Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
ArribaAbajo

Arte de las putas

Poema

Nicolás Fernández de Moratín

ArribaAbajo

- I -

                                                     
HERMOSA Venus que el amor presides,
y sus deleites y contentos mides,
dando a tus hijos con abiertas manos
en este mundo bienes soberanos:
pues ves lo justo de mi noble intento 5
déle a mi canto tu favor aliento,
para que sepa el orbe con cuál arte
las gentes deberán solicitarte,
cuando entiendan que enseña la voz mía
tan gran ciencia como es la putería. 10
Y tú, Dorisa, que mi amor constante
te dignaste escuchar, tal vez amante,
atiende ahora en versos atrevidos
cómo instruyo a los jóvenes perdidos,
y escucha las lecciones muy galanas 15
que doy a las famosas cortesanas.
Mas ya advertido mi temor predice
que al escuchar propuestas semejantes
tu modesto candor se escandalice;
pues no, Dorisa bella, no te espantes 20
que no es como en el título parece,
en la sustancia esta obra abominable.
Por mí la serie de los tiempos hable;
pues siguieron las mismas opiniones
todos los siglos, todas las naciones, 25
y hallarán en el mundo practicados
mis dogmas por las gentes más ilustres
de entrambos sexos; no permita el hado
que la obscena maldad ninguno aprenda
siendo yo su maestro; el que aún no entienda 30
del rígido apetito, no me lea
a no ser que advertencias pretendiese
del mal para evitarlo, pues cogido
puede un incauto ser muy fácilmente,
del contrario que no es bien conocido. 35
Así como se informan los pedantes
de Galego y de Lárraga, estudiantes
del homicidio, estupro y adulterio,
de plétora, aneurisma y esquinencia
para ahuyentarlo, como dicen ellos, 40
con rosario y con pócimas amargas,
yo no pretendo con arengas largas
disuadir el amor puro y constante
de solo a solo, ni romper deseo
la coyunda que enlaza el Himeneo. 45
Sufra el cuello magnánimo y robusto
su yugo tan pesado como justo,
y evitará el horror de mis lecciones;
mas ¡qué de estorbos, oh Fortuna, pones
para lograrlo! El áspero dinero 50
le falta al uno, al otro la licencia
del superior o el padre muy severo.
¿Quién bastará a adornar de resistencia
para que el otro sufra eternamente
a una mujer fantástica, insolente, 55
que fiada en el lazo indisoluble
tiranamente usurpa el despotismo
del hombre, su prudencia despreciando?
¡De cuántos infortunios libertada
fuera la humanidad si este contrato 60
lo anularan violadas condiciones!
Aunque no permitido, practicado
vicio que aun hoy ya no es disimulado;
¡cuántos suspiros, cuántas aflicciones
ocultas se acallaran si el recelo 65
turbara las seguras posesiones!
Diera yo entonces inútiles lecciones;
mas pues el mundo sigue este sistema,
no hay alguna razón para que tema
el mío establecer. Sin duda alguna 70
fuera mejor que el mundo me creyese
y su amor cada cual diese a la amada
para siempre en coyunda muy sagrada,
o en castidad purísima viviese.
¡Castidad! gran virtud que el cielo adora, 75
virtud de toda especie destructora,
y si los brutos y aves la observaran
comiéramos de viernes todo el año:
pero, ¿por qué abrazar el Himeneo?
Muchos en los demás escarmentados 80
le aborrecen tenaces, pues templados
no son los hombres, ni templarse pueden
si no quebrantan la naturaleza
con muy duro y con áspero castigo,
que es inhumanidad si no es fiereza, 85
de la ley natural dogma enemigo
y no puede haber hombre si es humano
que lo deje de ser. Con modos feos
y horrendos, sacia el uno con vil mano
el brutal apetito a sus deseos; 90
no es falso por no público este crimen,
ningunos aunque callan de él se eximen.
Otro incauto en nocturna complacencia
sin que al sueño hacer pueda resistencia
despierta humedecido, la blancura 95
de la ropa interior contaminada,
sin propio vaso, en fin, desperdiciada
la sustancia vital capaz de vida:
y no siendo posible que se impida
lo que la naturaleza a voces clama 100
ya justa o injustamente, inevitable
es de amor apagar la ardiente llama.
