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Doña Concepción y doña Carmen, amigas de la poetisa.
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Las trece cartas siguientes fueron, sin duda, escritas en Madrid y remitidas a mano a su destino durante el mes de octubre de 1847, temporada que el señor Cepeda pasó en la corte cuando se dirigía al Extranjero, y corresponden a la segunda y última época de las relaciones amorosas de la poetisa con el dicho personaje. Como no tienen fecha, a excepción de esta primera, han sido colocadas de modo que no resulte incongruencia en su coordinación.
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La palabra querida deberá entenderse en el mejor sentido, esto es, en el de que no amó jamás a mujer alguna.
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Deberá advertirse que esta carta corresponde a la época de verdadera exaltación religiosa, que tuvo la célebre poetisa; que de otro modo no tendrían explicación las frases dirigidas, medio en broma medio en serio, al señor Cepeda, modelo constante del caballero cristiano, lo mismo en su juventud que en su venerable ancianidad.
Protestando el señor Cepeda de esas palabras de la Avellaneda, me decía en carta de 16 de julio de 1902: «Jamás vio en mí una sombra que obscureciese mi constante creencia de católico apostólico romano, en los pocos días que ella (la poetisa) tuvo de exagerada devoción, en que me dijo se había metido a beata, aunque no vulgar.» (Véase la carta 36.)
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Su novia, quiso decir, por el mes de julio de 1845, lo cual dejamos indicado en nota a la carta 32.
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También los entendía así el señor Cepeda, según hemos indicado en nota a la carta 38; pero, en su afán de oír las chispeantes ocurrencias de su interlocutora, aparentaba con tranquilidad estoica herirla en lo más íntimo de sus sentimientos.
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La frase espíritu fuerte era equivalente en aquel tiempo a enciclopedista, volteriano, incrédulo.
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Entre esta carta y la anterior debió haber otra, u otras, que no se han conservado, lo que se comprende fácilmente comparando sus respectivos textos.
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Llama cariñosamente mis cartas a las de su difunto marido Sabater, que para su lectura había prestado a don Ignacio. Véase el final de la carta anterior.
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Publicamos las cuatro cartas siguientes, aunque no guardan relación entre sí por sus asuntos, como prueba de que la amistad tierna y apasionada sobrevivió al rompimiento de las relaciones amorosas por lo menos hasta el casamiento del señor Cepeda, que tuvo lugar en junio de 1854.
El sobre de esta primera dice: «Francia.- Mr. Ignacio Cepeda y Alcalde.- Poste restante.- París.»