Archivo de Santa María de Calatayud se copiaron ocho documentos importantes y se tomaron numerosos apuntes, especialmente acerca de los libros litúrgicos que aún se conservan allí. Además un particular cedió, con calidad de devolución, varios pergaminos antiguos que la Academia podrá mandar copiar si lo tiene por conveniente.

Por lo que hace á la Iglesia Colegial del Santo Sepulcro, también suprimida por el Concordato, como la otra de Santa María, se adquirió un sumario impreso de sus privilegios que figura en el tomo de documentos. Los numerosos datos que el comisionado posee acerca de aquella célebre iglesia exenta, hicieron además innecesaria la visita de su archivo, que por otra parte se halla todavía intervenido por la Hacienda.

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Los resultados de esta expedición han sido la visita de ocho archivos, á saber: los dos eclesiásticos de Tarazona, los de Veruela, Alfaro, Tudela y Calatayud, y los municipales de Alfaro y Borja.

El descubrimiento de los restos del archivo de Veruela, del pavés de D. Lope de luna y del báculo de D. Pedro de Luna.

De un ejemplar del Fuero Real en papel cebtí en la biblioteca del Cabildo de Tarazona, y un Ordenamiento de las Cortes de Valladolid en 1293 en el archivo municipal de Alfaro.

El reconocimiento de veinte breviarios, misales litúrgicos, algunos de ellos muy antiguos y curiosos.

La noticia del fuero de población de Borja y del repartimiento de su territorio, juntamente con la de unos manuscritos que allí creen arábigos.

La fijación de la topografía de Altomonte para la cuestión de límites del Obispado de Tarazona.

Finalmente la formación de dos tomos para la biblioteca de la España Sagrada, uno en 4.º con apuntaciones y copias, y otro en folio de documentos manuscritos é impresos, relativos ambos á las iglesias y archivos visitados.

El comisionado que suscribe tiene el honor de proponer á la Real Academia de la Historia lo siguiente:

1.º Que se reclamen á la Junta conservadora del Monasterio de Veruela los documentos del archivo que aún existen allí, ofreciendo el abono de todos los gastos que se originen en la traslación.

2.º Que se pida á la misma Junta la adarga de D. Lope de Luna, ofreciendo al mismo tiempo la recomendación de la Academia al Gobierno de S. M. para la conservación de aquel interesante Monasterio.

3.º Que se pidan al Ayuntamiento de Borja con carácter de devolución el fuero de población y el repartimiento hecho por el Conde de Foix, juntamente con los papeles que se creen arábigos, con objeto de reconocerlos y copiarlos si convienen.

4.º Que se copien con destino al tomo de documentos los contenidos en los adjuntos pergaminos, que han siglo cedidos confidencialmente al que suscribe, y poder devolvérselos á su dueño.

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5.º Que la Real Academia tenga á bien aceptar los dos tomos adjuntos á esta memoria, uno en 4.º con apuntaciones y copias de documentos, y otro en folio de documentos manuscritos é impresos, y tenga á bien destinarlos á la biblioteca de la España Sagrada, si los cree dignos de este honor.

La Academia, sin embargo, dispondrá, como siempre, lo más conveniente y acertado.





Madrid, 26 de Septiembre de 1862.



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