Tanto cristiano Demóstenes hablaba
fulminando del púlpito amenazas
al lascivo; mas ¿qué han adelantado? 105
El mundo aún hoy se está como se estaba;
prueba es que sus razones no han bastado.
Pues, ¿qué delito mi inocente Musa
comete, cuando a un mal inevitable
no pudiendo extinguirle, le modera 110
la malicia fatal? Ya que haya mal,
el modo por lo menos bueno sea
y hágase bien el mal. Si yo evitara
tanto dispendio en jóvenes perdidos,
¡qué felices mis versos contemplara! 115
¡cuántos enajenados, mal vendidos,
cuantiosos patrimonios mendigando
se miran por las putas insaciables!
Si fuera la dulzura de mi canto
capaz de impresionar el horroroso 120
gálico inmundo y su extinción lograse,
ésta sí fuera de mi canto hazaña.
La primer flota que nos trajo a España
Colón desde las Indias, a quien dieron
en Nápoles su nombre los franceses, 125
si a lo menos ¡oh Musa! consiguieses
evitar los escándalos!... Si acaso
facilitando hacia el burdel el paso
cerraras las alcobas conyugales
y las castas purezas virginales 130
aseguraras, ¡qué feliz serías!
Hubiera quien mis dulces poesías
notara de impiedad viendo que en ellas
se asegura el honor de las doncellas.
Si moderan los gastos excesivos 135
que pierden a los jóvenes lascivos,
y el contagio venéreo se destierra
de las ardientes ingles y, seguros
los tálamos nupciales, los futuros
frutos de bendición esperan ciertos; 140
y el infame adulterio aniquilado
llega en España a ser desconocido,
y el escándalo siempre aborrecido
del cielo, no da ya en los ojos castos
pésimo ejemplo, el daño menor debe 145
sufrirse por obviar mayores daños.
Así el profano Coliseo, el fuerte
circo para lidiar los bravos toros
por sólo entretener tantos ociosos,
con mil casas de juego se consienten. 150
Las leyes, la política indulgente
a los concubinarios dio licencia
por salvar al consorte el nupcial lecho.
Ciudades cultas dan con alto techo
al público burdel magnificencia 155
y las vírgenes castas y matronas
con no invadido honor cruzan las calles,
y así ¡oh! cualquiera que el perderte abona,
la sacra inmensidad de la nobleza
no profanes sacrílego, atrevido, 160
vuelve a mi verso el lujurioso oído,
que en él se encuentra el lupanar inmundo
que por escrito a tu lascivia fundo.
Y no pienses que invento estas maldades:
de ti son aprendidas; no que lo hagas 165
te mando, sino escribo lo que haces
y acaso encontrará la incontinencia
de ambos sexos remedio al informarse
de la astucia, del dolo y la impudencia
que recíprocamente en engañarse 170
practican unos y otros, y es posible
que así fuese la enmienda conseguible,
y todos conociéndose se teman
y se aborrezcan y se enmiende el mundo:
mas ya tocado de un pesar profundo 175
mi crédito en balanzas considero;
me juzgas un perdido putañero
pues del arte y las putas doy noticia.
La consideración ni la justicia
no engendra tal concepto, es hijo espúreo 180
del satírico humor de tu malicia;
ni el escrito indicio de la mente,
con modesta conducta y recta vida,
mí Musa es juguetona y divertida;
Virgilio, así, y Homero el excelente 185
hubieran sido atroces y guerreros
las armas y las cóleras cantando;
ni el nombrar son indicios verdaderos
del tratar la persona. De Alejandro,
Curcio, su historiador no vio el semblante; 190
no es maravilla que mi Musa cante
un arte al parecer de los peores:
maldades se han escrito bien mayores
de todos aplaudidas. Uno escribe
en el arte espantoso de la guerra 195
preceptos de asolar toda la tierra,
pernicioso y horrible a los humanos,
otro pretende habilitar las manos
en fundir el metal de los cañones
para derribar hombres a millones 200
y alcázares que el tiempo no lo haría
al trueno de la horrenda artillería.
El arte de verter la sangre humana
con la espada fatal es aprendido
de Príncipes y grandes, y es leído 205
el libro de políticas aleves
para oprimir la libertad del pueblo
sin que él lo advierta. Son mucho más leves
mis delitos: no incito asolamientos,
destrucciones ni muertes horrorosas: 210
sólo facilitar las deleitosas
complacencias de amor inexcusables
por modos a ninguno imaginables
solicito, y del arte meretricio
pretendo por mi astucia y mi desvelo 215
ser nuevo Tiphis y otro Maquiavelo.
Y no defenderé que bueno sea,
mas sólo sé que los insignes hombres
que fueron inclinados lo siguieron
y los que fueron fríos no lo hicieron; 220
y no es virtud dejar lo que no gusta.
Unos van al Peñón, otros se dejan
llevar hasta Manila desterrados:
los brutos quieren ser despedazados
primero que ceder este derecho. 225
La malicia y la envidia sólo han hecho
este vicio el mayor de las maldades,
mas ¡cuánto son peor las falsedades,
hurtos, ingratitud y tiranía!;
y esto se pasa y aun se aplaude hoy día. 230
Por ceremonia sólo no nombrarnos
lo que hacemos: verás una casada
que primero dirá mil impiedades
que aquello que hace más y más le agrada;
y piensa injusta una mujer honrada 235
que con ser fría, lícito le es todo;
y no piensan los hombres de otro modo;
pues muchos hallarás que sin empacho
se alaban de matar (acción horrible)
y no osarán decir que han engendrado. 240
Una sola manera se ha encontrado
de hacer los hombres; mas de deshacerlos
¡cuántas industrias inventó la muerte!
Y el instrumento que los mata fuerte
va por gala y blasón pendiente al lado 245
y el que los hace, oculto y deshonrado;
y los hombres inicuos dan laureles
al que mata a un millón de sus hermanos
y deshonran al que ama a las mujeres.
¡Cuánto es mejor, o cuánto menos malo, 250
que el grande Motezuma a tres mil de ellas,
en hamacas gozó sus miembros bellos
que no el fiero Escanderbek matase
con su alfanje espantoso tres mil de ellos!
¡Ojalá que los hombres no forniquen, 255
si esto es posible, mas si no hay remedio,
ojalá que los vicios se limiten
a éste sólo; perezcan los traidores
alevosos, sin ley, y usurpadores
y se verá si pierde o gana el mundo! 260
Mas el principio en que mi arte fundo
¿quién dirá que destruye lo que enseña?
Oíd. A la mujer más pedigüeña
enseño a no pagar el vil trabajo.
Si esta lección tomara todo majo, 265
obra de caridad sin duda fuera,
pues cada cual con tanto chasco viera
que no da utilidad el putaísmo,
si no el hambre, lacerias y el abismo.
Si hay algún medio de extinguir las putas 270
es sólo no pagarlas: mil oficios
y fábricas insignes se perdieron
luego que su labor sin premio vieron.
Pero si ven que con abrir las piernas
se abren las duras bolsas y hacen tiernas, 275
¿qué han de hacer sino alzar los guardapieses
para coger el oro que no caiga
al suelo, y vergonzosas o corteses
procurarse tapar con la camisa
la cara como algunos santos frailes? 280
Las hazañas del fiero Masinisa,
¿qué son más que delitos execrables?
César, Mario y Eneas endiosado,
¿qué fueron sino ilustres malhechores?
y esto les mereció versos y loores 285
que los dioses (si es dable) han envidiado.
¿A quién mayores daños ha causado
el Macedón terrible? ¿A la Roxana
cuando en el lecho oriental la acariciaba
y a la Reina Talistres que buscando 290
le vino para holgarse trece noches,
o a Darío, a quien del reino despojado
causó la muerte, y de otros mil millones,
y al corpulento Poro, que, arrogante,
cayó desde su altísimo elefante, 295
sin fuerzas y sin reino y sin blasones
y sin ver más la luz de las estrellas?
Respondan ellos y respondan ellas.
La inconsideración llama borrones
de su historia el querer a las mujeres, 300
y grandeza matar millares de hombres,
y el furioso Don Pedro de Castilla,
fue cruel por matar a Don Fadrique,
mas no por empreñar a la Padilla.
Pero si alguno hubiese que replique 305
que más valiera ser mi lengua muda,
que para darla azotes muy crueles
no es bien que muestre a Venus tan desnuda,
sepa no escribo yo contra las leyes.
Si esto se mira con intención buena, 310
en las Cortes de Soria nuestros reyes
con mantillas de grana distinguieron
a las putas, y así las permitieron.
Todas las cosas las perversas almas
corrompen siempre: quítense las fiestas 315
de toros, las devotas romerías
y los teatros; ¿qué hay en las comedias
sino disolución? Artes que avisan
con blandas y alevosas discreciones
el modo de engañar los corazones. 320
¡Oh! ¡cuántas honras destruyó la Puerta
del Sol!, ¡cuántos escándalos se lloran
en la profanación de la iglesias!
¿quién quitar puede todas estas cosas?
Ni es maravilla que mi verso advierta 325
los riesgos cual los marca el navegante
porque los huya quien está ignorante,
ni el vuelo extrañará de fantasía
licenciosa tal vez, el que no ignore
lo que es la burla, invención y poesía. 330
Y el que por mal camino mi arte tome
culpa es suya: panales y ponzoña
salen del jugo de unas mismas flores.
El cauto caminante y el que roba
ciñen el lado de la amiga espada 335
con intenciones bien diversas todas.
¿Qué hay más útil que el fuego? Mas si trata
alguno quemar templos y ciudades,
¿qué cosa hay que produzca más maldades?
¿Temes acaso que las tiernas almas 340
pervierta de los niños inocentes
con mi verso? ¡Ah piedades imprudentes!
¡Oh padre de familia vigilante!
¡Oh ayo, quizás sopista e ignorante!
¿No alejas de su mano delicada 345
las tijeras y puntas de cuchillos,
pistolas y los filos de Toledo,
no por malas en sí, sino por miedo
de que les dañe lo que luego sirve?
Pues estas artes enseñar te vedo, 350
del mismo modo al pequeñuelo infante
hasta que en la virtud esté ya firme.
Sábele educar bien y no reduzcas
a ciertas vanas fórmulas externas
el nombre de virtud adulterado. 355
Al joven, cual se debe, ya educado
nada le ofenderá, ni ignorar puede
el uso a cada miembro destinado.
Si a las artes se inclina, la pintura
le mostrará los feminales miembros 360
haciendo fuerza Andrómeda desnuda.
El arte del divino Policteto
le enseñará a copiar en la Academia,
sin velo ni pudor, la hermosa Venus;
y así formó el cincel hecho una uva 365
al Baco de Aranjuez sobre la cuba.
Os parecerá horrible ver pintado
por mis versos un fraile y una monja
que se están a placer regodeando;
pues ¿cuánto más terrible es ver pintada 370
la horrorosa y cruel carnicería
que en inocentes víctimas se hacía
por Herodes; las castas compañeras
con Ursula morir; o derribada
del Salvador la estatua, sacrilegios 375
atroces del feroz Iconoclasta?
Y a estas pinturas das honor y precio.
Si no es el joven ignorante o necio
¿cómo le enseñarás filosofía,
y la experimental anatomía, 380
y aun la religión misma, sin que sepa
cuanto puede saber sin ver mis artes?
Las noticias que ¡oh Historia! nos repartes,
¿son todas para ejemplo? Aquel que lea
cuántos hombres mataba en la pelea 385
Aquiles, el del yelmo empenachado,
¿por ventura a lo mismo está obligado?
Y el que estudia la infiel Mitología,
¿no aprende la falsa religión impía?
¿Quién cerrará los inocentes ojos 390
del niño cuando mire por las calles
los perros que se ligan? Verá siempre
mullir un mismo tálamo a sus padres
y siempre obrará en él naturaleza.
Mas ¿qué?, ¿llegó a tanto la vileza
que propagar la especie fue afrentoso 395
comercio? Y es preciso y es gustoso.
¡Cuánto mejor que el pernicioso naipe
no se haga oculto y no dará vergüenza!
No hay bien alguno que en el mundo venza 400
el bien de gozar uno su querida;
por eso cosa no hay más perseguida
de la envidia de esotros: y el recelo
de ser de los demás interrumpido
fue el origen de hacerlo en lo escondido, 405
que no porque ello fuese vergonzoso.
Así el niño se oculta receloso
de la importunación de esotros niños
a comer solo el dulce que le diste,
sin ser el comer dulce, en sí, acción mala; 410
y, creedme, que es sólo el escondite
quien causa la malicia; y así vemos
cuánto al ver una teta, nos movemos,
de una honesta doncella que la tapa;
mas las amas de leche nada incitan 415
pues la costumbre y aprensión lo salvan;
y esto sucede en las desnudas indias.
No piense alguno que mi verso enseña
los vicios; soy espejo, no oficina;
mi canto avisa, pero no aconseja 420
como el teatro; así los sibaritas
la borrachera hicieron detestable
embriagando primero a los esclavos,
viendo sus hijos vicio tan infame.
Tu lujuria estos versos ha inspirado; 425
otros serios canté, no me escuchaste;
pues oye, que pensando deleitarte
doctrina beberás disimulada,
o viciosa, pues pura no te agrada;
y así la rectitud de los jueces 430
severos no interrumpa mis acentos,
ni me condene hasta cantar seis veces,
y el mundo me dará agradecimiento,
porque tantos que el tiempo mal emplean
putean sin saber lo que putean, 435
por falta de maestro y de un buen libro
que enseñe el arte que, por piedad sólo,
para común utilidad escribo
por evitar absurdos mayormente.
Cuando hoy abundan tantos metodistas 440
de estudiar de curar los sabañones
y otras mil cosas, ¿ha de estar sin reglas,
sólo fiada en apurar las tradiciones,
tan gran ciencia como es la putería?
No consintiera tal la Musa mía. 445
Bien haya el inventor tan excelente
de un arte en todas formas eminente,
tan útil y gustoso. ¿Quién sería?
¡Qué elogios al saberlo yo le haría!
Mas, ¿cómo no percibe mi rudeza 450
que el autor sólo fue naturaleza?
En la ley natural no fue delito
ser los hombres más justos putañeros,
ni tuvo entonces tasa el apetito.
Del padre Abraham las venerables canas 455
con la mulata Agar reverdecieron,
y Jacob satisfizo a ambas hermanas,
y el justo Loth, después de bien bebido,
de Segor en los senos más secretos
hizo a sus hijas madres de sus nietos. 460
Del santo rey David violó el serrallo
el miembro de Absalón. Tampoco callo
del Salomón científico, la ciencia
en elegir muchachas empleada.
De la profana historia no se añada 465
ejemplar, que sobre esto nada prueba.
Apenas héroe en letras y armas grande
se halla a las meretrices no inclinado,
ni es maravilla. ¿Dónde se ha inventado
conveniencia mayor que el putaísmo? 470
Cada cual lo contemple por sí mismo.
Enciéndese la sangre recaliente
en un joven robusto y muy ardiente,
en un viejo, en un clérigo o en un fraile,
y exprimiendo la pringue a los riñones, 475
baja por sutilísimas canales
a esponjar los pendientes compañones,
los músculos flexibles extendiendo,
y el instrumento humano entumeciendo,
hasta el ombligo se levanta hinchado, 480
del semen abundante retestado,
que, reventando por salir, comprueba
ser venenoso estando detenido,
según el docto Hipócrates decía.
Un hombre en tal afán constituido, 485
más que otra cosa a la piedad conmueve;
predicarle templanza no se debe,
por ser inútil. ¿Dónde, pues iría?
Aun cuando fuese justo que invadiese
las mujeres honradas, ¿hallaría 490
quien su gula carnal satisfaciese?
¿Y habrá caritativa providencia
mejor que el encontrar una muchacha
que a su gusto le dé pronta licencia,
sin costarle millares de pisadas, 495
postes, suspiros, lágrimas, ternezas,
escrúpulos, regalos y paseos,
estar al tocador todos los días
y la noche pasarla en galanteos,
y rematar por fin de estas porfías 500
con que su honor les pone impedimento,
o en que no hay ocasión, después que el otro
su gusto ya logró mil veces ciento,
y todo a costa nada más que un poco
de dinero, vil precio a tanto gusto? 505
No sé por cierto cómo hay quien no deje
de galantear al modo quijotesco,
ni cómo hay españoles que cortejen
contra el carácter impaciente suyo,
haciendo noviciado el cabronaje. 510
Que no es muy malo el putear arguyo,
por más que griten mil Matusalenes
con arrugada frente y blancas sienes,
porque ellos ya no puedan; sus razones
no dan más fuerza, imposible es darla; 515
dignas de risa son sus opiniones;
ya el tiempo se acabó en que se creía
a un viejo cualquier cosa que decía
sin más examen; ya se ha desterrado
de las aulas la hipótesis; se niega 520
lo que se ve, si no está demostrado.
Juzga el mundo en común que el ansia ciega
de murmurar, de amontonar tesoros,
de ser un corazón inexorable,
no es maldad, o que es más abominable 525
el fornicar el hombre una mozuela.
¡Oh, autores viles de perversa escuela,
que fundáis la virtud en abstenerse
de una cosa precisa y no dañosa!
Mas, ¿cómo el daño dejará de verse 530
del infame político arbitrista
y de otros dignos de injuriosa lista?
No son los majos, no, tan perniciosos,
ni tienen que afrentarse de su vicio:
el derramar la orina, el mismo oficio 535
viene a ser casi y con la propia cosa,
y a nadie afrenta acción que es tan forzosa;
y esotro, ser en público debiera,
si el mundo, como yo, inocente fuera,
y la modestia, al fin, no lo extrañara. 540
El Diógenes, filósofo de rara
penetración, así pensó prudente.
Mil veces la linterna reluciente
arrimó a un lado conque de día un hombre
buscaba y no le halló entre tanta gente; 545
y a la primer muchacha que encontraba,
con franca y muy marcial filosofía
en medio de una plaza la tendía,
y soltando los anchos zaraguillos
se alzó las respetables sopalandas 550
y sin gastar respuestas ni demandas,
con experimental filosofía,
si activa o si pasiva concurría
a la generación la hembra, quiso
indagar; mas turbóse de improviso, 555
viniéndole temblores y esperezos;
y al darla ansioso desdentados besos,
las blancas barbas de babazas llenas
ni aun la dejaban respirar apenas,
y el bellaco filósofo apretaba. 560
Toda Atenas atenta le miraba,
y el vil pueblo ignorante y religioso
y el Areópago se escandalizaba
y el sabio, así amolando como estaba,
sin sacarlo, alzó el rostro y dijo: ¡oh necios! 565
no os admiréis con risas y desprecios,
que cosa natural es la que hago
y es lícito lo que es naturaleza.
Del hombre solamente la simpleza
dijo que esto era malo, y otro día 570
dirá, si se le antoja, que es pecado
el dormir y el beber; y a fe que habría
quien escrúpulo hará de haber cenado.
No estoy yo a los preceptos obligado
de otro hombre; esto no puede remediarse, 575
como el que al vino da en aficionarse;
y así ¡oh, belitres! no os admiréis de eso,
pues sólo es malo siendo con exceso:
¡que ha de ser la mujer, como la espada,
sólo por precisión ejercitada! 580
Si esto es pecar tan dulce y tan preciso,
vaya el legislador que así lo quiso,
y al hombre enmienda la naturaleza
o modere a la ley tanta aspereza,
que no hemos de ser menos que los brutos. 585
Así el del Basto en Nápoles metía
en cama de cristales trasparentes
sus pajes con muchachas diferentes,
y él, viéndoles obrar, se entretenía.
No por ejemplos tales los Catones 590
me miren mesurados y ceñudos.
Las doncellas más castas y severas
por esas calles van, medio desnudos
los cuerpos, sin pudor, de las rameras,
y no lo imitan; antes detestando 595
blasfeman de su vil libertinaje.
Tú, pues, ¡oh malo! a quien a tal paraje
condujo ya mi verso, si movido
en ti se halla el espíritu encendido,
si estás bien enterado, que mandarle 600
a un joven bueno y sano continencia
es lo mismo que darle la sentencia
de que no coma o de que no descoma,
dos cosas necesarias igualmente;
si ya esperezos tu cintura siente, 605
volviendo en torno los lascivos ojos
bufando al respirar como un caballo,
si el tuyo ya no puedes sujetallo
y empinándose pierde la obediencia,
que no hay remedio, y de tu edad florida 610
deja que goce, vaya ese nublado
donde haya menos mal. Ya que es preciso,
descargue en monte inculto o alta sierra;
y pues los dogmas que mi canto encierra
señalan el paraje donde ir debe 615
la tempestad que viene amenazando,
desatácate y vamos empezando.

Arriba